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Un reciente estudio científico ha revelado algo que podría cambiar la forma en que entendemos la relación entre la alimentación y la longevidad: comer menos podría aumentar nuestra esperanza de vida.
Aunque la idea de reducir la cantidad de comida no es nueva, esta investigación aporta datos sólidos que vinculan una dieta controlada con una vida más larga y saludable. Lo más relevante es que han señalado otro factor como el más determinante. ¿Quieres saber cuál?
La restricción dietética, incluida la reducción calórica y el ayuno intermitente, tienen grandes potenciales para alargar la vida. Los científicos se han esforzado en comprender el motivo.
Un estudio con 960 ratones hembra realizado en el Laboratorio Jackson de Maine y publicado en Nature da algunas pistas para entender por qué este tipo de dietas restrictivas pueden alargar la vida y cómo aplicarlas a los seres humanos.
Así fue el estudio científico con ratones
Esta investigación se diseñó para garantizar que cada uno de los casi 1.000 ratones que participaron en el proyecto fueran genéticamente distintos. Con esto lo que se buscaba era representar mejor la diversidad de la población humana y que los resultados fueran más relevantes.
Los animales fueron asignados de forma aleatoria a estos tipos de dieta: acceso limitado a alimentos, ayuno un día a la semana, ayuno de dos días consecutivos a la semana y restricción calórica del 20 o 40% de la ingesta alimentaria basal (aquella que satisface las necesidades nutricionales mínimas).
Todas las restricciones dietéticas prolongaron la vida de estos roedores, pero sólo la reducción calórica redujo significativamente la tasa de envejecimiento.
El autor principal de este trabajo de investigación, Gary Churchill, explica en SINC que «el estudio confirma que las intervenciones dietéticas prolongan la esperanza de vida en ratones genéticamente diversos». Además, subraya que el hallazgo más sorprendente es que «dicha prolongación no se debe a la pérdida de peso que experimentan con estas dietas».
Ésta es la conclusión del estudio: menos comida, más años de vida
Una de las principales conclusiones a las que se llegaron es que ingerir menos calorías tiene un mayor impacto en la longevidad que el ayuno periódico. Los ratones que más vivieron con la restricción alimentaria fueron los que menos peso perdiendo y todo ello, comiendo menos.
Por otra parte, los ratones que perdieron más peso tenían menos energía, sistemas inmunitarios más débiles y vidas más cortas. Churchill afirma en declaraciones para SINC que «los animales más robustos mantienen su peso frente al estrés y la restricción calórica, y son los que viven más tiempo. Una restricción más moderada podría ser una forma de equilibrar la salud y la esperanza de vida a largo plazo».
El factor más determinante en el aumento de la esperanza de vida
A lo largo de esta investigación se ha descubierto que los factores genéticos tienen un impacto mucho mayor en la esperanza de vida que las dietas.
Gary Churchill informa de que «aunque la pérdida de peso y otros cambios metabólicos asociados a la restricción calórica y el ayuno intermitente son importantes para la salud, no son indicadores fiables de la prolongación de vida».
Para predecir la esperanza de vida según este investigador los mejores indicadores son los basados en la sangre. «Las intervenciones dietéticas utilizadas para los ratones no serían bien toleradas por nuestra especie, y nuestro objetivo no es aplicar directamente estas intervenciones a los humanos. Más bien buscábamos indicadores medibles de la prolongación de la vida útil que pudieran servir de base a los ensayos de intervención clínica», añade.
Para concluir, este autor de este estudio científico desvela que varios grupos están estudiando ya «el momento de la alimentación como factor que contribuye a alargar la vida» y que también están interesados en «identificar la base genética de la resistencia».