Descubren en el Caribe una bestia prehistórica de 6 metros y deja a los científicos sin palabras


Durante mucho tiempo, los científicos creyeron que en las islas del Caribe nunca habían habitado grandes depredadores terrestres. Sin embargo, se han encontrado restos fósiles pertenecientes a un enorme depredador extinto, semejante a un cocodrilo, en la República Dominicana. Se trata de un sebecio, una bestia prehistórica extinta que llegó a medir hasta seis metros de largo y que fue la dueña absoluta del ecosistema sudamericano durante millones de años tras la desaparición de los dinosaurios.
Este hallazgo no sólo revela la presencia de estos formidables carnívoros en las Antillas Mayores, sino que también extiende su existencia en el tiempo más allá de lo que se pensaba. Lejos de haber desaparecido hace 11 millones de años, como se creía, los sebecios pudieron haber sobrevivido al menos cinco millones de años más, refugiados en islas que durante mucho tiempo fueron vistas como simples santuarios de pequeñas criaturas. Este descubrimiento representa una pieza crucial en el complejo rompecabezas de la historia evolutiva del Caribe.
La bestia prehistórica del Caribe
Imagina un animal con la forma y agilidad de un galgo, pero con la armadura y los dientes de un cocodrilo. Así eran los sebecios, reptiles terrestres que evolucionaron después de la extinción de los dinosaurios y se convirtieron en los principales depredadores de Sudamérica. Aunque emparentados lejanamente con los cocodrilos, los sebecios no vivían en ríos o pantanos, sino en tierra firme, donde corrían tras sus presas usando sus poderosas patas. Su dentadura, provista de dientes afilados y dentados, era perfecta para desgarrar carne.
Durante mucho tiempo se pensó que estos reptiles habían desaparecido hace unos 11 millones de años. Pero los hallazgos en islas como República Dominicana, Puerto Rico y Cuba demuestran que, al menos en el Caribe, sobrevivieron bastante más tiempo. La clave del cambio fueron unos dientes fosilizados descubiertos en distintos puntos del Caribe, que durante décadas generaron confusión por su forma extraña, larga y con bordes aserrados.
La primera señal de que algo no cuadraba con la historia oficial llegó en forma de dos dientes encontrados en Cuba hace más de 30 años. Esos restos, con una antigüedad estimada de 18 millones de años, sugerían la presencia de un depredador de gran tamaño. Años más tarde, en Puerto Rico, apareció otro diente aún más antiguo: tenía unos 29 millones de años. Pero en ambos casos, los fósiles eran insuficientes para identificar con certeza al animal al que pertenecían.
Todo cambió en 2023, cuando un equipo de investigadores halló no solo un nuevo diente, sino también dos vértebras fósiles en la República Dominicana. Aunque no era un esqueleto completo, esta combinación de elementos permitió confirmar que pertenecían a un sebecio. La implicación era enorme: estos depredadores, considerados extintos en el resto del mundo, habían encontrado refugio en las islas del Caribe durante mucho más tiempo del que se creía.
Un depredador de seis metros
Algunos ejemplares de sebecios alcanzaban los seis metros de longitud. Además, contaban con una estructura ósea robusta y una armadura dérmica compuesta por placas óseas, lo que los hacía casi invulnerables. Estos atributos los convirtieron en los reyes indiscutibles de su entorno. Tras la extinción masiva de hace 66 millones de años que acabó con los dinosaurios no avianos, esta bestia prehistórica aprovecharon el vacío ecológico para tomar el control de los ecosistemas terrestres en Sudamérica.
Sin embargo, hasta ahora se creía que nunca habían llegado a colonizar las islas caribeñas. La presencia de estos fósiles cambia por completo esa visión, obligando a los científicos a repensar la historia ecológica de la región. Los investigadores proponen que los sebecios pudieron haber llegado a las islas cruzando puentes terrestres temporales, en un fenómeno conocido como la hipótesis de GAARlandia.
La hipótesis de GAARlandia sugiere que hace unos 35 millones de años existió una conexión terrestre o una cadena de islas emergidas que unía el norte de Sudamérica con las Antillas Mayores. Esta ruta habría permitido a diversos animales terrestres colonizar las islas. El hallazgo de fósiles de sebecios refuerza esta teoría, al mostrar que no solo animales pequeños, como roedores o lagartijas, llegaron al Caribe, sino también grandes depredadores terrestres.
Si los dientes hallados en Cuba y Puerto Rico también pertenecen a esta bestia prehistórica, su distribución habría sido más amplia de lo que se pensaba, abarcando múltiples islas del Caribe durante millones de años. Su presencia habría tenido un impacto significativo en la evolución de las especies locales, modificando las cadenas alimenticias y desplazando a otros posibles competidores.
El descubrimiento también ayuda a explicar por qué, tras la desaparición de los sebecios, las islas fueron ocupadas por depredadores de menor tamaño como aves rapaces, serpientes y algunos cocodrilos pequeños. En ausencia de grandes cazadores, estas especies encontraron un nicho ecológico libre. Según Jonathan Bloch, paleontólogo del Museo de Historia Natural de Florida, «el hallazgo cambia por completo la forma en que entendemos los ecosistemas del pasado en el Caribe. No era un lugar tranquilo y apacible, sino un territorio dominado por formidables depredadores».