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Ni anfiteatros ni acueductos: una de las mayores obras de ingeniería romana está en Galicia y los turistas ni la conocen

Ingeniería romana
Túnel de Montefurado. Foto: Consorcio de Turismo de la Ribeira Sacra.

A orillas del río Sil, cerca del municipio lucense de Quiroga, se conserva un vestigio singular del dominio técnico del Imperio Romano. Allí, los ingenieros decidieron alterar el curso natural del río para facilitar la extracción de oro, una de las riquezas más codiciadas del noroeste peninsular. La obra, excavada en la roca, evidencia la marcada audacia de la ingeniería romana.

Aunque solemos asociar a estas obras históricas con puentes o acueductos imponentes, en este caso se trata de una obra menos evidente pero igualmente significativa. Un claro ejemplo de cómo Roma aprovechó sus conocimientos técnicos para transformar el paisaje con precisión.

¿Cuál es una de las mayores obras de ingeniería romana que pocos conocen en Galicia?

El protagonista de este artículo es nada más y nada menos que un túnel, conocido como Montefurado. Este fue ordenado por el emperador Trajano en el siglo II. Su nombre, que significa literalmente “monte perforado”, describe con precisión lo que los romanos realizaron en la zona: horadar una montaña para que el río pasara por su interior.

El objetivo no era desviar el cauce de manera permanente, sino controlar el flujo del agua para acceder al oro acumulado en el lecho fluvial.

El túnel de Montefurado se ubica en Pena do Corvo, un enclave que formaba parte de las explotaciones auríferas romanas del Bierzo y la Ribeira Sacra. En origen, el túnel tenía unos 120 metros de longitud, 19 de ancho y 17 de alto, aunque tras una riada en 1934 su tamaño se redujo a la mitad.

Actualmente, conserva unos 52 metros útiles, visibles desde la carretera nacional N-120.

El propósito de esta construcción era desviar el curso del río Sil a través del túnel para dejar seco el meandro natural que formaba el río. De ese modo, los mineros podían acceder al fondo fluvial, donde se acumulaban las partículas de oro.

La técnica utilizada combinaba conocimientos de ingeniería hidráulica y minería. Cuando los trabajos concluían, el túnel se cerraba y el río regresaba a su cauce habitual, repitiéndose el proceso cada temporada.

Montefurado y la minería detrás: una obra hidráulica típica de los romanos

El sistema empleado en Montefurado se basaba en la manipulación del agua como herramienta de extracción.

Recordemos que los romanos eran expertos en aprovechar la fuerza de los ríos para sus actividades mineras, tal como se observa en otros yacimientos del noroeste peninsular, como Las Médulas (León). En este caso, el túnel permitía controlar el caudal y facilitar el lavado de los sedimentos que contenían oro.

Existen dos hipótesis principales sobre su funcionamiento. Una sostiene que el túnel debía ser largo y profundo para permitir la deposición del mineral en el fondo antes de secarlo y extraerlo.

La otra plantea que se explotaban las arenas fluviales durante el verano, cuando el caudal era bajo, combinando el desvío del río con el bateo. Ambas teorías coinciden en que se trataba de una estrategia avanzada y poco común dentro de la minería romana.

Un paisaje alterado por la ingeniería romana

El impacto del túnel de Montefurado en el entorno fue considerable. La desviación del río modificó el paisaje y afectó a los cultivos cercanos. Tras el derrumbe de 1934, el Sil volvió a su cauce original, anegando tierras que con el tiempo se transformaron en humedales de alta biodiversidad.

El accidente también provocó la desaparición del castillo que se levantaba sobre el túnel, del que solo quedan referencias en documentos históricos y fotografías antiguas.

En las inmediaciones se han hallado restos de antiguas explotaciones romanas y estructuras defensivas que podrían haber albergado a la Undécima Legión, acampada en la villa de Sesmil.

El topónimo derivaría precisamente del número de soldados, unos 6.000, que componían la legión romana. Todo el entorno muestra cómo la minería del oro fue un eje económico esencial durante el Imperio, y cómo la ingeniería romana transformó los paisajes del interior gallego.

Montefurado hoy: historia, legado y cómo llegar

El túnel de Montefurado sigue siendo visible desde la carretera que une Quiroga y Ponferrada, y forma parte del patrimonio cultural de la Ribeira Sacra. Aunque su acceso no es turístico en sentido estricto, su visita permite comprender la magnitud de una obra que unió naturaleza y técnica hace casi dos milenios.

En Montefurado no hay graderíos ni columnas, pero su sencillez técnica y su propósito práctico la convierten en una de las obras más singulares del legado romano en España.

Según la información de la oficina de Turismo de la Ribeira Sacra, desde Quiroga se debe tomar la carretera N-120 en dirección a Ponferrada. Tras recorrer unos 14 kilómetros, al salir del túnel principal, hay que desviarse a la izquierda hacia O Covallón. El trayecto total hasta Montefurado ronda los 14 minutos en coche.

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