Psiquiatría

Dr. Benavente: «Debemos reforzar la detección de TDAH en adultos, históricamente infradiagnosticados»

Dr. Benavente: "El TDAH es uno de los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes en la infancia"

Dr. Benavente: «Debemos reforzar la detección de TDAH en adultos, históricamente infradiagnosticados»
Diego Buenosvinos

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El Dr. Sergio Benavente López, psiquiatra y jefe asociado del servicio de psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Elena, ofrece su visión experta sobre el TDAH en España. En esta entrevista en OKSALUD, analiza la situación actual de este trastorno del neurodesarrollo en la infancia y adolescencia, explica cómo ha evolucionado su diagnóstico y percepción social, desmiente mitos frecuentes, describe las señales clave que deben observar padres y docentes, y detalla el abordaje terapéutico más eficaz, así como los retos pendientes para garantizar un diagnóstico y tratamiento adecuados en todas las etapas de la vida.

Pregunta.- ¿Cómo describiría la situación actual del TDAH en la infancia y la adolescencia en España?

Respuesta.- El TDAH es uno de los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes en la infancia, con una prevalencia estimada en torno al 5-7 % de la población infantil. En España, la situación ha mejorado notablemente en los últimos años gracias a una mayor sensibilización social y educativa, pero todavía persisten desigualdades importantes en el acceso al diagnóstico y tratamiento, especialmente entre comunidades autónomas. En la práctica clínica, observamos un incremento de las derivaciones a salud mental infanto-juvenil, lo que refleja una mayor conciencia del trastorno, pero también implica un reto diagnóstico para los profesionales de la salud mental, pues es igual de importante diagnosticar a aquellos pacientes que tengan el trastorno como descartarlo en los que no lo presenten. El objetivo debe ser garantizar una detección precoz y un abordaje integral basado en la evidencia científica.

P.- ¿Ha cambiado la forma en que se diagnostica o se percibe el TDAH en los últimos años?

R.- Sí, de forma considerable. Tradicionalmente, se asociaba el TDAH con la hiperactividad infantil, pero hoy entendemos que se trata de un trastorno heterogéneo que puede manifestarse de forma predominantemente inatenta, impulsiva o combinada, y que persiste en la edad adulta en un porcentaje significativo de casos. Además, es importante destacar que la inatención y la hiperactividad no son los únicos síntomas del TDAH, siendo los síntomas disejecutivos, que se manifiestan con dificultades para la planificación, ejecución de tareas o gestión del tiempo, un importante grupo sintomático que puede producir considerables dificultades en los pacientes, especialmente en la adultez, ya que es una etapa en la que se tiene una gran carga de responsabilidades.

En cuanto al diagnóstico, este es eminentemente clínico, lo que quiere decir que depende en gran medida de la entrevista clínica y de las habilidades del profesional para realizar la exploración psicopatológica. Existen instrumentos de apoyo en forma de escalas y cuestionarios que pueden ayudar al profesional si lo considera necesario, pero estos no son un requisito para realizar el diagnóstico, siendo la entrevista clínica el mejor instrumento para establecer un adecuado diagnóstico diferencial. Además, la percepción social ha cambiado y hoy se reconoce mejor que el TDAH no es un problema de conducta, sino una alteración neurobiológica con bases genéticas y disfunciones en redes neuronales relacionadas con la atención y el control inhibitorio.

P.- ¿Cuáles son los principales mitos o malentendidos que todavía existen sobre este trastorno?

R.- Persisten varios mitos. Uno de los más comunes es que el TDAH “se cura con la edad”, cuando en realidad entre un 50 y un 60 % de los niños mantienen síntomas clínicamente relevantes en la edad adulta. Otro mito frecuente es que los medicamentos para el TDAH “te dejan inhibido” o “te cambian la personalidad”, cuando la evidencia científica muestra que el tratamiento farmacológico, bien indicado y supervisado tras un correcto diagnóstico, mejora la atención, disminuye la impulsividad y la hiperactividad, mejora las dificultades ejecutivas y ayuda a realizar una adecuada regulación emocional sin efectos adversos significativos en la mayoría de los casos. Es importante que desde los profesionales de la salud informemos a los pacientes adecuadamente y con base en la evidencia científica tanto de los síntomas como de todas las opciones terapéuticas disponibles, farmacológicas y no farmacológicas, para que el paciente tenga toda la información necesaria y pueda decidir con libertad.

