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Los científicos no dan crédito: un misterioso fenómeno está tiñendo de naranja los ríos de Alaska

Ríos de color naranja en Alaska
Alaska.
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
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Las aguas de los ríos de la cordillera Brooks, en el norte de Alaska, que hasta hace poco eran puras y transparente, se están tiñendo de naranja por el deshielo del permafrost, según sostiene la investigación publicada la semana pasada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). El ecólogo Paddy Sullivan, de la Universidad de Alaska, fue uno de los primeros en percibir este cambio en 2019.

Mientras investigaba el desplazamiento de los bosques árticos, observó que el río Salmon no se había aclarado tras el deshielo y parecía tener aguas residuales. Alarmado por lo que vio, Sullivan unió fuerzas con otros investigadores, incluyendo a Tim Lyons, biogeoquímico de la Universidad de California, Riverside, y Roman Dial, de la Alaska Pacific University, para estudiar las causas y consecuencias ecológicas de este fenómeno.

Los ríos se están tiñendo de naranja en Alaska

El equipo de investigación analizó las aguas del río Salmon y confirmó que el deshielo del permafrost estaba desencadenando reacciones geoquímicas que oxidan rocas ricas en sulfuros como la pirita, generando acidez y movilizando una amplia gama de metales hacia el río.

El permafrost es «una capa de subsuelo de la corteza terrestre que se encuentra congelada de manera permanente en algunas de las regiones más frías del mundo. Está debajo de una franja más delgada de vegetación y tierra, que los expertos llaman «capa activa», que se congela cuando tiene nieve o hielo encima y se descongela cuando hace más calor. Esa capa protege al permafrost, que está compuesto de tierra, rocas, arena y materia orgánica (restos de plantas y animales), unidos por hielo», según recoge la BBC.

Cuando el permafrost se descongela, quedan expuestos al agua y al oxígeno minerales como la pirita (un sulfuro de hierro), provocando una reacción de oxidación que genera ácido sulfúrico. El ácido resultante disuelve metales como el hierro, el cadmio y el aluminio, liberándolos en los ríos y tiñéndolos de naranja, como ha ocurrido en Alaska.

Los investigadores señalan que, a diferencia de las minas, donde el drenaje ácido se puede controlar con sistemas de contención, en estas cuencas hidrográficas existen decenas o incluso cientos de focos de contaminación. Una vez que comienza el proceso químico, lo único que puede detenerlo es la recuperación del permafrost.

David Cooper, científico del Colorado State University y coautor del estudio, comenta: «He trabajado y viajado en la cordillera Brooks desde 1976, y los recientes cambios en la forma del terreno y la química del agua son realmente asombrosos». Por su parte, Tim Lyons, biogeoquímico de la Universidad de California, explica:
«Esto es lo que parece el drenaje ácido de una mina. Pero aquí no hay minas. El permafrost se está descongelando y está cambiando la química del paisaje». Y añade: «Quedan pocos lugares en la Tierra tan intactos como estos ríos. Pero incluso aquí, lejos de ciudades y carreteras, la huella del calentamiento global es inconfundible. Ningún lugar está a salvo».

Impacto ecológico y biológico

La liberación de metales en los ríos tiene consecuencias devastadoras para los ecosistemas acuáticos, ya que concentraciones elevadas de metales como el cadmio son tóxicas para la vida acuática. Además, el aumento de la turbidez del agua reduce la penetración de luz en el fondo de los ríos, afectando a las larvas de insectos que constituyen un alimento esencial para los peces. Todo esto altera la cadena alimentaria y pone en riesgo la biodiversidad de la región.

El fenómeno no se limita al río Salmon. Otras investigaciones han identificado ríos y arroyos en diversas partes del Ártico que también han cambiado de color debido al deshielo del permafrost. Los científicos advierten que, si el calentamiento global continúa, este proceso podría extenderse a otras regiones y afectar a más ecosistemas.

«Atrapados dentro del permafrost de la Tierra se encuentran cantidades incalculables de gases de efecto invernadero, microbios y productos químicos, incluido el ahora prohibido plaguicida DDT. A medida que el planeta se calienta, el permafrost se está descongelando a un ritmo creciente, y los científicos se enfrentan a una serie de incertidumbres al tratar de determinar los efectos potenciales del deshielo», alerta la NASA. «Los modelos actuales predicen que veremos un pulso de carbono liberado del permafrost a la atmósfera dentro de los próximos cien años, potencialmente antes», dijo Kimberley Miner, investigadora climática del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL).

El deshielo del permafrost en Alaska está revelando una faceta peligrosa del cambio climático. La liberación de metales pesados transforma los ríos, pone en riesgo la vida acuática y amenaza los ecosistemas.

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