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Si te mandan este mensaje a WhatsApp, la estafa ha comenzado: «Hola, puedo…»

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Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En los últimos años, los fraudes online han aumentado exponencialmente en todo el mundo, y WhatsApp se ha convertido en una de las plataformas favoritas de los delincuentes. En este contexto, las autoridades alertan de una nueva forma de estafa que comienza con un mensaje aparentemente inofensivo: «Hola, ¿puedo hacerte una pregunta?». Esta frase, sencilla y natural, tiene como único objetivo ganarse la confianza de la persona que recibe el mensaje.

Tras este primer contacto, los estafadores comienzan a construir un relato que parece verídico. Se hacen pasar por un familiar, amigo, conocido o incluso un empleado de alguna empresa reconocida. A partir de ahí, la víctima recibe solicitudes que pueden ir desde enviar dinero hasta facilitar información sensible como contraseñas, códigos de verificación o datos bancarios.

Cómo funciona la nueva estafa de WhatsApp

Tras el mensaje inicial, el estafador adapta el discurso según las respuestas de la víctima. Puede alegar que ha cambiado de número de teléfono, que trabaja en un departamento de atención al cliente o que necesita ayuda urgente debido a una situación imprevista. La finalidad es generar un sentido de urgencia que provoque una reacción inmediata: ya sea el envío de dinero o la entrega de códigos de verificación, entre otros.

Los expertos en ciberseguridad coinciden en que el éxito de estos engaños radica en la ingeniería social. «La Ingeniería social es una técnica que emplean los ciberdelincuentes para ganarse la confianza del usuario y conseguir así que haga algo bajo su manipulación y engaño, como puede ser ejecutar un programa malicioso, facilitar sus claves privadas o comprar en sitios web fraudulentos», explica el INCIBE. Por lo tanto, este tipo de fraude depende casi exclusivamente de la interacción humana y de la capacidad del estafador para crear un relato convincente.

Existen varios indicios que pueden ayudar a identificar este tipo de fraude antes de que sea demasiado tarde. Entre ellos destacan:

  • El mensaje proviene de un número desconocido.
  • Aunque el mensaje parezca inofensivo, rápidamente se solicita algún tipo de acción que involucra datos sensibles o transferencias de dinero.
  • Se busca que la víctima actúe de inmediato, evitando que tenga tiempo para pensar o verificar la autenticidad del mensaje.
  • Los delincuentes se hacen pasar por amigos y familiares, lo que genera credibilidad y facilita la manipulación.

Los expertos recomiendan que, ante cualquier mensaje sospechoso, no se proporcione información personal ni códigos de verificación y que se verifique la identidad del interlocutor.

Posibles consecuencias

Una de las técnicas más habituales es el «secuestro de cuentas de WhatsApp» para hacerse con el control de las mismas. Lo más peligroso es que los estafadores no necesitan hackearte el teléfono, sino que tú mismo les das acceso a tu cuenta.  El fraude empieza cuando la víctima recibe un mensaje de una persona que se hace pasar por el equipo de soporte de WhatsApp pidiéndole el número de seis dígitos que ha recibido anteriormente por SMS. Si el usuario cae en la trampa y le comparte los seis dígitos, el ciberdelincuente puede acceder a su cuenta de WhatsApp para suplantar su identidad y enviar mensajes a sus contactos.

También existe el riesgo de «fraude en cadena». Cuando un delincuente controla una cuenta, puede utilizarla para acceder a otras plataformas, aprovechando que muchos usuarios vinculan WhatsApp con cuentas de correo electrónico, redes sociales o servicios en la nube. Esto significa que la suplantación de identidad en WhatsApp puede convertirse en una puerta de entrada para ataques más complejos, como el robo de datos personales, la filtración de fotos y documentos sensibles o incluso el acceso a cuentas bancarias.

Magnitud del problema

Los datos oficiales muestran que este tipo de delitos no es menor ni aislado. Según el Ministerio del Interior, entre enero y junio de 2025 se registraron más de 211.000 delitos informáticos en España. Por otra parte, se han filtrado más de 11 millones de números de teléfono, y muchos de ellos se han utilizado para campañas de estafa a través de WhatsApp y redes sociales. La información recopilada puede incluir nombres, contactos, historial de interacciones y patrones de comportamiento online.

«Proteger la privacidad online requiere seguir una serie de medidas que reduzcan los riesgos de exposición de información personal. En primer lugar, es fundamental crear contraseñas fuertes y únicas para cada cuenta online, no compartirlas con nadie y cambiarlas regularmente, de manera que la información almacenada en ellas permanezca protegida. Asimismo, se recomienda activar la autenticación de dos factores siempre que esté disponible, lo que añade una capa extra de seguridad a las cuentas de usuario.

Además, es importante limitar la información personal que se comparte, evitando revelar datos sensibles como dirección, número de teléfono, hábitos o detalles financieros en servicios o aplicaciones cuya reputación no se haya verificado o que no sean estrictamente necesarios. Finalmente, no se debe compartir información en sitios web inseguros, como aquellos que carecen de conexión HTTPS, y es crucial mantener el software y las aplicaciones actualizadas».

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