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El misterio de las esferas rodantes: las piedras de Racetrack Playa

Piedras en la playa
Las piedras de Racetrack Playa
Francisco María
  • Francisco María
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En pleno corazón del Valle de la Muerte, California, se encuentra Racetrack Playa, un lago seco que alberga uno de los fenómenos más extraños del mundo: las “piedras viajeras” o “esferas rodantes”, también conocidas como sailing stones, sliding stones, moving rocks o playa scrapers en inglés.

Estas rocas se mueven lentamente por la superficie de la playa, dejando tras de sí misteriosos rastros, sin intervención aparente de humanos o animales. La cuestión fundamental es ¿cómo y por qué se desplazan?

Racetrack Playa es un lago seco ubicado en el Valle de la Muerte, conocido por sus condiciones extremas y su terreno completamente plano. Lo que hace que este lugar sea tan especial son las misteriosas huellas que quedan en el suelo después de la lluvia. Estas huellas son el resultado de las esferas rodantes, que se desplazan kilómetros sin intervención humana o animal aparente.Piedra en la playa

Variedad de piedras

Las piedras pueden pesar desde unos pocos kilogramos hasta varias toneladas, y a pesar de su peso, se deslizan suavemente por el lago seco dejando una estela detrás. Muchas piedras tienen trayectorias rectas, mientras que otras parecen haber seguido patrones más complicados. El movimiento de las piedras es extremadamente lento, a veces tardando meses o incluso años en recorrer solo unos pocos metros. Algunas incluso han cambiado de dirección durante su trayectoria, lo que ha desconcertado aún más a los científicos.

El fenómeno

Las esferas rodantes no se mueven con frecuencia; las piedras pueden permanecer inmóviles durante años o décadas, para ocasionalmente alcanzar velocidades notables de hasta 6 metros por minuto.

Sorprendentemente, la mayoría de las huellas dejan rastros que se conservan durante tres o cuatro años. Este patrón temporal irregular agrega aún más misterio a su comportamiento.

Las características de las trazas también presentan peculiaridades notables. Las piedras con bases angulosas dejan trazas estriadas y rectas, mientras que aquellas con bases lisas dejan marcas más erráticas. A veces, las piedras se vuelcan, revelando otra de sus caras y generando un rastro diferente en el suelo.

Así mismo, hay esferas rodantes que comienzan juntas su trayecto y viajan en paralelo, solo para desviarse en diferentes direcciones o incluso retroceder. Además, hay piedras del mismo tamaño pueden dejar trazas de longitud considerablemente distinta.

Las primeras hipótesis

Como es natural, en un comienzo se creyó que Racetrack Playa era un sitio encantado y que el fenómeno de las esferas rodantes era de orden paranormal. Sin embargo, en 1948, los geólogos Jim McAllister y Allen Agnew hicieron una primera investigación de la zona.

Durante muchos años, la explicación más aceptada para este fenómeno fue el viento. Se pensaba que el viento fuerte en combinación con la superficie lisa del lago seco podía mover las piedras. Sin embargo, esta teoría fue puesta en duda debido a la falta de evidencia de vientos lo suficientemente fuertes como para mover piedras tan pesadas. Además, las marcas dejadas por las piedras no siempre seguían la dirección del viento.

En 1955, el geólogo George M. Stanley aportó una teoría revolucionaria que sugería que una capa de hielo alrededor de las piedras contribuía al fenómeno. En 1968, Robert P. Sharp y Dwight L. Carey iniciaron un extenso trabajo de campo con las piedras de Racetrack, que culminó en 1975.

Durante siete años, realizaron dieciséis visitas al lugar, monitorizando treinta piedras etiquetadas. Este estudio exhaustivo permitió seguir de cerca el comportamiento de las piedras, revelando información valiosa sobre sus movimientos.

Un estudio revolucionario

Las explicaciones sobre el fenómeno de las esferas rodantes seguían sin convencer a muchos científicos, hasta que en 2014 el profesor Richard D. Norris y su equipo del Instituto Scripps de Oceanografía de La Jolla, California, llevaron a cabo un estudio revelador.

Por primera vez, pudieron observar directamente las rocas en movimiento, desafiando las hipótesis previas y revelando la verdadera causa detrás de este fenómeno peculiar. Los resultados del estudio desafiaron las teorías existentes.Acantilado

Contrario a la creencia inicial de que el desplazamiento estaba vinculado a factores como la humedad, los tapetes de algas o las gruesas placas de hielo, el estudio mostró una realidad diferente.

Las rocas no se movían durante la formación de grandes placas de hielo en las noches invernales, sino cuando estas comenzaban a derretirse por la mañana.

La solución del enigma

La clave del fenómeno radica en los primeros momentos del deshielo matutino. Aunque la superficie del suelo aún está encharcada, se conservan láminas de hielo delgadas, de apenas unos milímetros de espesor.

Con la ayuda de vientos ligeros, las rocas, encajadas en el hielo, experimentan un desplazamiento casi sin fricción entre las capas de hielo sumergidas en el agua. Sorprendentemente, estos movimientos pueden persistir durante hasta 16 minutos.

La ocurrencia esporádica de estos movimientos atípicos se debe a la particularidad de las condiciones de la zona. Inviernos demasiado secos no aportarían la cantidad suficiente de agua, mientras que noches invernales cálidas no permitirían la formación adecuada de hielo.

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