Coronavirus. Historias en primera persona

El cruce de la vida y la muerte: “Mi test de COVID- 19 fue negativo el mismo día que murió mi abuelo”

Natalia Salomón Pacheco, enfermera en la residencia Virgen de la Luz @NataliaSalomón
Natalia Salomón Pacheco, enfermera en la residencia Virgen de la Luz @NataliaSalomón
María Villardón

El pasado viernes el teléfono de Natalia Salomón Pacheco, una enfermera extremeña de 24 años, sonó dos veces. Llamadas que en días de pandemia, como la que asola España, tememos responder porque no sabemos qué noticias se esconden tras el pitido del móvil. Una de las llamadas decía que su test de coronavirus había dado negativo. Lo había superado. La otra llamada, la segunda, era del Hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres. Su abuelo Isidoro Salomón, de 89 años, había muerto por el mismo virus que ella había superado.

La vida y la muerte se habían cruzado. 

Natalia, que se especializó en cuidados paliativos y oncológicos tras salir de la universidad porque su padre murió de cáncer hace alrededor de cinco años –“Quiero ayudar a las personas que pasarán por lo mismo que yo pasé con mi padre”, me aclara–, trabaja en la residencia de mayores ‘Virgen de la Luz’, ubicaba en Arroyo de la Luz (Cáceres), su pueblo natal.

Allí, en esta residencia, según cuenta Natalia al otro lado del teléfono, atendían alrededor de 90 personas, sin embargo, desde que se detectó el primer caso el pasado 10 de marzo, ya han fallecido 17 residentes, cinco han dado positivo y algunos de ellos están hospitalizados.

Natalia explica que el mismo día que se detectó el primer caso de COVID-19, la dirección de la residencia decidió que no entraran más visitas y, además, habilitar una zona de aislamiento en el mismo centro para los casos que pudieran aparecer. “Ese mismo día fui a trabajar. A la entrada y a la salida nos tomábamos la temperatura para controlar que no tuviéramos síntomas, pero al día siguiente tenía más de 37 grados, no tenía gusto, ni olfato, pero lo asocié a la sinusitis que llevaba arrastrando todo el invierno y a los días de estrés que estábamos teniendo todos”, detalla.

“Estaba muy agobiada, mi madre también dio positivo y tiene más de 60 años”

Sin embargo, no era una simple sinusitis. “Me fui a casa, llamé al 112 y dos días después me hicieron la prueba. También a mi madre y a mi novio. Los tres dimos positivo”, explica Natalia. “Me sentía muy culpable y muy agobiada, mi madre tiene más de 60 años, también habíamos estado con mis sobrinos, no sabíamos si podían estar también infectados. Terminé por no ver nada, no informarme porque veía que cada día había más muertos”, detalla.

Tras varios de días de cansancio físico, “me pasaba dormida la mayor parte del día, horas y horas, pero me despertaba más cansada. Pero, poco a poco”, comenta. Sin embargo, y a pesar de remitir los síntomas, desde la residencia donde trabajaba no llegaban buenas noticias: su abuelo había enfermado. “Era un hombre independiente, autónomo, pero tenía patologías cardiacas y respiratorias y el pronostico iba a ser muy malo si se contagiaba”, explica.

“Mi abuelo tenía neumonía bilateral, no había opciones”

No mejoró. Isidoro fue trasladado al Hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres. “Nos llamaron porque había dado positivo, no podían hacer nada más por él y nos informaron de que esa noche se desataría lo peor. Tenía una neumonía bilateral, lo estabilizaron, pero no había opciones”, relata Natalia.

La siguiente llamada, que fue alrededor de las 11,30 horas de pasado viernes, fue “para pedirnos autorización para tomar medidas de confort, sedarlo, porque estaba muy agitado. Dimos la autorización, a las 15 horas nos llamaron que había fallecido”.

Como millones de familias, ni Natalia ni su abuela Juana Guerrero, esposa de Isidoro, que también vive en la misma residencia donde trabaja su nieta, podrán velar el cuerpo de su abuelo. “La funeraria nos dijo que sólo podíamos ir cuatro personas, pero yo además debo estar en casa aún tras el test negativo del coronavirus. Sentía mucha impotencia por no acompañarlo, haber dejado que muriese solo”, apunta.

“Debo ir al trabajo, pero será duro porque él no estará ahí”

Cuando termine la cuarentena, la vida seguirá adelante y Natalia lo sabe, pero también sabe que ir a trabajar a la residencia y ver el hueco de su abuelo será como una punzada de dolor insoportable. “Debo ir al trabajo, pero será duro porque él no estará ahí. Será como ir al matadero, me flaquean las fuerzas porque ni él ni muchas de las personas que atendía cada día estarán”, explica.

No obstante, aún hay un pequeño destello de luz en su voz: “Tengo ganas de ir y estar con mi abuela Juana, al menos tiene la suerte de tener un familiar con ella. Está muy triste, primero perdió a su hijo y, ahora, no ha podido velar a su marido, pero no hemos querido ocultarle nada, desde el principio sabía que mi abuelo no estaba bien”.

Natalia lleva 23 días en casa, confinada, pero ahora, tras superar el COVID-19, explica, “sólo quiero estar con mi abuela y, si me vuelvo a contagiar, me curaré, al final mi vocación es así, pienso más en los demás que en mí misma”.

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