CORONAVIRUS

El invento del doctor César Carballo para evitar contagios con los vasos: un protector labial personal

El protector labial es individual, de múltiples usos, lavable y tiene, según sus creadores, todos los registros sanitarios.

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¿Cuántas veces nos han servido una bebida y quien nos la ofrecía tocaba con sus manos el borde del vaso donde íbamos a poner nuestros labios?. ¿Cuántas veces hemos pensado si esas manos no nos estarían pasando el Covid?. Es la pregunta que, allá por el mes de marzo, cuando la pandemia comenzaba y golpeaba más fuerte, se hizo el doctor César Carballo, Adjunto del Servicio de Urgencias del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. «Siendo médico veía clarísima la posibilidad de contagio por contacto de manos a boca», dice. «¿Qué garantías tenemos -se pregunta- de que esas manos que han tocado el borde del vaso están adecuadamente limpias?. Realmente, ninguna». Por eso, entre la vorágine de aquellos días eternos de trabajo infinito en las Urgencias del Ramón y Cajal, con la pandemia desbordada como los propios hospitales, Carballo se puso a la tarea de inventar algo para evitar el contagio por contacto manos-boca a través de un vaso.

César Carballo puso su inquietud en común con dos personas cercanas a él: una enfermera y un ingeniero industrial dedicados desde hace 30 años al mundo sanitario. Cada uno aportaría una visión complementaria. Entre los tres se pusieron en marcha para diseñar algo que evitara el contagio por contacto con un vaso que alguien ha cogido por la parte de arriba. «La idea de un protector labial para beber surgió, nos pusimos en marcha y la patentamos», dice César Carballo. Dentro de una semana Freelips, que así han bautizado al protector labial, sale a la venta. Mirando hacia atrás, casi nueve meses de trabajo, cien personas implicadas (cien puestos de trabajo) y cinco empresas españoles metidas en el proyecto.

«Lo primero -cuenta César Carballo- fue hacer un molde en 3D y comprobar que encajara bien en cualquier vaso». La cosa funcionó. Lo siguiente fue plantearse dónde hacer el molde de acero industrial para su producción masiva y sacar el producto en plástico. «Sólo eso iba a llevarnos dos o tres meses». Un tiempo excesivo para cualquier mente inquieta, pero el tiempo necesario para hacer bien las cosas. «Al patentar la idea, tuvimos ofertas para producirlo en China rápidamente, pero dijimos que no», asegura Carballo. «Tuvimos clara una idea desde el principio. Queríamos que todo el proceso fuera enteramente español», cuenta. Asumido que el tiempo de producción no iba a ser el que a ellos les gustaría, se pusieron manos a la obra para encontrar el lugar adecuado para producir Freelips. Dispositivo de bebida anti Covid con todas las garantías. «Encontramos dos fábricas en el Corredor del Henares, en Madrid, con todos los registros sanitarios necesarios para producir algo así y comenzamos la producción. El proceso cumple absolutamente todas las garantías higiénico-sanitarias», asegura César Carballo. «Nadie toca el producto, salvo con guantes estériles, para introducirlos en máquinas a 80 grados».

César Carballo
Freelips, dispositivo de bebida anti Covid. (Foto: Freelips)

Blister individual

Freelips va a venderse en blisters individuales. «La idea era crear algo que fuera personal e intransferible», señala César Carballo. No sólo eso. La idea fue crear un producto que no fuera de un solo uso. «Queríamos algo que pudiera lavarse a más de 60 grados para hacer desaparecer el virus y lo conseguimos». Freelips es de plástico y su uso recomendado son seis meses, «aunque puede durar -dice Carballo- lo que dure el plástico». Luego, al desecharlo, es reciclable. «Para lavarlo, agua y jabón como las manos -señala César Carballo- o el lavaplatos a alta temperatura para eliminar el virus. Yo mismo he probado el mío y lleva ya 40 ó 50 lavados en el lavaplatos y sigue siendo efectivo».

El precio inicial de la caja de cuatro unidades es 9,95 euros y estará a la venta en unos conocidos grandes almacenes. «Pero pretendemos que conforme se vaya vendiendo y aumentando la producción podamos venderlo a un euro la unidad, es decir a cuatro euros la caja. Ese es el objetivo», señala el doctor Carballo. El doctor Carballo no elude la polémica. No teme que se le acuse de estar haciendo negocio con la pandemia: «Ya me lo dicen, pero la mayoría de la gente entiende la preocupación y el esfuerzo que supone este tipo de proyectos». Asume que se gana dinero, pero recuerda todo lo que hay detrás de algo así: «Yo he publicitado de todo, test de saliva, todo tipo de dispositivos anti Covid y nunca he cobrado nada por ello. Sólo ha sido la preocupación de informar. Este es un proyecto que puede evitar infecciones y, por tanto, vidas. Vamos a ganar dinero, claro que sí, pero es que en este país estamos acostumbrados a que el que gana dinero es un mangante y hay que cambiar ese chip».  El 10% de las ventas va a ir destinado a proyectos solidarios: «El 5% para los proyectos de investigación del virólogo José Antonio López Guerrero y el otro 5% -explica- para la Asociación Pablo Ugarte contra el cáncer infantil».

El doctor César Carballo cree que Freelips puede evitar enfermedades transmisibles por contacto, que son graves y que él mismo ha visto contagiarse de formas, a veces, muy tontas. Y cita especialmente «el herpes simple como fuente de otras como la encefalitis o la meningitis, que son enfermedades gravísimas. También, la Hepatitis A y B o la llamada Enfermedad del Beso». Más de ocho meses de trabajo Made in Spain de una idea que surgió entre las Urgencias de un hospital y que ahora ve la luz.

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