La sonrisa del asesino: Yassine Kanja no mostraba ningún arrepentimiento tras su detención
Yassine Kanja, el yihadista de 25 años que ayer asesinó con un machete al sacristán de una iglesia de Algeciras y dejó varios heridos antes de ser detenido, no mostró ningún signo de arrepentimiento tras ser detenido. Por el contrario, su rostro enmarcaba una insultante sonrisa como se puede ver en la fotografía que ha trascendido de su estancia en comisaría.
Un sonrisa que ha llamado la atención por la crueldad que transmite tras su crimen, ajeno a la larga condena que le va a llevar a prisión seguramente para el resto de su vida.
Yassine nació en Marruecos el 6 de octubre de 1997. Según los vecinos de piso patera en el que vivía junto a otros dos jóvenes, se ganaba la vida con la venta de flores en la calle Tarifa de Algeciras.
La policía se había fijado en él a causa de su creciente radicalización, pero sobre todo por la zona de Algeciras que frecuentaba, marcada por el tráfico de drogas y tomada por la delincuencia habitual.
Algo debió pasarle en los últimos días para que su pasión religiosa se desbordase este miércoles. Según el relato de los hechos, antes de su salvaje ataque machete en mano primero se dirigió a la iglesia de San Isidro de Algeciras, donde entabló una violenta discusión con varios feligreses para conminarles a que renegaran del cristianismo y profesaran la que según él, es la verdadera religión. Eran las 18.30 aproximadamente, según los testigos
Se marchó y una hora después regresó armado con un machete en una mano y un Corán en la otra, y agredió al sacerdote de la parroquia, que consiguió escapar aunque con un grave corte en el cuello.
Desde allí se dirigió a la parroquia de la Palma, situada a apenas 200 metros, donde se subió al altar tirando a patadas todo lo que se encontraba encima y apuñaló mortalmente a Diego Valencia, el sacristán que intentaba impedirlo y al que remató en la calle entre gritos de «Alá es grande».
Según algunos testigos, Kanja en realidad buscaba al sacerdote de La Palma para desahogar su ira, pero confundió al sacristán con él. Tras herir a varios feligreses, huyó a una ermita cercana, donde finalmente fue detenido.