PRIMERA DIVISIÓN / JORNADA 8

Correa devuelve al Atlético a zona Champions

Dos goles del argentino permiten sumar tres puntos en un mal partido rojiblanco

El Girona, de la mano de Riquelme, tuvo el empate en un disparo de Aleix García al poste

Malas sensaciones a cuatro días de la final ante el Brujas en el Metropolitano

Joao Félix fue el último cambio de Simeone y una vez más fue intrascendente

Angel correa
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Tomeu Maura

Dos goles de Correa devuelven al Atlético a posiciones Champions y amortiguan el golpe de la derrota en Champions, pero el resultado es sólo un placebo con el que soportar la espera hasta el decisivo partido del miércoles ante el Brujas, porque el liderato de la Liga sigue muy lejano y la supervivencia en Europa es fundamental. El Girona no planteó problemas hasta que Riquelme decidió entrar en juego. Le marcó un gol al equipo que tiene sus derechos y protagonizó los mejores detalles de talento de la segunda parte, aunque las jugadas claves fueron un disparo de Aleix García que Oblak desvió al poste y otra parada del esloveno al mismo jugador catalán en el minuto 87.

La de hoy era su segunda titularidad de la temporada. En la primera le marcó un gol al Celta. En la segunda ha doblado su registro. A Ángel Correa muchos le niegan el pal y la sal, pero es casi imposible encontrar un jugador con mejor rendimiento: son ya 339 partidos como rojiblanco y 62 goles marcados. Para ponerlo en perspectiva: lleva cinco más que Manolo, diez más que Futre y está a uno de Ben Barek. Todo eso, sin haber disfrutado nunca de la vitola de titular indiscutible. ¿Qué más se puede pedir?

Cuatro minutos tardó Griezmann en celebrar su definitivo fichaje por el Atlético. Todo partió de un robo de balón de Reinildo. El mozambiqueño combinó con el francés, que le mandó a correr. No se detuvo hasta que llegó al área adversaria, donde buscó de nuevo el auxilio de Antoine, que pisó el esférico, levantó la cabeza y desde ahí puso un pase milimétrico al segundo palo donde Correa, como casi siempre en el sitio adecuado, venció a Juan Carlos con un toque sutil.

En el Día de las Peñas el estadio pareció caer a plomo en la celebración de un gol que presagiaba una tarde excelente. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Fue llegar el 1-0 y caer el partido en un letargo que invitaba más a la siesta que a seguir la evoluciones de un balón que apenas ensució el área en lo que quedaba de primer tiempo. En el recuento, tan sólo una llegada de Cunha, que estrelló su disparo en las piernas de Juan Carlos, y otra de Yangel en el otro lado. Demasiado poco que echarse a la boca, sobre todo tras la decepción del martes en Bélgica. Cuando Martínez Munuera mandó a los futbolistas al vestuario la sensación era que el Atlético había desaprovechado por voluntad propia la oportunidad de dejarlo todo resuelto. Tocaba afrontar la segunda parte siendo conscientes de que, en algún momento, el Girona saldría de la cueva.

Míchel percibió las dudas rojiblancas y se preparó para presentar batalla en la segunda parte, pero no hubo ocasión. A los dos minutos de la reanudación Correa le cazó un pase a Juan Carlos y lo resolvió con un disparo de zurda por debajo del cuerpo del portero. Un gol inesperado, fabricado desde la nada, y que ahora sí obligaba al Girona a asumir un riesgo al que había renunciado durante toda la tarde.

Nahuel tuvo casi de inmediato el 3-0, pero esta vez sí estuvo acertado Juan Carlos, que evitó la sentencia definitiva de un partido que cobró otro sentido cuando de repente, a los 64 minutos, un disparo sin aparente peligro de Riquelme desde fuera del área tropezó en Giménez y se fue a un lugar inaccesible para Oblak. El 2-1 llegó sólo unos instantes después de que Simeone le hubiera dejado otro dardo envenenado a Joao. El Cholo había ordenado tres cambios, pero ninguno de ellos era el portugués. Lemar, Morata y Saúl reemplazaron a Cunha, Griezmann y Carrasco.

Fue entonces cuando el Girona empezó a creer por primera vez en la posibilidad de la remontada y, de la mano de Riquelme, desaparecido en la primera parte, pero magistral en la segunda, fue ganando metros y apareciendo con más frecuencia de la deseada ante Oblak. Simeone, con la mosca detrás de la oreja, llamó a su lado a Kondogbia y a Joao y, ahora sí, el menino pisó el campo. Era el minuto 72. Tres minutos más tarde Aleix García tomó un balón, soltó una coz tremenda y Oblak puso la mano para desviar el disparo al poste. A la grada empezaron a entrarle sudores fríos.

La tarde acabó taquicárdica. Oblak sacó un paradón increíble de nuevo a disparo de Aleix García a los 86 y en el saque del córner Stuani remató al poste, aunque en esta caso la jugada estaba anulada. Por contra, el Atlético no volvió a aparecer en ataque y, por supuesto, Joao fue a lo suyo. Una ruleta impresentable en el descuento estuvo a punto de provocar el empate. Acabó resolviendo Oblak lo que había estropeado el portugués, que ha vuelto a entrar en un túnel. Otro más.

 

 

 

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