Estas son las 4 frases que usan los padres que crían hijos exitosos según una experta en crianza
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Si tu hijo dice alguna de estas 4 frases, enhorabuena: su inteligencia emocional es más alta de lo normal

La crianza de los hijos no es una tarea sencilla. Sólo pensar en el cansancio que acumulamos a lo largo del día, ya nos hace entender lo duro que puede resultar a veces comunicarse con los niños sin perder los nervios y más cuando se le suman situaciones como que no quiera cenar, o se resista a hacer los deberes o que se produzcan peleas entre hermanos. Pero el diálogo es la clave y elegir las palabras adecuados lo que puede hacer que lo que decimos tenga su efecto o no. De hecho, hay 4 frases en concreto que usan los padres de hijos exitosos y que ha dado a conocer una experta en crianza.
Erika Katz, autora de Coach Parenting, tiene claro que la elección de palabras puede marcar la diferencia en cómo se desarrollan emocionalmente nuestros hijos. No se trata de ser perfectos, ni de no perder nunca los nervios. Se trata de aprender a hablarles con empatía, incluso cuando las cosas no van bien. Según Katz, ese tipo de comunicación puede reforzar su autoestima, su resiliencia y su motivación para enfrentarse al mundo. Y eso no es sólo teoría. Hay estudios que lo confirman. Tratar a los niños con respeto y cariño, incluso en los momentos más tensos, contribuye a una mejor salud mental en la infancia y adolescencia, y puede influir directamente en su éxito a largo plazo. Así que, si queremos criar hijos emocionalmente fuertes, vale la pena prestar atención a las palabras que usamos en el día a día. Estas son las cuatro frases que recomienda Katz en situaciones concretas y que pueden cambiar mucho más de lo que parece.
4 frases que usan los padres que crían hijos exitosos
Uno de los momentos más frustrantes para muchos padres es cuando los niños empiezan una tarea, pero la dejan a medias. Lo típico: han recogido algunos juguetes, pero no todos; han hecho parte de los deberes, pero no los han acabado. Es fácil decir algo como»Siempre dejas todo a medias» o «Nunca terminas nada». Pero esa reacción, aunque comprensible, puede tener el efecto contrario al que buscamos.
Katz propone otra forma de abordarlo, desde el refuerzo positivo:
«Hiciste un trabajo estupendo [completando una tarea]. ¿Por qué no hacemos esto también…?». Con esta frase no solo se reconoce el esfuerzo ya hecho, sino que se invita a continuar desde la colaboración. Al usar el «nosotros», se elimina el tono acusatorio y se convierte el momento en una oportunidad para trabajar juntos, en lugar de corregir desde la queja. Además, el niño se siente capaz y acompañado.
Por otro lado, que un niño pegue, grite o muerda no significa que sea un mal niño. Es una señal de que no sabe cómo gestionar lo que siente. Y aunque ese comportamiento hay que frenarlo, hacerlo desde el castigo o la humillación puede hacer más daño que bien. Lo que Katz sugiere es abordar la situación desde la comprensión emocional, sin tolerar la conducta. La frase que propone es: «Sé que estás molesto, pero no puedes [golpear, morder, patear, etc.]»
Con estas palabras el mensaje es claro: se reconoce que hay una emoción detrás, pero se marcan los límites sin gritar ni castigar. No se trata de justificar lo que ha hecho, sino de enseñarle que sentirse mal no da permiso para dañar a otros. Así se le ayuda a poner nombre a lo que siente y a aprender poco a poco otras formas de expresarlo.
Cuando se frustran con una tarea y reconocer que no somos perfectos
A veces basta un pequeño tropiezo para que un niño pierda toda la motivación. Un ejercicio que no sale, una lectura que se complica… y de repente, «No puedo» o «Soy tonto» salen por su boca. En esos momentos es fácil caer en el «Claro que puedes, venga, sigue», pero esa frase muchas veces no cala. Lo que Katz propone es otra estrategia: recordarle algo que ya hizo bien para reforzar su confianza. Su sugerencia es clara: «Hiciste [esta otra tarea] muy bien. Sé que puedes hacer otra» Es un pequeño cambio, pero marca la diferencia. En lugar de presionarle, le ayudas a recordar que ya ha sido capaz antes. Se enfoca en el progreso, no en el fallo.
Y finalmente algo que ocurre más veces de lo que pensamos, y es que son muchos los padres que no saben reconocer que se han equivocado. A muchos nos cuesta pedir perdón a nuestros hijos. Pensamos que perderemos autoridad, que pareceremos débiles. Pero lo que muestra Katz (y lo que confirman muchos expertos en educación emocional) es justo lo contrario. Pedir perdón demuestra humildad, y enseña a los hijos que equivocarse también forma parte de ser adulto. De este modo, Katz propone esta otra frase: «Lo siento. No fui sensible contigo».
En definitiva, cuando un padre o una madre se disculpa de verdad, sin excusas, el mensaje que llega al niño es muy poderoso: «Incluso los mayores se equivocan, pero lo importante es reconocerlo y repararlo». Esto fortalece el vínculo y les da permiso para ser vulnerables también, para aprender sin miedo. Además, les muestra con el ejemplo cómo manejar las emociones, y eso vale mucho más que cualquier discurso.
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