El vuelo de Narciso

El vuelo de Narciso

Pedro cisne Sánchez, zafio okupa de la Moncloa, sigue nutriendo su versátil autocomplacencia. Ahora le ha dado por levantar el vuelo. La última artimaña consiste en hacerse las Américas para soslayar los marrones que en España le tienen tenazmente acorralado. Y le da igual volar en Falcon, ala delta, helicóptero o aviones que cruzan el Atlántico, con tal de alejarse de esos líos que ha tejido, pues no sabe escapar a sus contradicciones, amén de otras mil imbecilidades que suelta en cada vuelo y allá donde aterriza, como tremendo ganso que es. Desde ZP no habíamos sentido tanta vergüenza de contar con un presidente tan falso como inepto.

Veamos la historia de otro ego empedernido. Para castigar a Narciso por su engreimiento, Némesis, la vil diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen, reflejada en un estanque. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su belleza, Narciso se arrojó a las aguas del mismo modo que el cisne Sánchez opta por alzar el vuelo. ¿Qué experto en relaciones internacionales anima al okupa a abandonar el nido a cambio de sobrevivir este verano entre repúblicas bananeras? ¿Qué opinarán Felipe y Guerra, los creadores de aquel gran PSOE de antaño? Supongo que, bueno, digamos que prefiero callarme.

También imagino el careto que se le habrá quedado a Torra, el tejón, a quien este cisne recibió en Madrid con las alas abiertas, a pesar de lucir Torra el lacito mafioso en la solapa —detalle bastante para no ser recibido—, prometiéndole el oro y el moro para su engranaje golpista. Luego, desde la honda, lejana entraña de Hispanoamérica, se atrevió a espetarle aquello que jamás se habría atrevido a decirle a la cara: “Aplicaré el 155… si los independentistas se saltan la Constitución”. Así son las dos caras del cisne, la una encantadoramente tramposa y la otra asquerosamente cobarde.

El cisne, mintiendo sin parar, se ha enrocado en la presidencia junto a su dama, Begoña Gómez. Mi abuelo solía decirme: “Nunca te fíes de los narcisistas ni de esas mujeres que tienen cara de hombres”.

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