P.- ¿A qué señales deben estar atentos padres y docentes para sospechar de un posible TDAH?

R.- Las señales más características en la edad infantil son las dificultades persistentes para mantener la atención, la impulsividad, la hiperactividad motora y una baja tolerancia a la frustración. Esto suele llevar a dificultades no solo en el colegio, sino también en la relación con iguales y en el ámbito familiar. Los docentes suelen detectar problemas de concentración, olvidos frecuentes, errores por descuido o dificultad para seguir instrucciones. En casa, los padres pueden notar que el niño es “incansable”, interrumpe constantemente o tiene grandes dificultades para organizarse. Lo importante para el diagnóstico es que estos comportamientos sean constantes en el tiempo y afecten de manera global al funcionamiento del paciente, no únicamente en un solo aspecto de su vida como podría ser el académico, porque en ese caso podría tratarse de otras condiciones clínicas distintas al TDAH. Ante la sospecha, es recomendable una valoración por parte de un equipo especializado en salud mental.

P.- ¿Cómo se diferencia el TDAH de otros trastornos del neurodesarrollo o de simples problemas de conducta o atención?

R.- El diagnóstico diferencial es uno de los aspectos más complejos a la hora de abordar este trastorno. El TDAH comparte síntomas con otros trastornos, como los trastornos del aprendizaje, el espectro autista, la ansiedad o la depresión, y también con dificultades adaptativas o situaciones de estrés familiar. La clave está en una evaluación exhaustiva que contemple la historia evolutiva, el contexto familiar y escolar, y el impacto funcional de los síntomas. Mientras que en el TDAH la inatención y la impulsividad son rasgos nucleares y persistentes, en los problemas de conducta o emocionales suelen ser secundarios a otros factores. Además, el TDAH presenta comorbilidades frecuentemente, es decir, los pacientes que presentan TDAH suelen tener otros trastornos asociados, como por ejemplo la ansiedad que está presente en 5 de cada 10 pacientes con TDAH o la depresión en 4 de cada 10 pacientes con TDAH, lo que dificulta aún más el correcto diagnóstico. Nuevamente, la formación y experiencia del profesional de la salud mental son capitales a la hora de poder realizar un adecuado diagnóstico diferencial para poder plantear un correcto abordaje.

P.- ¿Cuál es actualmente el abordaje más efectivo del TDAH?

R.- El tratamiento más eficaz es multimodal, combinando intervenciones psicoeducativas, psicológicas y farmacológicas. En la infancia, los programas de educación para padres y docentes son fundamentales para mejorar la gestión de conductas y fomentar rutinas estructuradas. Las intervenciones psicoterapéuticas, especialmente las de orientación cognitivo-conductual, ayudan a mejorar la organización, la autorregulación y la convivencia familiar. En muchos casos, se puede valorar el tratamiento farmacológico como parte del abordaje integral, el cual ha demostrado ser altamente eficaz y bien tolerado, siempre individualizado y con una adecuada supervisión, teniendo en cuenta la edad, la intensidad de los síntomas y las características y preferencias de cada paciente.

P.- ¿Qué retos quedan pendientes en el diagnóstico y tratamiento del TDAH en España?

R.- Aún enfrentamos varios desafíos. El primero es reducir la variabilidad diagnóstica entre regiones y centros, garantizando protocolos basados en la evidencia científica. También es urgente mejorar la coordinación entre salud mental, educación y servicios sociales, ya que el TDAH afecta a todos estos ámbitos. Otro reto es el acceso equitativo al tratamiento farmacológico y psicológico, todavía desigual según la comunidad autónoma. Y finalmente, debemos reforzar la detección en adultos, un grupo históricamente infradiagnosticado que a menudo llega a consulta tras años de dificultades académicas, laborales y personales que le conllevan un alto sufrimiento.

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