Es el pueblo más bonito de España en 2024 según ‘National Geographic’: un paraíso en el norte
Un pueblo con una rica historia y una belleza natural fascinante
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España, conocida por sus ciudades y playas, también alberga numerosos pueblos pintorescos que atraen a turistas e todo el mundo. El país está lleno de pequeños municipios que merece la pena conocer. Entre estos, Santillana del Mar ha sido esignado como el pueblo más bonito de España por la prestigiosa revista National Geographic. Éste encantador municipio, situado en Cantabria y a poco más de 28 kilómetros de Santander y una hora de Bilbao, destaca por su belleza natural y su rica historia.
Santillana del Mar, con una población de poco más de 4.000 habitantes, se distingue por sus estrechas calles empedradas, sus fuentes históricas y su impresionante arquitectura, que abarca varios estilos: medieval, renacentista y barroco. La Plaza Mayor, conocida también como Plaza del Mercado o Plaza de Ramón Pelayo, representa el corazón del municipio, y la Colegiata de Santa Juliana, ubicada en la calle del Rey, es uno de sus monumentos más destacados. Además, el Museo de la Tortura, con su notable colección de instrumentos históricos, es uno de los lugares más visitados en la localidad. Estos elementos hacen de Santillana del Mar un destino que ha captado la admiración de expertos de todo el mundo.
Santillana del Mar
Santillana del Mar, en Cantabria, ha sido galardonado como el pueblo más bonito de España en 2024 por National Geographic. Esta distinción resulta evidente al conocer sus encantos, dado que la localidad, conocida como la «villa de las tres mentiras» —pues no es santa, ni llana, ni tiene mar— ofrece una experiencia única al fusionar historia, cultura y belleza natural. El verano se presenta como una época ideal para descubrir éste pintoresco municipio.
Historia
Los orígenes de Santillana del Mar se sitúan en el siglo VIII, cuando monjes con reliquias de la mártir Juliana se establecieron cerca de la aldea de Planes, a los pies del monte Vispieres. Construyeron una ermita para las reliquias, lo que llevó a la apropiación de tierras y donaciones, estableciendo un cenobio regido por un abad y rodeado de edificaciones para agricultores.
Esta comunidad, inicialmente llamada «Sancta Luliana», evolucionó bajo el reino asturleonés y ganó relevancia jurídica, apareciendo en documentos como «Concejo de Santillana de Camesa» desde 1100. La abadía prosperó gracias a privilegios reales y donaciones, convirtiéndose en un punto de paso para peregrinos hacia Santiago. En 1209, Alfonso VIII otorgó a Santillana el Fuero. Sin embargo, la abadía decayó y la villa fue cedida al primer Marqués de Santillana, luego al Duque del Infantado en 1833.
Qué ver
Santillana del Mar alberga un amplio abanico de monumentos que reflejan su profundo patrimonio histórico y cultural. En el corazón del municipio se encuentra la Colegiata de Santa Juliana, un destacado ejemplo del arte románico en Cantabria. Este complejo religioso, dedicado a Santa Juliana, cuenta con impresionantes capiteles tallados y un claustro adornado con escenas bíblicas y cotidianas esculpidas en piedra, proporcionando a los visitantes una inmersión en la historia medieval y una sensación de paz y serenidad.
Cerca de allí, el Museo de la Tortura ofrece una perspectiva sombría sobre la historia de España, albergando una colección de instrumentos de tortura y paneles informativos sobre la Inquisición. Aunque inquietante, es esencial para comprender las complejidades sociales y políticas de la época. En contraste, el Zoo de Santillana del Mar se dedica a la conservación de especies amenazadas y la educación ambiental, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de ver una variedad de animales en un entorno que imita sus hábitats naturales.
Recorrer las calles empedradas de Santillana del Mar es como hacer un viaje en el tiempo, con sus casas de piedra y balcones floridos que reflejan la arquitectura medieval. El Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, situado a pocos kilómetros, presenta réplicas de las pinturas rupestres de la cueva de Altamira, ofreciendo una visión fascinante del arte prehistórico.
Por su parte, el Convento de las Clarisas, fundado en el siglo XVI, es un oasis de espiritualidad y arte religioso, mientras que la Plaza Mayor de Ramón Pelayo es el núcleo social y cultural del pueblo, rodeada de edificios históricos y sede de numerosos eventos y festivales. La Torre de Don Borja, una antigua fortaleza medieval convertida en espacio cultural, y el Mercado Medieval transforman el pueblo en un escenario vivo de la Edad Media, ofreciendo actividades y espectáculos temáticos para todas las edades.
A poca distancia se encuentra el Laberinto de Villapresente, uno de los más grandes de España. La Ermita de Santa Justa, situada sobre un acantilado con vistas espectaculares del mar Cantábrico, y la Fundación Museo Jesús Otero, que rinde homenaje al escultor local, completan una oferta cultural rica y variada. Por último, la Casa del Águila y la Parra, con su fachada decorada, y la Ruta de los Foramontanos, un camino histórico que permite descubrir el paisaje rural de Cantabria, ofrecen una visión completa del patrimonio y la historia de la región.