Naturaleza

Hallazgo insólito: un bosque de pinos en excelente estado emerge tras 6.000 años sepultado bajo el hielo

Pinos, bosque, árbol
Pinos blancos congelados durante milenios emergen tras el deshielo en la región de Yellowstone. Imagen: Daniel Stahle.
  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

En el mundo hay millones de bosques. Algunos están cerca de centros urbanos, otros en lugares remotos e inaccesibles, pero todos cumplen un papel clave: mantener el equilibrio del planeta. Son, literalmente, el pulmón de la Tierra.

Cuando se habla de un bosque nuevo, lo primero que viene a la mente suele ser una reforestación, una plantación reciente o la recuperación de una zona arrasada por el fuego. Pero este descubrimiento va por otro camino. No es un bosque sembrado hace poco. Es un bosque antiguo, que estuvo ahí durante miles de años, sepultado bajo el hielo. Y ahora, con el deshielo provocado por el calentamiento global, ha vuelto a emerger.

¿Por qué sucede algo así? Porque el aumento de las temperaturas está derritiendo capas de hielo y glaciares que han permanecido intactos durante miles de años. Y cuando eso ocurre, lo que sale a la superficie no siempre es roca o agua.

El bosque congelado que resurge tras 6.000 años

Este bosque se encuentra en el Beartooth Plateau, una zona remota y elevada del ecosistema de Yellowstone, a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar. Allí, un equipo de científicos encontró más de 30 troncos de pino blanco (Pinus albicaulis) perfectamente conservados, sin corteza pero con los anillos de crecimiento intactos. Según la datación por radiocarbono, estos árboles vivieron entre los años 5.950 y 5.440.

En ese entonces, las condiciones climáticas permitían que los árboles crecieran a una altitud mucho mayor que la actual. Sin embargo, con el paso de los siglos, la región se enfrió de manera gradual hasta alcanzar temperaturas que hicieron imposible su supervivencia.

El descenso de las temperaturas se debió a una combinación de factores: una baja en la insolación solar y una intensa actividad volcánica en el hemisferio norte, que lanzó cenizas a la atmósfera y bloqueó parte de la radiación solar.

No obstante, lo más llamativo es que ese cambio no fue repentino. Durante siglos, el ecosistema intentó adaptarse, hasta que una congelación abrupta lo detuvo todo. Los árboles quedaron atrapados bajo el hielo, sin margen para regenerarse. Y así permanecieron durante casi seis mil años.

¿Qué revela este bosque sobre el cambio climático?

Más que un hallazgo científico, esto es una señal clara de hacia dónde va el clima. Hoy, las temperaturas en las Montañas Rocosas han alcanzado (y en algunos casos superado) las del Holoceno medio, la época en que ese bosque existía. Eso podría provocar que la línea de árboles vuelva a subir, desplazando el ecosistema hacia zonas más altas.

Por otro lado, liberar capas de hielo que han estado intactas durante miles de años también significa exponer microorganismos y patógenos que estuvieron inactivos todo ese tiempo. Organismos como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ya han advertido sobre los posibles riesgos sanitarios.

Asimismo, el hielo alimenta ríos y cuencas que dependen de su estabilidad. En el corto plazo, el derretimiento podría aumentar el caudal de agua. Pero a largo plazo, si ese hielo desaparece, millones de personas podrían quedarse sin una fuente confiable de agua.

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