BARCELONA 3-1ALAVÉS: FINAL DE LA COPA DEL REY

Esta Copa no consuela

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Messi celebra el 1-0. (Getty)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

El Barça se tomó una copita para olvidar su decepcionante temporada. Ganó al Alavés con un majestuoso Messi –ya lo habrían querido igual ante el PSG o la Juve– y un Clos Gómez que echó una manita a tiempo, porque el segundo gol de Neymar fue en fuera de juego. Ganó con justicia el Barcelona a un Alavés que se dejó la vida en el campo para competir ante un rival superior. El Barça ganó, sí, pero esta Copa no consuela.

Salió el Alavés con menos complejos que Raphel cuando se pone su tanga en la playa. Apretaba en su propio campo, le quitaba la pelota al Barça y ponía en apuros a una zaga azulgrana con un par de bultos sospechosos como Umtiti en el centro y Mascherano de improvisado lateral derecho, que era como poner a Messi a marcar a Pau Gasol en el poste bajo.

El Barça empezó a tomar la medida a la final y rondó el gol con una diagonal de Messi que cabeceó, defectuosamente y con los ojos cerrados, Jordi Alba. Lo suyo no es la cabeza, definitivamente. Un coscorrón enorme entre Mascherano y Marcos Llorente provocó que el argentino se lesionara en la caída. Más allá de una brecha, Masche se lastimó en la rodilla y Luis Enrique tuvo que meter de lateral derecho al mítico André Gomes, que es polivalente y muy regular: lo hace igual de mal en cualquier posición.

A pesar de que algunos gurús pensaron en la defensa de tres, la realidad es que Lucho apostó por mantener el esquema y sacrificar al bueno –ironía– de André Gomes. El duelo se embarró por una entrada de Edgar a Iniesta al filo del cuarto de hora, pero el Alavés no había llegado a la final para hacerse selfies con el Barcelona. Clos le amonestó en diferido, pero le amonestó.

El Barça aprieta sin ahogar

El Barça mantenía el monopolio de la posesión, pero no ponía en apuros al Alavés. Era tener la pelota por tenerla como cuando le das a un niño un móvil bloqueado. Corrían los minutos de la final y los vitorianos sobrevivían a los primeros 20, que ya era mucho. El equipo de Pellegrino se pertrechaba atrás y buscaba la contra. Cuando se terciaba, sacudía como Bud Spencer en una pelea.

En el 26 tuvo el Alavés en sus pies dar una campanada como la de Pedro Sánchez. Piqué se hizo un lío en la salida del balón y su error lo aprovechó Ibai para robar la pelota y sacarse un tiro que se estrelló contra el poste izquierdo de Cillessen. Después, recorrió la línea de gol como una modelo desfilando por la pasarela. Vitoria contuvo la respiración.

En el fútbol, mira que se lo he contado veces y veces, el que perdona, lo paga. Y el Alavés lo pagó a la media hora. Fue una pared por el centro entre Messi y Neymar, la pelota cayó en los pies del argentino, que no desperdició la ocasión para dar un pase a la red. Pacheco voló, pero no pudo hacer nada.

Theo la rompe

Entonces llegó el minuto 33. El Barcelona ya se veía ganador de la Copa. Fue una falta en tierra de nadie, a tres latifundios de la portería de Cilessen. Se la pidió Theo. Hay jugadores que desde allí no llegan ni a la portería, no digo que sea Coentrao, pero los hay. Y Theo se disfrazó de Roberto Carlos y lanzó una falta memorable, imparable, espectacular, durísima, que se coló por la escuadra del Barcelona. Fue uno de los mejores goles que se han visto en la historia de la Copa del Rey.

El Barça acusó el golpe y el Alavés se animó a atacar a un Cilessen que demostraba ser un Keylor Navas en los balones aéreos. Rondó el 1-2 en varias ocasiones, pero ninguna tan clara como la de Ibai. Lo volvió a pagar al filo del descanso. Messi abrió el juego, apareció André Gomes y puso el pase de la muerte para Neymar, en posición dudosa. El brasileño sólo tuvo que empujar a la red un 2-1 justo antes de que Clos pitara el descanso.

Messi sentencia

Pero no, en el 47 –prolongación merecida por la lesión de Mascherano–, volvió a aparecer Messi para driblar a cuantos jugadores salieron a su paso y asistir a Paco Alcácer –Alcáser para Manu Carreño– y el ángel caído de Mestalla hacía el 3-1. Colorín, colorado, la final se había acabado.

Con la Copa en el bolsillo, Alcácer –mola mucho más el nombre de Alcáser– tuvo el 4-1 en boca de gol, pero lo evitó Pacheco en el 48 después de remontar en boca de gol. El Alavés sabía que había perdido, pero se negaba a bajar los brazos. Hasta André Gomes se animaba a hacer alguna buena jugada, porque André siempre aparece en los partidos grandes, menos en la final de la Eurocopa con Portugal, donde jugó los mismos minutos que Falete.

El partido estaba acabado. Sólo faltaba por dilucidar si el Barça lograba algún gol más. El Alavés se animó en alguna jugada a balón parado mientras su hinchada celebraba cada córner como una Champions. Pero los de Luis Enrique tenían la final bajo control. Neymar, además de marcar en fuera de juego, pidió un penalti en el 75 de Sobrino. Las cosas como son, esta vez tenía razón.

Se iba muriendo la final hasta que Clos Gómez pitó el final. El Barça, merecidamente, se proclamó campeón de la Copa del Rey ante un Alavés que jugó el partido desde la dignidad y la honradez de quien se sabe inferior. El Barcelona evita cerrar una temporada en blanco con un título copero de un Rey al que silba y de un país del que reniega. Quizá no se lo merezca y ni siquiera le haga ilusión, pero lo trinca.

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