El curioso insulto que usamos a diario en España, y que aparece varias veces en El Quijote: antes era más grave
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Algunas palabras que usamos a diario han cambiado mucho de significado con el paso del tiempo. Lo que hoy puede sonar informal o incluso amistoso, en el pasado fue considerado un insulto grave.
Es el caso de un término ampliamente usado en España, que aparece varias veces en El Quijote y que siglos atrás implicaba una acusación seria y deshonrosa. Su evolución, desde la ofensa pública hasta el uso coloquial o incluso afectivo, muestra cómo el lenguaje cambia junto a la sociedad que lo utiliza.
Éste es el insulto vinculado al honor y a la infidelidad
Durante siglos, el honor masculino en España estuvo fuertemente vinculado a la fidelidad conyugal. En ese contexto, una palabra en particular se convirtió en sinónimo del peor agravio: «cabrón». Según el lexicógrafo Sebastián de Covarrubias, este insulto equivalía a «cornudo», aludiendo al hombre que sufría la infidelidad de su esposa, especialmente si la toleraba.
Tan ofensivo se consideraba que las leyes recogidas en la Nueva Recopilación (ley 2, título 10, libro 8) exigían retractación pública a quien lo pronunciara tal y como informa Jot Down Cultural Magazine. El Diccionario de Autoridades de 1729 la calificaba como «muy injuriosa», y su forma aumentativa, «cabronazo», apuntaba a quien no sólo sufría esta situación, sino que además la asumía con resignación o incluso descaro.
De la ofensa a la queja cotidiana: éstas son las diferentes acepciones de esta palabra
La transformación semántica de este término ha sido progresiva pero notable. Actualmente, la Real Academia Española (RAE) ofrece como primera acepción una descripción coloquial: «Dicho de una persona, de un animal o de una cosa: que hace malas pasadas o resulta molesto».
Es esta la forma más habitual en España, donde la palabra se usa para describir desde una situación molesta hasta una persona complicada o traviesa.
Aunque la acepción relacionada con la infidelidad persiste en el registro académico, su uso ha disminuido tanto que hoy rara vez se vincula directamente con el honor marital. En muchos contextos, incluso se utiliza con connotaciones humorísticas o de camaradería.
El uso sutil que hizo Cervantes en El Quijote de este insulto
Miguel de Cervantes lo incluyó con discreción en El Quijote. En toda la obra, «cabrón» aparece muy pocas veces y nunca como insulto directo.
Cervantes lo emplea con ambigüedad o en juegos de palabras, como en el episodio de Clavileño, donde Sancho Panza responde con ironía ante la mención de cabras y cuernos. Esta sutileza evidencia la carga que entonces implicaba el término.
La riqueza del español queda reflejada en la diversidad de significados que esta palabra tiene fuera de España. En México, puede referirse a una persona de mal carácter. En Cuba, a alguien experimentado o malhumorado, y en ciertos países del sur, incluso se usa como sinónimo de rufián.
Estas acepciones regionales muestran cómo una misma palabra puede adoptar sentidos muy distintos, adaptándose a la cultura y al contexto local.
En definitiva, este análisis permite entender cómo el lenguaje refleja los valores y normas de cada época, y cómo ciertas expresiones se adaptan a los cambios sociales.
Lo que antes ofendía profundamente, hoy puede ser parte del habla cotidiana sin generar conflicto. Así, el lenguaje actúa como un espejo de la evolución cultural y de las sensibilidades colectivas.
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