Las claves para evitar el efecto rebote cuando haces dieta
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Una de las principales preocupaciones que afrontan todas aquellas personas que están dispuestas a iniciar una dieta, es lo que se denomina “efecto rebote”, un fenómeno por el cual no sólo puede recuperarse el peso perdido sino, incluso, acabar por encima del registro previo a ese proceso. Evidentemente, saber cómo evitar el efecto rebote cuando haces dieta es importante.
Una aclaración que debe hacerse desde ya es que el efecto rebote es más grave cuando más pronunciado haya sido el descenso de peso, lo que significa que si incurres en estas dietas milagrosas, con las que casi no comes y bajas varios kilos en pocas semanas, es muy probable que acabes recuperando ese peso aún más velozmente, y ya no lo pierdas.
¿Por qué se produce el efecto rebote?
El efecto rebote se produce como consecuencia de una serie de movimientos internos del cuerpo. Nuestro organismo intenta responder a ese período restrictivo que acaba de atravesar, en el que hemos intentado adaptarlo a un menor consumo de alimentos y eventualmente un mayor gasto calórico, llevándolo a una nueva realidad, la que en un principio rechaza al sentirse amenazado.
Al notar que estamos alimentándonos en menor cantidad, la reacción inmediata del cuerpo humano es funcionar bajo mínimos, requiriendo primero el agua almacenada en el organismo, y deshaciéndose de los líquidos retenidos, por eso sientes que te deshinchas.
El inconveniente mayor aparece al cabo de unos días, cuando la retención de líquidos ya no es tal, y entonces el cuerpo requiere de masa muscular, lo que lleva a que la báscula muestre un descenso ya visible de peso. Pero todo lo que se ha perdido es agua acumulada y masa muscular, nada de grasa.
Entonces, ¿cómo evitar el efecto rebote cuando haces dieta?
Un poco lo decíamos en las primeras líneas: cuanto menos milagrosa la dieta, menos efecto rebote. Por lo tanto, podríamos afirmar que si adquieres hábitos de vida saludables, que provoquen un ligero descenso de peso mensual, y no una caída abrupta, es menos posible este efecto.
Para que te des una idea, y tengas una referencia más concreta, piensa que en una dieta que no vaya a provocar el efecto rebote, difícilmente vayas a sentir hambre, porque el acostumbramiento del organismo a esa nueva realidad es tan paulatino, que no le genera ningún conflicto interno. De ese modo, seguramente evitarás el tan temido efecto rebote.
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