En 1989 era la iglesia más fea y polémica de Galicia: hoy es un hito arquitectónico y nadie lo discute
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Durante años fue señalada como la iglesia más fea y polémica de Galicia, un edificio que rompía con la estética tradicional y generaba debate entre los vecinos de Santiago de Compostela. Su diseño en hormigón, sus líneas curvadas y su interior diáfano desconcertaron a muchos cuando se inauguró a finales de los años ochenta.
Décadas después, el tiempo ha cambiado su suerte: lo que antes era criticado se ha convertido en un símbolo de modernidad y patrimonio.
¿Cuál era considerada como la iglesia más fea y polémica de Galicia?
En pleno desarrollo urbano del Ensanche de Santiago de Compostela, surgió a mediados del siglo XX una nueva comunidad parroquial que marcaría la historia arquitectónica gallega. La Parroquia de San Fernando nació en 1964 impulsada por el cardenal Fernando Quiroga Palacios, que vio necesario dotar a esa zona en crecimiento de un templo propio.
Su idea era levantar una iglesia moderna, adaptada a las nuevas directrices litúrgicas que surgían tras el Concilio Vaticano II.
Aquel proyecto, sin embargo, no estuvo exento de controversias. Durante años, los compostelanos debatieron sobre la estética del edificio, su materialidad y su ruptura con los cánones tradicionales. Nadie imaginaba que una de las iglesias más feas de España acabaría siendo reconocida como un ejemplo notable de la arquitectura religiosa contemporánea en España.
El diseño de la Parroquia de San Fernando fue obra del arquitecto Andrés Fernández-Albalat Lois, figura clave del movimiento moderno gallego. Su propuesta se basó en las ideas renovadoras del Concilio Vaticano II, que promovía una liturgia más participativa y un contacto directo entre los fieles y el altar.
Para lograrlo, Albalat apostó por un espacio curvado y abierto, sin columnas que interrumpieran la visibilidad. El resultado fue un interior diáfano que permitía a todos los asistentes ver el altar desde cualquier punto del templo. Esta decisión rompió con la tradición de las iglesias longitudinales y fue una de las razones que despertó la polémica inicial.
El material protagonista fue el hormigón armado, empleado con libertad plástica para conformar las superficies curvas del edificio. Su apariencia austera, sin ornamentos, fue entendida en su momento como una ruptura radical. Sin embargo, con el paso del tiempo, esa sobriedad se ha interpretado como una expresión de sinceridad material y espiritual.
La Parroquia de San Fernando, una construcción marcada por la perseverancia
Aunque la parroquia se fundó en 1964, la construcción del templo se prolongó durante 25 años debido a dificultades económicas. En ese periodo, el párroco Manuel Cacheda Vigide desempeñó un papel esencial. Con experiencia previa en la edificación de templos, Cacheda lideró el proceso con una visión clara: levantar un espacio que representara los valores del nuevo tiempo eclesial.
Los terrenos fueron donados por Esperanza Rubido Romero, un gesto que permitió consolidar el proyecto. La inauguración oficial tuvo lugar en 1989, con una misa concelebrada por el arzobispo Antonio María Rouco Varela.
Aquel día marcó el inicio de una nueva etapa para la comunidad compostelana, aunque no faltaron las críticas. Muchos vecinos calificaron el templo como «un bloque de hormigón sin alma», motivo por el cual se ganó la etiqueta de iglesia más fea y polémica de Galicia.
Sin embargo, esa percepción fue cambiando con el tiempo. Lo que se interpretó como una excentricidad arquitectónica se convirtió en una pieza destacada del patrimonio religioso moderno, protegida por la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español.
La función social y espiritual de la Parroquia de San Fernando
Más allá del debate estético, la Parroquia de San Fernando cumplió un papel clave en el desarrollo urbano del Ensanche compostelano. Durante décadas, fue el centro espiritual, asistencial y social de miles de familias que se instalaron en esta zona en expansión.
La iglesia, además de su función religiosa, integró viviendas, una escuela y una cripta, lo que la convirtió en un complejo parroquial multifuncional. Su estructura fue concebida para fomentar la convivencia y el acompañamiento pastoral en una ciudad que crecía al ritmo de su universidad y de la llegada de nuevos profesionales.
El propio diseño arquitectónico reforzaba ese carácter comunitario. La disposición semicircular del espacio principal y la ausencia de barreras físicas buscaban reflejar una nueva forma de entender la relación entre clero y fieles.
De ser la iglesia más fea y polémica de Galicia a ser reconocida por el modernismo
Con el paso de las décadas, la percepción de la iglesia más fea y polémica de Galicia cambió por completo. Lo que antes generaba rechazo hoy es valorado por arquitectos y especialistas como una obra representativa del modernismo religioso gallego.
La colaboración del escultor Castor Latas y del pintor Vaquero Turcios aportó un componente artístico que se integró con naturalidad en la estructura de hormigón. Ambos contribuyeron a dotar al conjunto de un simbolismo sobrio y contemporáneo.
En la actualidad, la Parroquia de San Fernando continúa siendo una de las más activas de Santiago de Compostela. Celebra misas diarias y mantiene una vida parroquial intensa, con horarios que incluyen servicios de lunes a sábado y varias celebraciones dominicales.