Cardenal favorece a su “íntimo amigo» Carpena con más de 3 millones para la Federación de Natación

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Miguel Cardenal, en el Tribunal de Integridad Financiera y Transparencia en Suiza.
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Miguel Cardenal recibió el pasado 17 de octubre la insignia de oro de la Real Federación Española de Natación. En realidad, el presidente del CSD se merecía por lo menos una estatua o ponerle su nombre a una piscina. Primero, porque subió al estrado para remangarse delante de los asambleístas y hacer campaña por su “íntimo amigo” Fernando Carpena, presidente de la RFEN. Después, por convertir a la natación en el deporte más subvencionado de España. Más de tres millones de euros –3.066.825,04 euros– ha recibido este año del Consejo Superior de Deportes la federación de Carpena.

¿Realmente se ha merecido la Federación de Natación recibir la mayor subvención de todo el deporte español? Es evidente que en la piscina, la natación española es a día de hoy Mireia Belmonte, las dos selecciones de waterpolo y un equipo de sincronizada que no es ni la sombra de lo que fue en los tiempos de Anna Tarrés. El resto nada en la mediocridad.

Pero no hablemos de los fracasos deportivos. Hablemos de números. Las cifras demuestran la desastrosa gestión de Fernando Carpena y su directiva, que han tenido en el ejercicio 2014 una desviación de un millón de euros sobre lo previsto. El presidente de la RFEN había filtrado –al calor de las ganancias logradas por el Mundial de Barcelona en 2013– que también lograría un beneficio de 250.000 euros en 2014. Cuando presentó las cuentas a la Asamblea, el cuarto de millón de beneficios se convirtió en más de 700.000 euros de pérdidas: 722.914,39 euros.

Pese al pésimo balance económico, Miguel Cardenal se permitió el lujo de pedir el “apoyo y comprensión a la gestión de Fernando Carpena” a toda la Asamblea de la natación española, transmitiendo una imagen de su amigo gestor honrado, incapaz de llevarse un euro de la natación española. Digamos que le echó un salvavidas. El presidente de la RFEN, por su parte, aprovechó las palabras del máximo mandatario del deporte español para anunciar a todos su intención de presentarse a las elecciones de 2016.

Las cuentas fueron aprobadas casi por unanimidad: sólo 29 abstenciones y el voto en contra de Raúl García, presidente de la Federación Balear, el único con el valor suficiente para enfrentarse a Carpena y Cardenal y pedir explicaciones por unas cuentas deficitarias. La respuesta, que llegó de boca del vicepresidente económico, Juan José Dueñas, fue kafkiana. “No dispongo de datos”, respondió el hombre encargado de las finanzas de la natación española. Si el vicepresidente económico no tiene los datos del presupuesto, entonces ¿quién los tiene?

La cabeza de turco de Carpena y su directiva había sido el gerente, Eugenio Bermúdez, que fue despedido e indemnizado en el mes de marzo como único responsable de unas cuentas deficitarias que ponen a la Federación Española de Natación en situación de quiebra técnica. Pero es aquí donde aparece la figura de Miguel Cardenal, porque los amigos deben estar sobre todo en las duras, con un saco de dinero público para reflotar la entidad de Carpena.

Además del apoyo verbal, Cardenal dio personalmente el visto bueno al apoyo económico del CSD, con esa subvención que convierte a la RFEN en la federación que más dinero público recibe del Estado: más de tres millones de euros. Sólo la Federación de Atletismo de Odriozola –cuyo caso trataremos en su día– tiene una subvención pública similar a la de natación, aunque la entidad de Carpena gana el pulso por 7.000 euros.

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