El avance de la quinta ola en Cataluña, y la afectación que está teniendo sobre personas ya infectadas, ha obligado a la Generalitat a dar varios pasos atrás en lo que respecta a los controles en las residencias de mayores. Los internos vuelven a tener las visitas limitadas a dos familiares por semana.
Además de este coto, que reduce mucho el número de interacciones sociales que tienen los ancianos, los familiares que acudan a las visitas tienen que tener la pauta completa de la vacuna contra del coronavirus y demostrarlo con el certificado Covid de la Unión Europea.
Pese a estar vacunados, además, deben someterse a un test de antígenos obligatorio a su llegada a las instalaciones, a cargo de la residencia. Con el resultado negativo, quince minutos después de la prueba, se podrá saludar al familiar con la mascarilla puesta y manteniendo la distancia de seguridad.
También los trabajadores de las residencias se tendrán que someter a un test PCR semanal para evitar que, en caso de estar contagiados, introduzcan el virus en el interior. De esta forma, la Generalitat quiere evitar que se ponga en riesgo al colectivo más vulnerable. Durante las primeras olas de la pandemia miles de mayores murieron en las residencias de nuestro país.
Cataluña no es la única comunidad autónoma que ha endurecido las restricciones. También lo ha hecho La Rioja. El miedo a nuevos brotes en las residencias ha obligado al Gobierno regional a tomar cartas en el asunto y a restringir de nuevo las visitas, con unas condiciones muy extremas para evitar más contagios.
Las nuevas imposiciones no son bien recibidas por parte de los familiares de los internos. Consideran, sobre todo por la limitación de que únicamente puedan visitarles dos personas por semana, que afecta directamente a la salud emocional de las personas que están internadas en estos centros.