Qué fue de la hermana de Lady Di, Sarah McCorquodale: la vida actual de la que fue novia de Carlos III
La pérdida de Lady Di, princesa de Gales, sigue despertando interés y empatía
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Mientras la figura de la princesa Diana continúa generando titulares más de dos décadas después de su triste pérdida, su familia también ha despertado cierto interés. Algunas de sus sobrinas, como la mediática Lady Kitty Spencer, han asumido un papel activo en causas benéficas y apariciones públicas, como ocurrió recientemente en Madrid, tal y como informamos en LOOK. Sin embargo, en el otro extremo se encuentra Sarah McCorquodale, la hermana mayor de Diana de Gales, quien mantiene desde hace décadas un estilo de vida marcadamente discreto, lejos de las cámaras, los escándalos y las entrevistas.
Sarah nació en 1955, en el seno de una aristocracia británica tradicional, como la primogénita del matrimonio entre John Spencer, vizconde Althorp, y Frances Roche. Su infancia transcurrió junto a sus hermanas, Jane y Diana, en Park House, una residencia alquilada por la familia en los terrenos de Sandringham, donde también tenían su residencia la reina Isabel II y el príncipe Felipe. Fue una época de juegos compartidos y cierta armonía, que se vio quebrada por el divorcio de sus padres en 1967, un episodio traumático para todos los hermanos Spencer.
Sarah McCorquodale y Carlos III
El padre de Sarah obtuvo la custodia de los hijos, y el núcleo familiar se trasladó a la finca de Althorp, en el condado de Northamptonshire. Aquel cambio marcó el inicio de una etapa más difícil para Sarah, quien, en su adolescencia, atravesó momentos complejos que ella misma ha reconocido años después. Probó el alcohol antes de la mayoría de edad, fue expulsada del internado en el que estudiaba y luchó contra la anorexia, lo que dio lugar a una etapa de inestabilidad que la alejó temporalmente del modelo de hija ejemplar que se esperaba de ella.
Con el tiempo, Sarah se instaló en Londres y empezó a frecuentar círculos sociales donde no era raro cruzarse con miembros de la familia real. Fue precisamente en ese contexto donde conoció al entonces príncipe Carlos, durante las carreras de Ascot, y comenzaron una relación que fue seguida con atención por la prensa británica de la época. Aunque nunca fue una historia marcada por el romanticismo apasionado, ambos compartían sentido del humor y se entendían bien, según relataría más tarde la biógrafa Sarah Bradford.
Asistieron juntos a partidos de polo, viajaron a Escocia e incluso compartieron vacaciones en la nieve. Pero para Sarah, aquello no era suficiente. Según declaró al semanario The Sunday People en 1978, no sentía que el príncipe fuera el hombre adecuado para casarse. «No estoy enamorada de él y si nos hubiésemos querido comprometer ya lo hubiésemos hecho», dijo sin rodeos. Sus palabras causaron cierto revuelo y, como era previsible, Carlos puso punto final a la relación.
Sin embargo, aquel final no supuso una ruptura total entre Sarah y el entorno del heredero. Muy al contrario, ella fue quien presentó a su hermana Diana al príncipe, en lo que algunos cronistas de sociedad han descrito como una suerte de intervención indirecta del destino. Sarah, sin saberlo, allanó el camino para una de las bodas más recordadas de la historia contemporánea, con consecuencias que aún siguen generando interés.
¿Qué pasó tras la ruptura?
Poco después del final de su breve relación con Carlos, Sarah rehízo su vida sentimental. En 1980 contrajo matrimonio con Neil McCorquodale, un próspero terrateniente de Lincolnshire y primo lejano del duque de Wellington. A diferencia de muchas parejas de la alta sociedad británica, su unión ha estado marcada por la discreción, la estabilidad y la ausencia de polémicas. El matrimonio celebró su 45º aniversario en 2024, consolidando una relación que muchos han descrito como un ejemplo de serenidad y complicidad.
Sarah y Neil formaron una familia numerosa con tres hijos: Emily, George y Celia. Durante los años en los que Diana fue princesa de Gales, Sarah estuvo muy cerca de ella. Se convirtió en su confidente y acompañante en momentos clave, incluso cuando los problemas en su matrimonio con Carlos se hicieron insostenibles. También Neil, según la prensa británica, mantenía una relación cordial con la madre de Guillermo y Harry, lo que reforzó aún más los lazos familiares.
La huella de Lady Di
Tras la muerte de Diana, Sarah mantuvo una presencia relevante en los actos conmemorativos y desempeñó funciones simbólicas en la Fundación Diana, que buscaba mantener vivo el legado filantrópico de la princesa. No obstante, con el paso del tiempo, se retiró progresivamente de cualquier compromiso público. En 2009, ella y su marido se instalaron en una nueva propiedad en Grantham, donde llevan una vida tranquila y sin mayor exposición.
El papel de Sarah en la historia reciente de la familia Spencer es difícil de definir con una sola etiqueta. Fue una joven rebelde que atravesó una etapa conflictiva, una mujer que rechazó casarse con el heredero al trono, y también una hermana que supo estar al lado de Diana en sus años más vulnerables. La relación entre ambas fue especialmente estrecha y, según relatan distintas fuentes, Sarah fue una de las personas más constantes en la vida de la princesa.
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