Un insecto que decide a quién atacar en cuestión del olor

El olfato de los mosquitos les permite acceder al aprendizaje

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Un descubrimiento que está dando la vuelta al mundo

Los mosquitos pueden definirse como uno de los insectos más molestos que existen. Un ser vivo que se alimenta de la sangre del resto que se enmarca como uno de los organismos más curiosos que ha estudiado la ciencia. Ahora incluso más gracias a un estudio publicado en Current Biology en el que aseguran que los mosquitos pueden recordar el olor de sus «presas» e incluso saber que individuos han intentado acabar con su vida. Increíble ¿verdad?

Un olfato peculiar

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La clave está en la dopamina

Un grupo de investigadores de la Universidad de Washington han realizado un exhaustivo estudio en el que aseguran que los mosquitos son capaces de asociar el olor de sus «víctimas» con una alta probabilidad de ser heridos la próxima vez que se acerquen. Una investigación liderada  por Clément Vinauger y Chloé Lahondère en el que la dopamina se enmarca como la sustancia determinante de este curioso proceso. La clave reside en la utilización de esta capacidad olfativa para desarrollar sus preferencias por las personas y otros seres vivos.

La típica frase: «Me pican los mosquitos porque tengo la sangre dulce», puede ser una auténtica realidad. Sin embargo, los mosquitos pueden cambiar su preferencia si el olor de esa persona, por muy dulce que sea, se asocia con una experiencia traumática: intentar aplastarlos, espantarlos… Lo que está claro es que los mosquitos no deciden atacar a sus víctimas al azar, sino que muestran una serie de preferencias hacia unas personas u otras. El único rasgo que se desconocía es que estos insectos pudieran mantener un aprendizaje continuo gracias a un olfato más desarrollado de lo que se creía en un principio.

El experimento

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Un método de aprendizaje desconocido hasta ahora

Para demostrar sus hipótesis, los investigadores sometieron a los mosquitos Aedes aegypti a un conjunto de aromas que pudieran resultarles tentadores. Sin embargo, relacionaron estos olores con experiencias desagradables como los estímulos eléctricos o las molestas vibraciones. Un día después, los ejemplares del experimento se vieron inmersos en un laberinto en el que tenían que volar en contra del viento. Una vez dentro, tenían dos opciones: el olor humano que les tentaba o un aroma diferente que se basaba en el control. Los resultados fueron espectaculares. Todos los insectos evitaron el olor humano, ya que lo relacionaban con una sensación desagradable.

«Una vez que los mosquitos aprendieron los olores de una manera aversiva, esos olores causaron respuestas aversivas en el mismo orden que las respuestas a DEET, que es uno de los repelentes de mosquitos más efectivos. Además, los mosquitos recuerdan los olores aprendidos durante días», comentó Riffell. La capacidad de decisión por parte de los mosquitos depende de su olfato, un sentido acentuado que les permite basar sus pautas en el aprendizaje.

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