El sacerdote Bartomeu Suau reivindica una Palma «digna de su historia» en el pregón de l’Estendard
El rector de sa Indioteria ha compartido su "alegría y orgullo" por su "familia, amigos y los jóvenes"
"Amo Mallorca y me sabe muy mal que la estropeen, pero especialmente amo Palma", afirma
El rector del barrio palmesano de sa Indioteria, Bartomeu Suau, ha reivindicado este viernes, en el pregón de la fiesta de l’Estendard, una Palma y Mallorca «dignas» de su «historia» y «grande de cara al futuro».
Suau ha comenzado su discurso, titulado La màgia de Palma reconociendo estar «muy nervioso» por haber sido él el elegido para dar el pregón de la fiesta de l’Estendard. «Solo soy el sacerdote de un barrio de Palma, sa Indioteria, desde hace 46 años. ¿Quién soy yo para hacer el pregón?», se ha preguntado aún durante su alocución.
En este sentido, ha recordado como pensó en consultarlo con Gabriel Janer Manila, a quien se ha referido como «un buen amigo» y quien , ha recordado, «ya hacía algunos años que había hecho el Pregó de l’Estendard». «¡Tonto! Tonto de mí! Sí, el yerno de Gabriel Janer es el hermano de Jaume, el alcalde», se dio cuenta al cabo de un rato pero ya se había comprometido con el primer edil a consultar y pensarse lo de dar el pregón de la fiesta de l’Estendard.
Así lo hizo, de hecho, el sacerdote Bartomeu Suau, cuando fue a sa Bomba, la casa de Gabriel Janer Manila, donde también se encontraban la mujer del escritor y su hija, Maria de la Pau, quien también hizo el Pregó. Todos ellos le animaron a decir que sí y, desde allí mismo llamaron al alcalde, siendo Janer Manila quien le dió la noticia. «¡Total: El tiro por la culata!», ha apuntado.
De este modo, una vez confirmado que sería él quien diera el pregón de la fiesta de l’Estendard, pensó que «si tenía que hacerlo era de una manera noble y sencilla». Por ello, ha comenzado por «dar las gracias a todos los alcaldes de Ciutat que» ha habido «durante los 46 años» en los que él ha estado en la barriada. «Siempre todos me han escuchado y casi todos nos han ayudado», ha agradecido.
«Recuerdo don Ramon Aguiló, que nos dio aquellas primeras 5.000 pesetas, todo un regalo en aquel año 1981. Me hizo llorar. Don Juan Fageda en la Granja Escuela, la Unidad Básica de Salud, o el premio Emili Darder en tiempo de doña Aina Calvo, el Pabellón Toni Pizà de Catalina Cirer, o don Mateu Isern, o don Antoni Noguera, que siempre estuvo cerca del Club. Don Jose Hila, que tiene las hijas en el club. Y ahora, también, tendría que dar las gracias al alcalde actual, don Jaume, pero no lo haré, porque todavía le quedan tres años de legislatura y esto del Pregón…», ha ido desgranando.
Precisamente, antes de comenzar con el Pregón, el sacerdote de Sa Indioteria ha compartido su «alegría y orgullo» por su «familia, amigos y amigas y los jóvenes». «Y es que sí, podéis imaginar y creer que he estado siempre con los jóvenes y que con ellos he recorrido cientos de veces Mallorca; los primeros años era una selva, estos últimos años teníamos que pedir permisos en los ayuntamientos, hoteles, socorristas y turistas. ¡Indignante!», ha señalado. «A ver la salida del sol desde el Massanella docenas a veces y hacer el torrente de Pareis mil veces, por arriba y por abajo, con agua y sin. ¡Ahora me llevarían en la prisión!», ha continuado.
«Amo Mallorca y me sabe muy mal que la estropeen, pero especialmente amo Palma. Esta ciudad pertenece a mi mundo de la fantasía, de la felicidad, de la infancia, de aquellas cosas que quedan en el corazón por siempre jamás. Es mi magia particular. Es la magia de Palma», ha subrayado Bartomeu Suau, recordando su infancia en Alcúdia, donde sus padres ejercían como maestros de escuela, y como «solo una vez al año, y no cada año, pero siempre por Navidad» bajaban a Palma, «a casa de los abuelos». «No os podéis imaginar la fiesta, la magia, que eran aquellos días», ha rememorado.
