Hallazgo colosal: los científicos no dan crédito al presenciar un experimento que transformaría la física cuántica
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Mientras los días pasan entre oficinas, prisas y rutinas, en cientos de laboratorios ocurren cosas que podrían cambiar, sin que lo sepamos, lo que entendemos sobre el mundo. Un grupo de científicos acaba de observar un fenómeno que, hasta hace poco, ni siquiera se creía posible: una especie de «lluvia», pero a nivel cuántico.
El experimento fue liderado por L. Cavicchioli, desde el Instituto Nacional de Óptica en Italia, con la colaboración de otras universidades europeas. Lo que vieron fue sorprendente, una mezcla de átomos ultrafríos se estiró hasta quebrarse en pequeñas gotas, como si se tratara de un chorro de agua que se fragmenta en el aire. Pero no es agua ni líquido, es materia cuántica comportándose de una manera muy inusual.
El detalle que transforma este hallazgo en histórico es que las gotas, conocidas como «gotas cuánticas», no se mantienen unidas por las fuerzas habituales de la física clásica, sino por los efectos cuánticos que aún estamos empezando a entender. Y lo más curioso es que esa «lluvia» no había sido jamás vista en gases atómicos.
El descubrimiento que reescribe la física cuántica
Hablar de una gota cuántica parece ficción. Esta puede romperse, dividirse y formar estructuras menores siguiendo una lógica parecida a la de los líquidos convencionales.
Lo que sorprende de este descubrimiento es que la ruptura ocurre por una inestabilidad capilar, muy parecida a la que vemos cuando un chorro de agua se corta en gotas. La diferencia es que aquí se trata de materia a temperaturas cercanas al cero absoluto, en un estado cuántico completamente distinto.
La mezcla utilizada contenía átomos de potasio y rubidio. Al enfriarlos y manipular sus interacciones, lograron formar una gota estable. Luego, al liberarla en una guía óptica, comenzó a estirarse, como si fuera un filamento.
Llegó un punto crítico, y ahí ocurrió: el filamento colapsó y se fragmentó en varias subgotas. Lo interesante es que el número de gotas dependía directamente de la longitud que alcanzaba el filamento antes de romperse. Exactamente como pasa con un chorro de agua. Pero aquí todo ocurre bajo leyes cuánticas.
¿Para qué podría servir la lluvia cuántica?
Este fenómeno, que los propios investigadores llamaron lluvia cuántica, no es sólo una rareza para el archivo. Tiene implicaciones directas para el futuro de la tecnología. Las gotas cuánticas podrían convertirse en bloques básicos para construir redes de materia cuántica. Redes que podrían servir como base para nuevos modelos de computación cuántica, sensores ultraprecisos o simuladores físicos.
Por otro lado, comprender cómo se rompen estas gotas cuánticas permite imaginar nuevas formas de controlar la materia a escalas diminutas. Al entender cómo se comportan estas estructuras en condiciones extremas, los científicos pueden empezar a manipularlas con precisión y aplicarlas en tecnologías futuras.
Ahora, los científicos deben estudiar cómo interactúan estas gotas entre sí, cómo se agrupan, cómo se deshacen y qué otras fases pueden adoptar. Un proceso que puede ser largo, pero que no ha hecho más que empezar.