Ni se te ocurra tocar este animal con la mano si te lo encuentras en el campo: podrías sentenciarle a muerte
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Hay animales que dan miedo, y que nadie se quiere acercar a ellos, pero hay otros, adorables, tan dulces que parecen un peluche, y el primer instinto es acariciarlos para darles cariño.
Si bien se cree que eso es un gesto de amabilidad, o que a lo mejor es un favor para el animal, la realidad puede ser muy diferente, incluso trágica. Esto ocurre, sobre todo, con un animal salvaje, precioso, que si lo toca un humano queda condenado a morir.
Este es el animal que nunca hay que tocar
El animal que nunca debe tocar un humano es como Bambi en la película: el corcino, la cría del corzo. Adorable, inofensivo y pequeño, su comportamiento no es agresivo ni territorial.
El corzo es el cérvido más pequeño de Europa, uno de los pocos que todavía se mantiene en libertad en España. Se encuentra sobre todo en la mitad norte y centro del país, aunque en los últimos años ha colonizado también zonas de Castilla-La Mancha, Extremadura y hasta las sierras de Cádiz y Málaga.
La madre da a luz entre abril y junio, y durante las primeras semanas esconde a sus crías entre la maleza, a decenas de metros una de otra. Las deja solas casi todo el día, no porque las haya abandonado, sino porque esa es su forma de protegerlas.
Aun así, muchos humanos ven a un corcino quieto, inmóvil, en el suelo, y creen que está enfermo, perdido o en peligro. Y lo peor que pueden hacer es lo que suele ocurrir: acercarse y tocarlo.
El olor humano se queda impregnado en el pelaje del corcino. Y cuando la madre vuelve, puede no reconocerlo o rechazarlo por completo. O puede que un depredador capte ese olor antes que ella.
¿Cómo se comporta un corcino?
Durante sus primeras semanas, el corcino se mantiene inmóvil, escondido en zonas resguardadas conocidas como encames. La madre lo vigila desde lejos y vuelve para darle de mamar, limpiarlo y mantenerlo libre de olores.
No se mueve porque podría delatarse, su pelaje moteado lo camufla entre la vegetación, y su única defensa es que los depredadores no lo vean. No necesita ayuda de ningún humano, sólo que nadie lo toque.
Las amenazas que enfrenta este animal
Los enemigos naturales del corcino son los zorros, lobos, jabalíes y mustélidos. Pero puede que el ser humano, sin intención de hacer daño, termine dentro de este apartado.
Muchos corcinos acaban en centros de recuperación tras ser recogidos por personas con buena intención, y la mayoría no sobrevive. Criarlos en cautividad es difícil, pues la leche de la madre tiene una composición que no se puede replicar, y sin ella no aprenden qué comer ni cómo comportarse.
Y si sobreviven, ya no pueden volver al monte. Se han acostumbrado al hombre. Algunos machos incluso llegan a volverse agresivos. Pierden el miedo y, con él, su instinto natural.
Al final, tocarlo es condenarlo: o muere sólo en el campo, o acaba encerrado para siempre, fuera de su mundo, en jaulas.
¿Qué hacer si ves un corcino?
Lo primero es no tocarlo. Apártate con calma, pues la madre está cerca. Si te preocupas, obsérvalo desde lejos. Si parece herido o en peligro, llama al 112 o al centro de fauna más cercano.
Y si vas al campo con perros, especialmente en estas fechas, llévalos siempre atados. Durante la siega, en zonas agrícolas, los corcinos corren especial peligro. Algunos agricultores ya usan mecanismos de detección antes de cortar, y con eso evitan muchas muertes.
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