«Formaba parte de esta fantasía la visita a los belenes en las iglesias oscuras. Pero especialmente tengo un recuerdo de un acto que a mi padre le hacía ilusión: los Tamborers de la Sala», ha señalado. «Los hombres disfrazados con unas mazas y tambores y unos hombres como fantasmas que llevaban un tronco muy muy largo. El padre nos decía: es el Estendard del Rei en Jaume y el casco. Mis hermanos y yo mudos, nos dábamos la mano y no nos soltábamos para nada. Es curioso, todavía ahora la tengo y la conservo dentro de mi corazón, aquella fantasía de Cort y la plaza Mayor. Haya gente o no, o turistas o vendedores. Veo mi padre, mi abuela…», ha explicado.
«De repente», sin embargo, «desapareció esta fantasía que vivía y donde me encontraba tan bien». «Era el timbre de casa… Un grupo de jóvenes que venían a preparar las fiestas del Club d’Esplai», ha comentado para reflexionar sobre su barrio, donde ha vivido 46 años, «primero con gente de la Península; y ahora de todo el mundo».
Y es que, los jóvenes que entraron en casa del sacerdote, todos ellos monitores, le encontraron raro, y le preguntaron si le pasaba algo. «Pues, tenía el Pregón dentro de la cabeza y les dije: Tengo que hacer el Pregó de l’Estendard. Me miraron como quien no entiende nada y uno de ellos me dice: ¿Y qué es esto, Tomeu? ¡Pam! Fue como una bofetada», ha asegurado Bartomeu Suau, advirtiendo que «está claro; hay como un cinturón de Ciutat (la Soledat, Son Gotleu, Es Rafal Nou, Es Rafal Vell, Es Vivero, Corea, Son Cladera, Verge de Lluc, sa Indioteria), donde la mayoría son palmesanos, hablan el catalán o mallorquín, pero no saben nada de nuestra historia».
Entonces, ha compartido una anécdota sobre una misa a unas personas de Ecuador, que fueron a la parroquia para una fiesta a la Virgen de El Quinche, y cuando les hablaba les dijo que fueran «con cuidado» con sus hijos porque «no viven ni sienten la devoción de la Virgen de El Quinche porque ya no son de allí, pero tampoco viven ni vivirán la devoción de aquí, de la Verge de Lluc o de la Verge de la Salut, porque vosotros no sois de aquí». «Entonces no tendrán raíces, no son de ningún sitio y eso es muy peligroso», ha apuntado, asegurando que «el trabajo en el barrio ha sido este: ¡sa Indioteria, mi pueblo, te quiero!», ha hecho hincapié.
«Mientras tanto, nosotros, quienes estamos aquí, organizando la fiesta, discutimos, nos peleamos, unos de derechas, otros de izquierdas. ¡Quedé bloqueado!», ha reconocido, afirmando que «estaba preocupado y realmente triste», ya que «no podía traicionar» sus «sentimientos de estima a la ciudad, pero tampoco podía traicionar al barrio». De este modo, y tras un primer instante en el que se le pasó por la cabeza escribir al alcalde para decirle que no podía hacerlo, decidió ir a dar un paseo, cuando se encontró con una mujer nigeriana quien «le dijo: Me ha gustado mucho el escrito que has puesto en la plaza». Él «había escrito «los amigos y amigas de Jesús» Proclamamos solemnemente el día 24 de Diciembre de 2024 el mundo… el barrio, en estado permanente de Esperanza».
«La esperanza, la ilusión, el coraje… Al fin! Era como una hada buena que venía a salvarme», ha opinado. Por ello, y tras darle alguna que otra vuelta, decidió centrar su discurso en la importancia de «volver a tener fe en el futuro y esperanza en el presente». Pues, «el Estendard dentro de la historia ha representado, así se ha recordado muchos de años, no la guerra, sino la nueva época que empezó y que hoy todavía vivimos… Aquel 31 de diciembre del año 1229, el Rey Jaume entró en la ciudad con virtudes y defectos, con ilusiones y esperanzas, en guerra, con muertes y con vida para muchos –y muchos que se aprovecharon; como siempre–, con toda una cultura cristiana y europea. Ya no volvió a ser una isla cerrada, sino abierta al futuro», ha recordado, convencido de que ya sabía como empezar y terminar el pregón de la fiesta de l’Estendard.
«Caballeros, hombres y mujeres del siglo XXI. Nobles, señores y señoras, guerreros, pobres y ricos, jóvenes y viejos. «¡Vergüenza Caballeros!, ¡Vergüenza tenéis que tener!» Por una ciudad y una Mallorca dignas de nuestra historia y grande de cara al futuro», ha concluido el sacerdote Bartomeu Suau su «humilde» escrito.