Los científicos alertan y lo confirman: ya hay fecha para el fin del mundo y es muy pronto
Según este estudio, el fin del mundo se produciría por un colapso de los sistemas que sostienen la vida moderna
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El informe científico de Heinz von Foerster, publicado en 1960, ha vuelto a generar interés debido a su predicción sobre un posible colapso de la sociedad moderna, estimado para el 13 de noviembre de 2026. A diferencia de las visiones apocalípticas, este estudio no anticipa desastres naturales, sino un colapso social y de recursos causado por el crecimiento de la población. En los años 60, el equipo de Von Foerster advirtió que el ritmo acelerado del aumento poblacional llevaría a una crisis de recursos esenciales, como alimentos y agua, si no se lograba un equilibrio en el uso de los recursos naturales. A pesar de que las tasas de crecimiento han disminuido en varias regiones, el análisis sigue siendo un recordatorio de los límites del sistema que sostiene la vida en la Tierra.
A lo largo de la historia, la humanidad ha enfrentado varias predicciones obre el fin del mundo, como el pronóstico del diluvio de Johannes Stöffler en 1524 o el supuesto apocalipsis del cometa Halley en 1910. Sin embargo, el mensaje de Von Foerster es muy relevante, ya que trata de una reflexión sobre la sostenibilidad. En última instancia, su estudio subraya la importancia de gestionar el crecimiento y el consumo responsable para evitar que nuestros sistemas vitales lleguen a un punto crítico.
La fecha el fin del mundo
La fascinación por el fin del mundo es un tema que ha perdurado a lo largo de la historia. Recientemente, una investigación científica de 1960, liderada por el físico Heinz von Foerster, en colaboración con Patricia Mora y Lawrence Amiot, en la Universidad de Illinois, ha reavivado esta idea. El estudio predice que el 13 de noviembre de 2026 podría ser una fecha crucial para la humanidad, debido a un colapso de los sistemas que sostienen la vida moderna. Publicado en la prestigiosa revista Science bajo el título «Doomsday: Friday, 13 November, A.D. 2026», este estudio sostiene que la explosión demográfica, si sigue el ritmo de los años 60, dará lugar a una crisis de recursos fundamentales como alimentos, agua y energía.
En lugar de un apocalipsis cinematográfico, la visión de Foerster es puramente científica y se centra en el agotamiento progresivo de los recursos naturales. Según el estudio, el crecimiento acelerado de la población mundial podría superar la capacidad de la Tierra para producir y distribuir alimentos, además de causar un desgaste irreversible en los ecosistemas. Esta situación podría derivar en un colapso de los sistemas, generando escasez de alimentos y agua, y haciendo que los recursos esenciales sean inasequibles para muchas personas. Esto significaría un «fin del mundo» en el sentido de que el estilo de vida y las estructuras sociales actuales se verían gravemente amenazados, aunque no haya un evento apocalíptico específico.
Los problemas de sostenibilidad que señala el estudio de Foerster no son muy diferentes de los desafíos actuales. En la última década, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la escasez de recursos se han convertido en preocupaciones reales y tangibles a nivel global. Aunque la tasa de crecimiento de la población ha comenzado a disminuir, especialmente en ciertos países, el impacto ambiental de la actividad humana sigue siendo motivo de preocupación. Esto se debe, en parte, a que la reducción de las tasas de natalidad no se ha traducido en un uso más responsable de los recursos naturales. Por el contrario, el consumo ha aumentado, impulsado por el crecimiento económico y las demandas de una población que, aunque estable en algunos lugares, continúa en aumento en otras regiones.
Las advertencias de Foerster, aunque formuladas hace más de seis décadas, nos recuerdan los límites del sistema en el que vivimos y la necesidad urgente de replantear lras prácticas de consumo. Hoy, iniciativas tecnológicas y políticas sostenibles buscan mitigar estos problemas, desde mejorar la eficiencia en la producción de alimentos hasta reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, el debate sobre si nuestras sociedades pueden adoptar un modelo verdaderamente sostenible persiste, y la advertencia de un posible «fin del mundo» sirve como una llamada de atención. Aun cuando la fecha exacta de 2026 pueda no ser precisa, el mensaje subyacente sigue vigente: la humanidad debe aprender a vivir en equilibrio con el mundo natural.
A lo largo de la historia, se han hecho muchas predicciones apocalípticas. Desde la Edad Media hasta hoy, visionarios, religiosos y científicos han advertido sobre la destrucción de la humanidad. En 1499, el astrónomo alemán Johannes Steffen predijo un diluvio universal en 1524 debido a las conjunciones planetarias. Irónicamente, ese año fue uno de los más secos en Europa. En 1910, el astrónomo Camille Flammarion aseguró que el cometa Halley liberaría gases tóxicos que acabarían con la vida, causando pánico en la población. Más tarde, en 1990, una líder de la Iglesia Universal y Triunfante profetizó una guerra termonuclear, y el locutor cristiano Harold Camping predijo hasta cinco fechas distintas para el Juicio Final, todas sin éxito.