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Increíble pero cierto: este es el único animal del mundo que produce heces cúbicas, y ya se sabe la razón

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Recreación de las heces del wombat.
  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

El excremento de los animales suele tener formas más o menos comunes: bolitas, montones, cilindros. Nada que se salga de lo común. Pero hay una especie que rompe ese molde por completo. Sus heces no son redondas ni alargadas, sino cúbicas. Estos son pequeños bloques que podrían confundirse con dados secos y que no están hechos así por casualidad.

Esto le pasa a un animal en Australia, específicamente a un marsupial robusto con patas cortas que puede parecer la mezcla entre un oso y un roedor: el conocido wombat.

La ciencia lleva años fascinada con esta peculiaridad, y finalmente se conoce la razón de su caca en forma de cubo. Está relacionada con cómo marcan territorio y con la física de su intestino.

El animal que produce heces con forma de cubo

Los wombats, conocidos por vivir en madrigueras subterráneas y llevar una vida más bien nocturna, tienen una habilidad que ningún otro animal ha desarrollado. Son capaces de defecar heces perfectamente cúbicas, y no son sólo una o dos, sino que un sólo wombat puede expulsar cerca de 100 cubos en una noche.

La razón es muy sencilla, pero brillante. Los wombats utilizan sus excrementos como señales olfativas para delimitar su territorio. Las depositan en lugares elevados (troncos, rocas o justo en el borde de sus madrigueras) para que otros wombats las huelan. Y claro, si las heces rodaran cuesta abajo, el mensaje se perdería. Por eso, esa geometría exacta les resulta tan útil, pues un cubo no rueda, sino que se queda donde cae.

¿Cómo el wombat logra hacer heces con forma de cubo?

Aunque su ano es redondo, como el del resto de los mamíferos, el secreto está en otro punto del recorrido. Investigadores del Instituto de Tecnología de Georgia estudiaron intestinos de wombats que habían muerto atropellados en Tasmania y hallaron algo muy revelador.

Durante el último tramo del intestino (en concreto, en el 8% final) las heces pasan de estar en estado líquido a adquirir una textura seca, compacta y firme. Pero lo que ocurre es que las paredes intestinales del wombat no se comportan de forma uniforme. Algunas zonas son más elásticas que otras, lo que provoca una contracción desigual. Esa diferencia en la tensión es lo que genera los bordes marcados y las caras planas del cubo.

La investigadora Patricia Yang infló intestinos con globos finos para observar cómo se estiraban las paredes. En las zonas donde la contracción era menor, las heces se expandían y tomaban forma plana. En otras, más rígidas, se marcaban las esquinas.

Este es un trabajo de escultura intestinal a cámara lenta, donde la digestión dura días y las heces se modelan con precisión hasta adoptar su forma final.

Por otro lado, esta forma de moldear materiales blandos sin cortarlos ni prensarlos ha despertado el interés de ingenieros y diseñadores. No se descarta que el sistema digestivo del wombat inspire nuevas técnicas de fabricación para crear formas geométricas en el ámbito de la biomedicina o la robótica blanda.

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