La razón por la que la izquierda odia que el 12 de septiembre se celebre la Diada de Mallorca
La existencia del Reino de Mallorca choca frontalmente contra la quimera de la Confederación Catalano-Aragonesa
La carta de franquezas y libertades dio a las islas un rango que nunca tuvo ni por asomo Cataluña


Existe un hecho histórico que el pancatalanismo radical, y con él todos los partidos de izquierda, no pueden asimilar: la existencia del Reino de Mallorca, una monarquía cristiana que se prolongó por espacio de 67 años, desde 1276 hasta 1343, aunque si consideramos el reinado de Jaime I la duración sería de 113 años. Más de un siglo -con el paréntesis de la confiscación por parte de Aragón desde 1285 hasta 1298- en el que las Islas tuvieron autoridad y autonomía propias bajo el palio de cuatro diferentes soberanos.
El Reino de Mallorca es una piedra en el zapato del pancatalanismo, que rehúye como si fuera la peste de la Diada que hoy se celebra para conmemorar el 749 aniversario de la proclamación de Jaime II y del juramento de franquezas y libertades en el altar de la iglesia de Santa Eulalia. El Pacte de Progrés utilizó su mayoría parlamentaria en 2016 para trasladarla al 31 de diciembre, día de la conquista de Medina Mayurqa, pero en 2023 Marga Prohens devolvió la Diada a sus orígenes reales.
Para el catalanismo radical, representado en la isla por Més per Mallorca, reconocer que las Islas fueron un reino autónomo durante más de un siglo choca frontalmente contra la disparatada teoría -propia de una película de Berlanga- de la existencia de una Confederación Catalano-Aragonesa que ellos definen como «la reunión de los catalanes de ambos lados del mar» y que por supuesto no existió jamás, entre otras cosas porque los ocho condados catalanes no fueron unificados hasta 1521 por el emperador Carlos I y porque Barcelona, una marca hispánica creada por los Reyes Carolingios, se incorporó a la corona de Aragón en 1137, pero sin variar en ningún momento su condición de Condado. De ahí no pasó. Por eso, en la farsa dels Països Catalans no casa la anomalía del Reino de Mallorca. De ahí que quieran ocultarla a toda a costa.
El rey Jaime I el Conquistador, cuya estatua ecuestre preside la Plaza de España -antigua Plaça de la Porta Pintada- dividió sus dominios entre sus dos hijos, Pedro, que heredó la corona de Aragón, además de Valencia y Barcelona, y Jaime, a quien le fue otorgado el Reino de Mallorca en calidad de ente autónomo en el seno de la propia corona aragonesa, el condado del Rossellón y el Señorío de Montpellier. El 27 de julio de 1276 falleció en Alzira Jaime I y el 12 de septiembre de ese año Jaime II juró en Santa Eulalia las franquezas, que eran un conjunto de disposiciones legales y privilegios otorgados para asegurar las libertades y derechos del nuevo reino, y que habían sido redactados por el propio Conquistador. El Libro de franquezas y privilegios del reino de Mallorca es el documento de mayor valor que se conserva en el Archivo del Reino de Mallorca.
Jaime II creó una imagen propia para su nuevo reino. Brisó el blasón familiar y suprimió en el escudo uno de los cuatro palos de la corona aragonesa para dejar el emblema de la casa de Mallorca en tres palos de gules sobre fondo amarillo. Por supuesto ésta es la bandera ante la que tanto desprecio siente el pancatalanismo. También acuñó moneda propia con la leyenda «Rex Maioricarum», los «Reales de Oro», con un peso medio de 3,85 gramos y una de las labras medievales de mayor belleza jamás producidos, los «Reales de Plata» y el vellón. El pancatalanismo vendería su alma al diablo por haber dispuesto de una moneda en la que se leyera la palabra «Rex», pero dado que nunca fue reino eso era imposible. Y, por supuesto, no hay que olvidarse de la joya del periodo de Jaime II, el Castell de Bellver, cuya construcción se inició en 1300, tras recuperar de Aragón la autonomía del reino.
721 años más tarde, en 1997, la presidenta del Consell de Mallorca, Maria Antònia Munar, escogió el 12 de septiembre de 1276 para conmemorar la Diada de Mallorca con una serie de actos que incluían una ofrenda floral a la tumba del rey Jaime II en la catedral de Palma, pero en 2016 el catalanista Miquel Ensenyat, presidente del Consell, consiguió los votos necesarios entre socialistas, comunistas y soberanistas para borrarla del calendario alegando «falta de arraigo popular» y trasladarla al 31 de diciembre, fecha que señala, según sus órganos de propaganda, «el nacimiento de nuestro pueblo como comunidad nacional de lengua y cultura catalanas».
Siete años después la Diada de Mallorca volvió a su fecha original y ahí se mantiene, orgullosa, celebrando hoy, viernes 12 de septiembre de 2025, el 749 aniversario del juramento de las Franquesas por parte de Jaime II, el primero de los tres soberanos privativos del -por mal que le pese al pancatalanismo y al soberanismo- Reino de Mallorca, una realidad que históricamente nadie podrá negar jamás.
Temas:
- Mallorca
- Marga Prohens