Cuidados del bebé

Puntos rojos en la piel del bebé: las posibles causas y cuando contactar con el pediatra

Causas, síntomas y tratamiento de los puntos rojos en la piel del bebé

Cómo hidratar la piel del bebé antes y después del baño: consejos útiles

puntos rojos piel bebé
Qué hacer cuando el bebé tiene puntos rojos en la piel
Blanca Espada

La piel de los bebés es una parte muy importante de su organismo, ya que les protege de las agresiones externas y les permite sentir el contacto con el mundo. Sin embargo, también es una parte muy delicada y sensible, que puede sufrir alteraciones o problemas con facilidad. Uno de los problemas más habituales son los puntos rojos en la piel del bebé o las erupciones cutáneas, que pueden aparecer en cualquier momento y por diferentes motivos.

Estos puntos rojos pueden tener distintas características, como la forma, el tamaño, la localización o el número. También pueden tener distintos orígenes, que pueden ser más o menos graves. Algunos de estos puntos rojos son inofensivos y se resuelven por sí solos, sin necesidad de ningún tratamiento. Otros, en cambio, pueden ser un signo de alerta de alguna enfermedad o trastorno, que puede requerir atención médica urgente.

A continuación, vamos a explicar algunas de las posibles causas de los puntos rojos en la piel del bebé, desde las más comunes hasta las más raras. También vamos a explicar cómo identificarlos, cómo tratarlos y cómo prevenirlos. Además, vamos a indicar cuándo es necesario contactar con el pediatra, para que pueda valorar la situación y dar las recomendaciones adecuadas. De esta forma, podremos cuidar la salud y la belleza de la piel del bebé.

Causas comunes de los puntos rojos en la piel del bebé

Los puntos rojos en la piel del bebé pueden tener múltiples orígenes, pero algunos de los más frecuentes son los siguientes:

  • Irritación: La piel del bebé puede irritarse por el contacto con sustancias químicas, como detergentes, suavizantes, perfumes, jabones o cremas. También puede irritarse por el roce con la ropa, el pañal, las etiquetas o las costuras. La irritación suele provocar puntos rojos, inflamación, picor y sequedad en la zona afectada. Para evitarla, se recomienda usar productos hipoalergénicos, suaves y sin fragancias, y ropa de algodón o fibras naturales. También se debe cambiar el pañal con frecuencia y aplicar una crema protectora. Si la irritación persiste o se agrava, se debe consultar con el pediatra.
  • Alergia: La piel del bebé puede reaccionar de forma exagerada ante la exposición a algún alérgeno, como el polen, el polvo, el pelo de los animales, los alimentos o los medicamentos. La alergia suele manifestarse con puntos rojos, ronchas, habones, ampollas o eccemas, que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo. También puede causar otros síntomas, como estornudos, tos, dificultad para respirar, hinchazón o vómitos. Para prevenirla, se debe evitar el contacto con los alérgenos conocidos y seguir las indicaciones del pediatra. Si la alergia es severa o produce una reacción anafiláctica, se debe acudir de inmediato al servicio de urgencias.
  • Infección: La piel del bebé puede infectarse por la acción de bacterias, virus, hongos o parásitos, que pueden penetrar a través de heridas, picaduras, arañazos o grietas. La infección suele provocar puntos rojos, pus, costras, fiebre, malestar o pérdida de apetito. Algunas de las infecciones más comunes son el impétigo, la varicela, el sarampión, la escarlatina, la candidiasis o la sarna. Para tratarlas, se debe seguir el tratamiento prescrito por el pediatra, que puede incluir antibióticos, antivirales, antifúngicos o antiparasitarios. También se debe mantener la higiene de la piel y evitar el contagio a otras personas.
  • Calor: La piel del bebé puede reaccionar al exceso de calor o humedad, especialmente en los pliegues, como el cuello, las axilas, los codos o las ingles. El calor suele causar puntos rojos, granitos, sudoración o irritabilidad. Para prevenirlo, se debe vestir al bebé con ropa ligera, transpirable y de colores claros, y evitar la exposición directa al sol. También se debe hidratar al bebé con agua o leche materna, y refrescar su piel con paños húmedos o baños templados. Si el calor produce deshidratación, golpe de calor o insolación, se debe acudir al médico.

Cuándo contactar con el pediatra

La mayoría de los puntos rojos en la piel del bebé no son graves y se resuelven por sí solos o con cuidados caseros. Sin embargo, hay algunas señales de alarma que indican que se debe contactar con el pediatra, como las siguientes:

  • Los puntos rojos se extienden por todo el cuerpo o afectan a las mucosas, los ojos o los genitales.
  • Los puntos rojos se acompañan de otros síntomas, como fiebre, dolor, sangrado, supuración, inflamación o dificultad para respirar.
  • Los puntos rojos no mejoran o empeoran con el paso de los días o con el tratamiento indicado.
  • Los puntos rojos causan molestias, picor, ardor o alteran el sueño o el apetito del bebé.
  • Los puntos rojos tienen un aspecto extraño, como morado, negro, azulado o amarillento.

En estos casos, se debe consultar con el pediatra lo antes posible, para que pueda examinar al bebé, realizar un diagnóstico y prescribir el tratamiento adecuado. También se debe seguir sus recomendaciones y no automedicar al bebé ni aplicar remedios caseros sin su consentimiento.

Consejos para cuidar la piel del bebé

La piel del bebé es una barrera protectora que le defiende de las agresiones externas, pero también es una vía de comunicación y de contacto con el mundo. Por eso, es importante cuidarla y mimarla, siguiendo estos consejos:

  • Lavar al bebé con agua tibia y un jabón neutro o específico para su piel, sin frotar ni usar esponjas o toallas ásperas. Secar al bebé con suavidad, sin arrastrar ni dejar restos de humedad.
  • Hidratar la piel del bebé con una crema o loción adecuada para su tipo de piel, aplicándola con un masaje suave y circular, que favorezca la circulación y el vínculo afectivo.
  • Proteger la piel del bebé del sol, usando un protector solar infantil con un factor de protección alto, un sombrero, unas gafas y una ropa adecuada.
  • Evitar las horas de mayor radiación y buscar la sombra.
  • Revisar la piel del bebé con frecuencia, observando si hay cambios de color, textura, temperatura o sensibilidad. Ante cualquier duda o anomalía, consultar con el pediatra.
  • Respetar la piel del bebé, evitando el uso de productos químicos, perfumes, colorantes, alcohol o conservantes, que puedan irritarla o sensibilizarla. Elegir productos naturales, hipoalergénicos y dermatológicamente testados.

La piel del bebé es una parte esencial de su salud y de su bienestar, por lo que se debe cuidar con mimo y atención. Los puntos rojos en la piel del bebé son habituales y suelen tener causas benignas, pero también pueden ser un signo de alerta de alguna enfermedad o trastorno. Por eso, se debe estar atento a su evolución y consultar con el pediatra ante cualquier duda o preocupación. Así, se podrá garantizar la salud y la belleza de la piel del bebé.

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