El Frente Popular está vivo

El Frente Popular está vivo

Juro que me gustaría poder decir otra cosa sobre este PSOE y sobre esta izquierda española: la más nefasta, canalla y vil que existe hoy en el mundo occidental. Me gustaría afirmar que la alternancia en el Gobierno es sana, que responde a la voluntad de los españoles y que el Estado de derecho, la división de poderes y la independencia judicial se respetan sin manipulación ni sectarismo. Me gustaría, en definitiva, ver a una España unida, reconciliada, fuerte y proyectada hacia un futuro esperanzador.

Pero no es así. Y ojalá me equivocase.

La reacción del PSOE, de Pedro Sánchez, del Gobierno y de esa izquierda que arrastra décadas de revanchismo ante la condena del Fiscal General del Estado sólo me conduce al pesimismo más firme. Las declaraciones de estos días -«reventar a la derecha», «justicia franquista», «fascistas con toga», «no hemos pasado la Transición»- son el reflejo claro del sectarismo que domina su visión de España.

Porque cuando este mismo Tribunal Supremo, con prácticamente los mismos magistrados, condenó al PP por Gürtel y provocó la caída de Rajoy, nadie habló de fascismo. Y cuando se condenó a Iñaki Urdangarin, los jueces tampoco eran franquistas. Entonces aplaudían. Hoy insultan. Esa es la talla moral de esta izquierda.

El problema no es sólo el ataque al Poder Judicial: es la concepción totalitaria del poder que tiene este PSOE y la izquierda en su conjunto. Una izquierda que no acepta más gobierno que el suyo, que sigue instalada mentalmente en el guerracivilismo, que jamás asumió de corazón la Constitución del 78 y que lleva años erosionándola: con la amnistía, con el asalto al Consejo General del Poder Judicial, al Tribunal Constitucional y a toda institución que les estorbe.

Su objetivo es diáfano: desmontar el régimen constitucional para sustituirlo por un experimento republicano y autoritario, estilo Venezuela, con la colaboración imprescindible de los nacionalgolpistas que ansían fracturar España bajo la coartada del «Estado plurinacional» que ya diseñó Zapatero.

Lo han intentado todo. Agitación, polarización, ruptura territorial, intoxicación mediática y manipulación institucional. Porque no saben construir, solo dividir. Su modelo de España sigue siendo el de Largo Caballero: la revolución, el señalamiento del discrepante y la destrucción de quien no piensa como ellos.

Pero esta vez se han encontrado con una España distinta, una Europa vigilante y una sociedad que empieza a despertar ante la gravedad del momento.

Y me duele decirlo, pero es la verdad: no hay un PSOE bueno, ni una izquierda buena, mientras sigan aferrados al odio, al resentimiento y al rechazo permanente a la nación que dicen representar. Sin una refundación moral e ideológica profunda, seguirán conduciendo a nuestra patria hacia la ruina política, institucional y social.

Por eso, hoy más que nunca, debemos seguir luchando por España, por su libertad, por su continuidad histórica y por el futuro de nuestros hijos y nietos. La defensa de la nación no es un eslogan: es un deber.

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