Los padres primerizos y su “cursillo intensivo” en una semana
Cuando se va a tener el primer hijo, lo habitual es que los padres, a pesar de leer mucho sobre el cuidado de los niños y de recibir consejos de médicos y familiares, tengan un sinfín de dudas. Sin embargo, deben tranquilizarse. Deben saber que la experiencia y el día a día van a ser sus mejores consejeros y también sus maestros. Sí, porque en la primera semana de vida de sus bebés ya habrán aprendido numerosos aspectos que desconocían, que nadie les había contado o que simplemente no son cómo esperaban.
En concreto, estos son los principales aspectos que descubren en el “cursillo intensivo” que realizan en los primeros siete días como papás:
Cada bebé es un mundo
Durante el embarazo, los padres primerizos leen muchos libros, blogs y revistas especializadas para saber cómo cuidar al niño en todo momento. Eso les hace tener seguridad sobre cómo deberán reaccionar ante cualquier circunstancia. Sin embargo, la realidad suele ser otra. Lo que sucede es que se dan cuenta que un bebé no es un robot y no se comporta cómo los demás recién nacidos. Cada pequeño es diferente, tiene su personalidad y actúa de un modo y no de otro. De ahí que los trucos y consejos que hayan podido aprender o que le hayan dado a conocer quizás no funcionen con su hijo y tengan que recurrir a otros.
Así, por ejemplo, hay niños que lloran mucho y otros que no, hay quienes sufren ictericia y los que no la padecen en ningún momento, están los que comen con mucha ansia y tienen muchos gases, los que tardan tiempo en mamar…
La semana es como “Atrapado en el tiempo”
Otra de las cosas que los padres primerizos experimentan en la primera semana de vida de su hijo es que esas jornadas les van a hacer sentir que son los protagonistas de la película “Atrapado en el tiempo”. Y es que día a día se van a topar con la misma realidad, idénticas rutinas, la falta de sueño, las horas del baño, el tiempo que tarda en tomar el pecho, las visitas de los familiares, el cambio de pañales, los llantos del pequeño por la noche, que la casa sea un auténtico caos…
La “ley de Murphy” con los pañales
La ley de Murphy la conocemos porque, entre otras cosas, viene a decir que cuando una tostada se cae al suelo siempre lo hace por el lado de la mantequilla, pues bien, esto tiene su similitud en cuanto al cuidado del bebé. Así lo aprenderán en los primeros días los recién estrenados papás y es que se darán cuenta de que hay una norma no escrita que siempre se cumple: su bebé se hará caca o pipí nada más se le cambie el pañal.
Se vive un “Gran Hermano”
Entrar en el concurso de televisión “Gran Hermano” lleva a los participantes a aislarse por completo del mundo exterior. De ahí que durante el tiempo que pasen encerrados en la casa no sepan nada de lo que pasa en el mundo. Y eso es precisamente lo que les sucede a quienes se estrenan en la paternidad.
Sí, durante la primera semana de vida del bebé no tendrán tiempo para nada que no sea cuidarle, atenderle, mimarle, cambiarle, darle el pecho, bañarle…Vamos, que no encontrarán hueco en su día a día para sentarse tranquilamente en el sofá a escuchar las noticias o leer el periódico. Y si afortunadamente encuentran un hueco, lo más probable es que a los pocos segundos se queden dormidos por la falta de sueño que vienen arrastrando.
Nadie se pone de acuerdo
Aunque ya lo podían intuir durante el embarazo, durante los primeros días de vida de sus hijos es cuando los papás se dan cuenta de que nadie se pone de acuerdo con respecto a cómo cuidar a un bebé. Eso lo comprobarán porque sus padres, suegros, tíos, hermanos y demás amigos opinarán diferente sobre cómo cogerlo para que expulse los gases, cómo conseguir que se calme cuando llora de manera desconsolada, cómo bañarle, a qué temperatura tiene que estar el agua, qué prendas de ropa hay que ponerle…
Cada persona opinará de una manera y así se lo hará saber al padre y a la madre del pequeño quienes, para no volverse locos, deberán hacer lo que consideren oportuno y mejor para su hijo, lo que les diga la intuición. Y es que si hacen caso a unos y a otros, eso será un auténtico caos, pues todo el mundo quiere dar su punto de vista, todos quieren hacer valer su experiencia y todos se manifiestan como poseedores de la verdad. Así que para evitar discusiones y malos entendidos, hay que dejarles hablar y luego hacer lo que se considere más apropiado.