Una niña de 9 años inventa una solución para ayudar a su abuelo con Parkinson: hoy es millonaria y podría jubilarse

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Hay regalos que hacen la vida más fácil a las personas de la tercera edad, pero no siempre tienen por qué ser tecnológicos. Por ejemplo, una niña de 11 años en Estados Unidos demostró que un simple cambio en algo tan básico como una taza podía ser muy útil para las personas con Parkinson.
La protagonista de la historia es Lily Born, una niña estadounidense que en 2014, con sólo nueve años, decidió ayudar a su abuelo enfermo de Parkinson con un invento propio.
Lily se dio cuenta de los temblores que padecía su abuelo y que provocaban que derramase el líquido de su taza. Para hacerle la vida más fácil modificó una de las tazas. El invento fue tan exitoso que una década después ha creado un negocio millonario.
El origen del invento de una niña que ha ayudado a todas las personas con Parkinson
La historia comenzó cuando Lily tenía sólo nueve años. Durante las visitas a su abuelo, se dio cuenta de que sufría constantes derrames al intentar sostener una taza.
Los temblores de la enfermedad hacían que el café o el té acabaran en la mesa o en el suelo. A partir de una simple observación, la niña creó un invento que cambiaría la vida de miles de personas.
Únicamente con algo de papel, plastilina y mucha creatividad Lily creó su primer prototipo: una taza de tres patas, que ofrecía una mayor estabilidad y evitaba que el líquido se derramara.
El invento fue bautizado como taza canguro, por sus tres apoyos que recordaban a las patas del marsupial. El primer impresionado con la idea fue su padre, que decidió ayudarla para crear un negocio.
Juntos lanzaron una campaña de micromecenazgo que superó todas las expectativas y permitió fabricar los primeros modelos. Primero probaron con plástico, después con cerámica y finalmente desarrollaron una versión más resistente, ergonómica e irrompible que se convirtió en el producto definitivo.
La niña que inventó una taza para su abuelo y acabó siendo millonaria
Cuando la taza empezó a comercializarse la respuesta fue inmediata. Cientos de personas con Parkinson y otras enfermedades neuromotoras se interesaron por el invento.
La taza era una solución sencilla, barata y eficaz para recuperar parte de la tan ansiada independencia diaria. Por ello empezó a popularizarse entre los mayores de 65 años y posteriormente por cualquier persona que buscaba un vaso más estable y seguro.
Y es que las cifras hablan por sí solas. Lily ya ha vendido más de 1.000 unidades de tazas cerámicas y otras 10.000 de plásticos. Es decir, el invento no sólo cambió la vida de su abuelo con Parkinson, sino que la ha convertido en una empresaria de éxito.
Y es que con sólo 21 años la joven dirige su propia empresa, Imagiroo, desde la que continúa perfeccionado y comercializando la taza canguro. Con ella ha ayudado a los enfermos de Parkinson ha combatir alguno de los síntomas.
Con el paso de los años ha descubierto que hay otras personas que no tienen problemas neuromotores pero que están muy interesados en la taza. Por ejemplo, padres de niños muy pequeños.