Imágenes divertidas que muestran lo que cuesta meter a los niños en la cama
Cuando los niños, al final del día, están ya en su cama descansando y durmiendo plácidamente, es cuando sus padres pueden aprovechar para descansar, para disfrutar del silencio en casa o para realizar las tareas que no han podido acometer durante el día. Sin embargo, para llegar a ese punto primero hay que conseguir que los peques dejen de lado todo lo que están haciendo, acepten irse a dormir y caigan en los brazos de Morfeo.
Y alcanzar ese objetivo no es tarea nada fácil, es más, en algunas ocasiones puede ser un auténtico horror y una odisea, ya que hay menores que se niegan a meterse en la cama y que montan un “espectáculo” con tal de no dormir. Eso da lugar a que se produzcan instantáneas como las que vamos a darte a conocer a continuación, que tenemos que verlas desde un punto de vista divertido pero que reflejan la “dureza” de esa labor paternal y maternal.
Dormido de pie
“¡Noooooo, no quiero irme a dormir!”. Esto es seguramente lo que dijo el pequeño protagonista de la fotografía cuando sus padres, mientras comía, le explicaron que era el momento de irse a descansar. Tan mal le sentaron esas palabras que ya ni siquiera terminó de cenar ni les dejó que le limpiaran la cara de las manchas de tomate que tenía. Salió corriendo y evitó por todos los medios ser cazado. Pero no les hizo falta a sus papás esforzarse demasiado pues, al poco tiempo, el menor cayó rendido después del esfuerzo en plan fugitivo que había realizado.
Tan agotado estaba que llegó a dormirse de pie, apoyando la cabeza en el sofá.
Todos cansados a más no poder
Como hemos mencionado, para algunos padres la hora de llevar a los niños a la cama es un sufrimiento diario, porque tienen que hacerle frente a pataletas, enfados, llantos…Una situación que no sólo agota a los hijos sino a los propios adultos. ¿Resultado? Que al final tanto ajetreo acaba provocando que todos, mayores y menores, estén cansadísimos y no puedan evitar caer rendidos de sueño en cualquier lugar y de cualquier forma.
Un buen ejemplo es esta imagen donde se ve que el papá, después de intentar lograr poner a sus hijos a dormir, estaba tan agotado por tanto trajín que se quedó dormido. Pero no sólo sino con la compañía de sus pequeños a los que les pasó igual.
Cualquier lugar es bueno para encontrar el sueño
Una gran cantidad de padres se enfrentan a diario a una carrera contrarreloj cuando les dicen a sus hijos que es el momento de marcharse a la cama. Y es que escuchar esas palabras hace que los pequeños salgan corriendo despavoridos por toda la casa, para evitar que les cojan y les lleven a su habitación para dormir. De ahí que los adultos tengan que, sin calentamiento previo de ningún tipo, comenzar una carrera por todos los rincones del hogar para conseguir detenerlos y, soportando llantos y gritos, ponerlos a descansar.
Pero no sólo eso, ya que hay ocasiones en las que los menores incluso llegan a esconderse. Y lo hacen tan bien que tanto es el tiempo que tardan los papás en encontrarles que al final el sueño “aparece” en su escondite. Si no que se lo digan a esta niña de tres años que se puso a dormir debajo de la cama, menos mal que tenía ya el pijama puesto y su padre la pudo sacar con mucho cuidado para meterla en su cama a descansar plácidamente.
El amigo inseparable
Las mascotas se convierten en los amigos inseparables de muchos pequeños y esa amistad es tan fiel que, incluso cuando los menores se niegan a dormir, les acompañan en sus travesuras, en su “no” rotundo a meterse en la cama, en sus juegos…Pero tampoco los dejan solos cuando, después de tanto ajetreo, caen rendidos por culpa del sueño, sea donde sea.
Esta instantánea que te presentamos es un fiel reflejo de esa realidad, de cómo los perros y los gatos están siempre al lado de sus dueños. Así podemos ver cómo la menor no ha podido evitar dormirse y su felino ha hecho lo propio, a su lado. Un gesto este que la niña agradece abrazándole.
Absolutamente rendido
Muchos son los niños que parece que oyen la palabra “cama” y es en el momento en el que les da ganas de saltar, brincar y jugar. Patalean, lloran e incluso salen corriendo por toda la casa porque tienen energía suficiente, o eso creen, para jugar en ese justo instante, aunque sean las doce de la noche.
Sin embargo, al final el cansancio les puede y eso hace que, a pesar de que se encuentren jugando con su muñeco favorito, se queden dormidos en cualquier rincón y en cualquier postura. Un buen ejemplo es este niño que estaba tan agotado como Mickey Mouse y que no ha podido evitar caer redondo en el suelo y pegar una cabezada.