Vox trata a Tamames como un pelele

O como un muñeco del pim-pam-pum. Y no es ninguna de las dos cosas pero sí es, por mucho que esté casi en la “noventena”, un ingenioso y hasta ingenuo intelectual. En realidad, siempre ha tenido un ápice de angelismo en sus venas. Para Tamames la gente es menos mala de lo que parece. El día que, tras abocar al fracaso (era un bobada diletante) a su Federación Progesista fichó por el CDS de Adolfo Suárez, confesó al cronista en su despacho de la Castellana: “En política todos somos mejores de lo que aparenta ser Felipe González”. Una frase más de las suyas. Ahora para Vox ha sido el último de la fila, o si quieren, para ser más generoso, el segundo plato de una moción pensada desde el primer momento para horadar la ventaja del PP, para ponerle en un brete electoral. La tropa de recién llegados al partido, tropa infestada por El Yunque, ha vuelto a convencer a Abascal de que, efectivamente, puede comerle la merienda a Feijóo con iniciativas como el “latido fetal” (aún no presentada en el Parlamento) o naturalmente la censura a Sánchez.
De pronto, al más puro estilo ácrata como es él, se ha sumado al sarao político Fernando Sánchez Dragó, un tipo iconocasta que tiene en la cabeza una auténtica batidora que no para de agitar ideas, algunas, muchas, brillantes. En su tesitura diaria de sorprender al personal, se levantó Dragó un día de la cama y se dijo a sí mismo: “¡Anda, los donuts!” y corrió al regazo de Tamames para asegurarle que él era el elegido para el destino de expulsar al mentiroso de La Moncloa. Tan latoso fue que el profesor, mucho más de vuelta que de ida, contestó heliocéntrico como si él fuera el Sol que nos alumbra: “¡Venga, vamos!”, en vez de, con mayor apego a la sensatez, haber replicado: “¡Vamos, anda!”.
Contaré un sucedido reciente: Tamames salió de aquel contacto con su antiguo colega del trullo carabanchelero ahíto de pasión patriótica. Tanto, que en unas horas habló con un colega periodista de toda la vida y a la pregunta de: “¿Por qué has hecho esto?”, respondió: “Se trata de salvar a España”. Hace treinta años esta proclama grandilocuente le hubiera puesto, incluso a él, la cara colorada. No es propia de un profesor que sabe que él no ha nacido para rescatar a nadie de nada. Eso habría que dejarlo en su momento para espadones imbéciles como Tejero o meapilas como Armada. Lo peor es que, imbuido de un afán de protagonismo que ha podido nublar las meninges nada menos que a un catedrático de Estructura Económica, no es aún consciente de la martingala tramposa que ha urdido, para aprovecharse de él, la tropa yunquera que rodea en los últimos tiempos al silente Abascal. A esta tropa, Tamames -¿lo sabrá el interesado?- le trae por un higa. Tras la negativa desdeñosa de González o Guerra que ni siquiera acusaron recibo de la invitación, llegó el turno de Tamames que ya hemos contado cómo se desarrolló. Ni siquiera sus promotores han tenido el buen gusto o la decencia de cuidar un poco la imagen del que ya es su candidato. “¿Cómo -le decía al cronista este fin de semana un profesional de la fotografía- no se han ocupado de hacerle un poquito de photosoph para dismularle la vejez?”. Toda la razón a este técnico porque, a ver: ¿Cómo ha reaccionado el votante de Vox al contemplar el body de Abascal sentado en el brazo del sillón en el que se acomodaba un veterano con cara de bondad inconsciente? o ¿qué decir de esa otra instántanea de Tamames y Dragó juntos publicada este domingo pasado en El Mundo? ¿Alguien puede confiar el futuro de España a un respetado personaje que de vieja gloria puede mudarse ahora a juguete roto?
Y es que lo dicho: a Vox, Tamames le trae al pairo. Un día la tropa citada decidió que el enemigo era el Partido Popular y que en consecuencia había que situar a Feijóo en la disyuntiva de sumarse a la censura o incluso regirla él. Como Feijóo replicó, con gran sabiduría, que a otro perro con ese hueso, los yunqueros de VOX empezaron a bucear en el baúl de los recuerdos y menos mal que ahí sólo encontraron los restos de Chiquito de la Calzada que, de haberle hallado vivo, igual le hubieran promocionado para que contara chistes y diera saltitos en el hemiciclo de la carrera de San Jerónimo. ¡Menos mal! Una vez, el mismo día en que abandonó UCD, el presidente Suárez confesó al cronista: “Hago esto contra todas las luces de la razón”. Años después le recordé el episodio y el héroe de la Transición se lamentó así: “Tenía mucha gente alrededor tratando de confundirme”.
El ejemplo sirve para el caso del que nos ocupamos. En un momento en que se van a conocer, probablemente en horas, las radiales del escándalo canario protagonizado por un rijoso diputado socialista de Sánchez; en unas fechas en las que son ya seiscentos los delincuentes sexuales que se han beneficiado de la reducción de penas de la Ley Montero; en una tesitura en la que la coyunda social-lenista que “okupa” el poder se pelea como dos fregonas; cuando ahora mismo faltan escasos tres meses para que el PSOE de esta pesadilla nacional que nos aflige se pegue una batacazo electoral de los que hacen época, van Vox y su cohorte de talibanes y pretenden meterle un dedo en el ojo al centro derecha a cuenta de que Feijóo ha reconocido, con el Constitucional, que la ley de plazos del aborto se ajusta a nuestra Norma Suprema. En una situación de esta guisa los nuevos muchachos de Abascal que son realmente los que mandan ya en ese partido, articulan una moción que -hay unanimidad en preverlo- valdrá solamente para que el individuo maléfico que nos gobierna coja un poco del airecillo del Guadarrama. ¡Habráse visto mayor idiotez, semejante melonada!
Y a todo esto el ariete Tamames sin enterarse: “Me van escuchar”, dicen que dice: Y le escucharemos con devoción y atención cuando Sánchez ordene a su monaga Batet que convoque la correspondiente sesión parlamentaria, pero Tamames, vigente aún su enorme trascendencia intelectual, debe saber esto: Estos tipos nuevos de VOX le están utilizando como un pelele.