Mosaico magistral de diálogos entre danzas
Hacía años, probablemente desde el 2010, que el público de Palma apenas tenía acceso a una propuesta de danza con mayúsculas pero el momento ha llegado con Acosta Danza y su emblemática propuesta 'Tocororo suite'
¿Conoces los grandes beneficios de la danza?
Hacía años, probablemente desde el 2010, que el público de Palma apenas tenía acceso a una propuesta de danza con mayúsculas. La fecha refiere el final de la Temporada de Ballet de Mallorca, nacida el año 1996, y que en sus quince ediciones nos acercó lo mejor de la escena internacional. En su período de vigencia se acercaron al Auditórium de Palma referentes de una forma de hacer marcada por la excelencia y si debo elegir un hito, sin duda la referencia a subrayar es la visita del Ballet de Lausana, y el majestuoso ‘Le Presbytère’ de Maurice Béjart con música de Mozart y The Queen.
El hijo natural de aquella experiencia sin duda es el Ciclo de Danza, que puso en marcha en 2015 el propio Auditórium para compensar tan grande pérdida. Su momento cumbre, sin dudarlo, ha llegado con la presentación de Acosta Danza y su emblemática propuesta, Tocororo suite, que por cierto acude este 8 de agosto al Festival Internacional de Santander.
Tocororo: ave trepadora que vive solitaria, endémica de los bosques de la isla de Cuba. Está reconocida, además, como el ave nacional de Cuba. El detalle, no es menor, al acercarnos a Tocororo suite, espectáculo basado en la primera coreografía (2003) del bailarín cubano Carlos Acosta, que el año 2016 al fundar su propia compañía decidió retomar este trabajo que se inspiraba en las costumbres y personajes de la sociedad cubana, además de incluir rasgos biográficos.
A propósito de vivencias personales de Carlos Acosta les recomiendo leer su autobiografía No way home (2007) y ver el documental Yuli (2018) dirigido por Icíar Bollaín. Carlos Acosta se formó en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba, cantera de la que tradicionalmente se ha nutrido el Ballet Nacional de Cuba. Vino la compañía a Palma, con Alicia Alonso a la cabeza, y pudimos apreciar que sin dudarlo es una de las joyas de la corriente dancística caribeña. El acierto de Acosta fue crear su compañía coincidiendo con su promoción a principal bailarín invitado del Royal Ballet, creando progresivamente una cantera propia que lleva la danza con mayúsculas al encuentro directo con la tradición musical cubana y de esa fusión surge el milagro Acosta Danza que es en sí misma una compañía donde se sublima la escuela neoclásica.
Es interesante que al retomar Tocororo Acosta recurriera a la ‘suite’, que es una forma musical cuyo origen se remonta al Renacimiento y que cabe interpretarla en el teatro musical de manera similar: movimientos breves de carácter dancístico con lo que se consigue acentuar el sentido dramático de la contraposición. ¿Qué mejor elección cuando el argumento trata sobre las costumbres de la sociedad cubana, confrontándolas con rasgos biográficos del propio Carlos Acosta, y además, ofreciendo una lectura depurada de las similitudes y oposiciones de un complejo cuadro dancístico?
Obra laureada ya en sus inicios, venía a coincidir con el momento cumbre de Acosta como primer bailarín del London Royal Ballet, otro asunto que tampoco es menor, porque en esta versión en forma de suite en realidad lo que se plantea es el diálogo entre culturas a partir del fenómeno migratorio que en el escenario encarna el propio Acosta y se sublima en los diferentes pas de deux que desarrolla él mismo emparejado con la prima ballerina, además de un colosal duelo final emparejándose al bailarín invitado.
Un diálogo entre culturas resuelto igualmente en el permanente confrontar el ballet clásico con expresiones étnicas, a partir de bellísimas transiciones entre la escuela neoclásica cubana, la danza contemporánea y mucho baile folclórico. Y por encima de todo, acudiendo al subrayado de una excelente técnica. Por cierto ‘tocororo’ es asimismo una voz onomatopéyica que casa muy bien con los intercalados en criollo haitiano que marca distancias con el simple planteamiento folclórico y contribuyendo a elevarlo a la cumbre de la cultura alternativa. Porque por encima de todo Tocororo suite pone sobre las tablas la sublimación de tópicos convirtiéndolos en obra maestra.
Un delicado andamiaje que nos invita a evocar imágenes que nos permiten sumergirnos sin esfuerzo alguno en el musical moderno y al mismo tiempo saborear en profundidad el fuerte carácter del alma cubana a través de unos evocadores dibujos que son descritos por el cuerpo de baile. Pero, ya digo, son los pas de deux donde recae la idea-fuerza que recorre el argumento, sublimados en el duelo final entre Acosta y el bailarín invitado, mientras la historia de amor que subyace en el relato queda expresada en los recorridos de suprema belleza plástica compartidos con la prima ballerina .
Se levanta el telón y la música en directo queda en evidencia a partir de un juego primario de ritmos hasta completar un combo de piano, bajo eléctrico y percusiones. Hasta la entrada en escena del cuerpo de baile dando sentido a la trama a punto de desarrollase, y que ya nos ha advertido de la presencia de un recién llegado que pondrá su legado (ballet clásico) a prueba hasta el entendimiento con el otro (danza contemporánea) y el encuentro con unas singularidades (baile folclórico) que en realidad son palabras dialogantes.
Porque esa es otra. Carlos Acosta despliega su genio; hace del movimiento coreográfico el vocabulario de una narrativa precisa hasta descubrirnos el alma cubana y transformar el relato en una maravillosa puesta en escena, donde una técnica depurada permite apreciar sin esfuerzo las transiciones. Lo que vemos es, en efecto, un mosaico magistral de diálogos entre danzas. Alguien se ha referido a Tocororo suite como “un canto al mestizaje”, y no puedo estar más en desacuerdo, porque en realidad asistimos al fluir de una historia que es un canto a la universalidad, desde la observancia de los cuadros que conforman una realidad concreta que no se reivindica: se sabe dueña de sus propios sueños, de sus capacidades para dialogar en libertad. No hace falta entonces reivindicar nada, simplemente ser fiel a sí mismo.
Temas:
- Danza
- Palma de Mallorca