Adiós a las comidas con amigos en casa: están llegando multas en esta comunidad por hacer esto


Con la llegada de los meses de verano, las terrazas y balcones de Barcelona comienzan a llenarse de vida. Reencuentros con amigos, comidas al sol y tradiciones gastronómicas catalanas reaparecen como parte del paisaje urbano. Entre estas costumbres destaca la calçotada, una celebración muy arraigada en Cataluña que combina el disfrute culinario con momentos compartidos al aire libre.
Sin embargo, en respuesta al aumento de incidentes relacionados con el uso de fuego en entornos urbanos, el Ayuntamiento de Barcelona ha reforzado las restricciones sobre barbacoas y cocciones con llama abierta en viviendas particulares. Las nuevas limitaciones pretenden salvaguardar tanto la seguridad ciudadana como la salud pública, en un contexto cada vez más sensible ante los efectos del cambio climático y los incendios forestales.
El riesgo de las calçotadas en zonas urbanas
Durante años, celebrar una calçotada en casa era sinónimo de compartir y disfrutar de una de las comidas más representativas de la gastronomía catalana. Encender una parrilla en el balcón o la terraza, asar los calçots hasta que su piel quede negra y tierna por dentro, y luego degustarlos con salsa romesco, formaba parte de los pequeños placeres de la vida cotidiana. Pero esta imagen entrañable comienza a desaparecer del paisaje urbano.
Las autoridades municipales han determinado que este tipo de actividades representa un peligro en zonas densamente pobladas. El uso de fuego en terrazas, balcones o patios interiores puede convertirse en un foco de incendios, además de generar humos y olores que afectan directamente a los vecinos. Por ese motivo, se han implementado medidas más estrictas que buscan evitar incidentes antes de que ocurran, especialmente durante los meses de mayor sequía y riesgo de incendios forestales.
Normativa vigente: qué dice la ley en Barcelona
La legislación que regula estas actividades no es nueva. De hecho, se basa en el Decreto 64/1995, aunque ha sido revisada y reforzada en varias ocasiones, especialmente después de los incendios registrados en Cataluña durante el verano de 2022. A raíz de estos hechos, se incrementaron los controles y se amplió el marco normativo que regula el uso de fuego en zonas urbanas y periurbanas.
Concretamente, queda prohibido encender fuego en terrazas, balcones y azoteas, tanto en edificios residenciales como en bloques de pisos. Esta prohibición incluye barbacoas con carbón, leña o cualquier otra fuente de combustión abierta, lo que afecta directamente a la forma tradicional de preparar calçots. El objetivo no es suprimir una tradición, sino adaptarla a los tiempos actuales, donde la prevención de riesgos cobra cada vez más importancia.
Multas y sanciones
La normativa no sólo establece prohibiciones, sino también un régimen sancionador para quienes no la respeten. Las multas pueden alcanzar los 500 euros, una cantidad significativa para cualquier ciudadano que decida organizar una calçotada en su terraza sin conocer o considerar la ley. No es necesario que haya un incendio para recibir una sanción; basta con que se detecte humo, un olor persistente o la presencia de fuego para que se active la intervención municipal.
Además, las sanciones no solo aplican por la realización de calçotadas, sino por cualquier barbacoa o cocción al fuego que se realice sin cumplir los requisitos establecidos. Esto incluye, por ejemplo, el uso de dispositivos que generen llamas vivas o materiales inflamables en espacios no habilitados. Incluso, si no se produce una emergencia, el simple hecho de alterar la convivencia vecinal con humo o ruidos ya puede considerarse motivo de infracción.
Fechas críticas: del 15 de marzo al 15 de octubre
Uno de los aspectos más relevantes de la normativa es su carácter estacional. Desde el 15 de marzo hasta el 15 de octubre, queda totalmente prohibido el uso de fuego al aire libre, incluso en áreas donde habitualmente está permitido. Esta franja coincide con la temporada de mayor riesgo de incendios, dado el aumento de temperaturas, la sequedad ambiental y la presencia de vegetación altamente inflamable en muchas zonas cercanas a núcleos urbanos.
Como ocurre con muchas normativas que afectan a las costumbres locales, hay opiniones divididas. Para algunos, estas normas representan un exceso de control sobre la vida privada de las personas, restringiendo el derecho a disfrutar de su hogar como prefieran. Para otros, es una medida lógica y necesaria que responde a una realidad climática y urbana cada vez más compleja.
Lo cierto es que ésta no es una problemática exclusiva de Barcelona. Muchas otras ciudades, tanto en España como en Europa, han adoptado regulaciones similares en respuesta a los mismos riesgos. El reto está en encontrar el equilibrio entre la tradición y la seguridad, entre la libertad individual y el bienestar colectivo.
Las calçotadas forman parte del alma cultural de Cataluña, y seguirán siendo un símbolo de identidad y celebración. Pero, como ocurre con tantas costumbres, también deben evolucionar junto con los tiempos. Las condiciones climáticas, el urbanismo y la convivencia ciudadana nos obligan a replantear la manera en que mantenemos vivas nuestras tradiciones.