Las consecuencias de la suspensión de la Euroliga
La Euroliga ha confirmado que no tendrá conclusión para el curso 2019/20. El coronavirus detuvo la competición el 12 de marzo con el Anadolu Efes de líder, pero no de campeón al no finalizarse la temporada regular ni los play-offs. Tras una reunión entre los principales clubes, se ha votado para que se alcance la conclusión por completo la competición.
El torneo de baloncesto más importante de Europa ha puesto así punto y final hasta octubre de 2020, donde esperan retomar la competición con plenas garantías. Mientras que la NBA e incluso la FIBA Champions van a conseguir tener campeón en la temporada del coronavirus, el torneo dirigido por Jordi Bertomeu se queda sin dejarnos con la foto del campeón.
Entre los múltiples factores ha pesado el hecho de que compiten 18 equipos de 10 países diferentes complicando mucho la posible conclusión de la temporada regular por culpa de que la desescalada no es ni mucho menos simétrica. Mientras países como España e Italia registran un gran descenso en las cifras de contagiados, Rusia o Lituania representan el caso completamente opuesto.
Esa ha sido la puntilla –quizá por falta de cintura para cambiar el sistema de competición–, pero también no hay que subestimar la realidad de que muchos jugadores están en sus hogares en Estados Unidos y que no quieren volver. Equipos como Maccabi o Panathinaikos apenas disponen de jugadores, mientras que Zalgiris –al que declararon campeón de su liga– ha desmantelado su plantilla. No hay muchos equipos que mantengan a su núcleo duro con contrato más allá del 30 de junio, mientras que la fechas de la competición establecían jugar en julio.
¿Podría la Euroliga haber resuelto la competición con una Final a ocho? Ese puede ser el gran debe de la competición en este caso tras haber determinado la suspensión completa. En la liga francesa, viendo la evolución de la pandemia, se encuentran completamente arrepentidos de la cancelación de la temporada.
Pérdidas millonarias a la larga
La no celebración de la competición podría tener importantes consecuencias para su credibilidad con los operadores televisivos. La principal fuente de ingresos de la Euroliga vinieron de esta fuente que recaudó en 2019 más de 45 millones a repartir entre los 18 equipos. A largo plazo esa cantidad podría verse reducida drásticamente provocando una nueva crisis en un baloncesto europeo que siempre vive en la delgada línea de la hiperinflación. Según ha podido saber OKDIARIO, la comercializadora IMG exigió que se completara toda la temporada, no dándose por buena la posibilidad de una reducción y ahí se canceló la opción de la Final a ocho.
Sin embargo, no sólo de la televisión viven los clubes. Sus patrocinadores, tras esta controvertido decisión, negociarán rebajar sus partidas presupuestarías, al mismo tiempo que la no asistencia de personas a los pabellones hará que el baloncesto se enfrente a una situación de quiebra técnica por la falta de ingresos.
La suspensión de la Euroliga es la peor noticia posible para los clubes de baloncesto, aunque ellos mismos hayan votado a favor para quitarse de en medio un marrón en el que nadie ha sabido ceder. Con presupuestos anuales medios de más de 25 millones de euros, ¿alguien cree que es sostenible esta competición a esos niveles sin el apoyo de la televisión, patrocinadores y público? A los jugadores, a los que inicialmente se les señaló como los iniciadores del movimiento, se les dejará sin más de la mitad de su ficha en los próximos años. Los clubes se han decantado por una solución que les contenta por quitarse el problema de encima, pero que a la larga puede tener un efecto boomerang.
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