Vicente Gil: «Esperpento de Sánchez, Venezuela y el 36 están cada vez más cerca»

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Pedro Sánchez se queda. Sánchez se supera. Esta vez ha usado a su mujer y al propio Rey para hacer un paripé de cinco días que ha convertido a España en el hazmerreír de medio mundo.

Cinco días de performance, encerrado en Moncloa, sin hablar con nadie, haciendo dejación de sus funciones como presidente del Gobierno y haciendo sufrir cruel y sociopáticamente a los suyos. Y alimentando, de paso, también, en los contrarios, la esperanza de que se largaba.

Toda España, pendiente de él. Cinco días contemplándole en ausencia con el relato oficial del hombre enamorado y dolido. Para el ególatra de La Moncloa han debido de ser cinco días de multiorgasmo narcisista.

La carta-arrebato de Sánchez del miércoles pasado ha dejado más claro que nunca que el PSOE no existe, que es un cortijo de Sánchez absolutamente dependiente de él. Hasta emocionalmente, visto el nivel de histerismo paroxista norcoreano de María Jesús Montero y resto de la Santa Compaña sociata. Sánchez es, efectivamente, el «puto amo», como dijo Óscar Puente, su perrito faldero favorito. Este es el nivel de los ministros del Gobierno de España.

Yo o el caos es lo que ha propuesto Sánchez durante cinco días a la pléyade de estómagos agradecidos que dependen de él. ¿Dónde van a ir personajes tan mediocres como Yolanda Díaz o el tal Ion Antolín, jefe de prensa del PSOE?

Sánchez ha hablado varias veces de «lo que [yo] represento», que es como decir: «Yo soy la democracia». Y ha prometido que su permanencia en el poder «no va a ser un punto y seguido, sino un punto y aparte», porque vuelve «con más fuerza -ha dicho- para hacer la regeneración pendiente de nuestra democracia». La típica mentalidad de salvador golpista.

Traducido su discurso, como ha dicho Feijóo, Sánchez se lanza abiertamente al cambio de régimen por la puerta de atrás que venimos denunciando en OKDIARIO desde hace años y que tiene como objetivo final la Corona. Ante el Rey de España, Sánchez, el martes pasado, se presentaba con las manos en los bolsillos y, casi, perdonen, rascándose sus partes.

Sánchez no tiene ningún respeto al Rey si lo comparamos con los cabezazos reverenciales al príncipe heredero de Arabia Saudí, al que se acusa de haber descuartizado a un periodista crítico en su embajada en Turquía. Es lo que a Sánchez le gustaría hacer con alguno de nosotros.

Sánchez se espatarra ante la bandera nacional y se mete las manos en los bolsillos ante el Rey de España, pero se desnuca ante la senyera catalana en el Palau de la Generalitat. Este es el respeto que nos tiene a todos.

El caudillo Sánchez ha dado este lunes un autogolpe provisional y prepara el golpe definitivo contra el régimen del 78. Lo que Sánchez nos propone es volver atrás. Volver al 36.

Por lo pronto, Sánchez ya se ha hecho con toda la izquierda y se ha erigido en el líder del nuevo Frente Popular. Porque la «regeneración» que promete Sánchez a los suyos y a la que se han sumado con entusiasmo Bildu, los separatistas y los comunistas, es una versión actualizada de la Ley de Defensa de la República que el Frente Popular aprobó tras manipular las elecciones fraudulentas de febrero del 36 que había ganado la derecha.

Aquel Frente Popular, liderado por el PSOE, amnistió a los golpistas catalanes de octubre del 34 y los restituyó en sus puestos en la Generalitat. Como está a punto de hacer con Puigdemont.

Largo Caballero, el líder del PSOE, protagonizó esos mismos días en Asturias, paralelamente, otro golpe de estado. Los separatistas y el PSOE acosaban a la República para acabar con ella porque meses antes, en noviembre del 33, habían ganado las derechas.

El Fiscal General de la República, Valentín Gamazo, que cometió la osadía de pedir 30 años de cárcel para Largo Caballero por el golpe de Asturias fue, después, asesinado por un grupo de milicianos del PSOE en el pueblo de Cuenca donde se había refugiado con su familia tras dimitir. Entre 10 y 12 milicianos del PSOE lo ataron, torturaron y asesinaron delante de sus tres hijos a los que, después, también mataron.

Sánchez nos habla ahora de la «regeneración de la democracia» como el Frente Popular hablaba de la «defensa de la República» en febrero del 36 para controlar a la Justicia y a la prensa y acosar a la derecha. Aquello fue el detonante inmediato de la Guerra Civil cinco meses después.

En cinco años de República hubo cinco golpes de estado. Salvo la sanjurjada del 32, los otros cuatro los protagonizaron el PSOE y los separatistas. Cinco años de República con más de 3.000 asesinatos políticos y quemas masivas de conventos e iglesias desde el propio mayo del 31, cuando el Gobierno se vio obligado, por ello, a declarar el estado de guerra. La II República pasó más tiempo en estado de guerra o excepción que en situación normal.

La propuesta de Sánchez es volver a esa República convertida -entonces- en un régimen de parte, satélite de Stalin, que importó comisarios y checas y que Stalin se cobró después con el oro del Banco de España, donde, desde el principio, el PSOE dejó claro -como dijo Largo Caballero en enero del 36- que «si las derechas ganaban las elecciones de febrero, el PSOE iría a la guerra civil declarada». Y es lo que pasó.

Esta es la bochornosa historia del PSOE, que, salvo en la Transición, ha sido un cáncer para España desde su fundación. Fíjense en estas citas. Están en las hemerotecas. No hace falta la Memoria.

«No creemos en la democracia como valor absoluto. Tampoco creemos en la libertad» (Largo Caballero, Ginebra, 1934).»Hay que apoderarse del poder político. La revolución se hace violentamente, luchando y no con discursos» (Largo Caballero en el Congreso de las Juventudes Socialistas, 1932).

El Partido Socialista no es reformista. Cuando ha habido necesidad de romper con la legalidad lo hemos hecho sin ningún reparo y sin escrúpulo» (Largo Caballero, Congreso del PSOE, 1932).

El entonces conocido como el Lenin español se mostraba partidario de entregar armas al pueblo. El PSOE proponía «la creación de una milicia civil armada integrada por republicanos y socialistas». Al año siguiente, el Partido Comunista de España creó las MAOC, Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas, inspirado en el PSOE. En el 36 se unificaron las Juventudes Socialistas y las Juventudes Comunistas.

Hoy, 29 de abril de 2024, Pedro Sánchez se ha hecho heredero de aquel discurso golpista y violento del PSOE y de Largo Caballero.

En cualquier caso, Sánchez tiene mala cara. Sabe que van a salir más cosas de Begoña, Koldo, Ábalos, Illa… Porque esta es la cuestión fundamental por la que ha montado este show para asaltar la Justicia y acosar a la prensa y a la oposición. «Debí actuar antes», se ha lamentado en TVE, anunciando medidas en el ámbito judicial y de los medios.

Sánchez sabe que los jueces han decidido ir despacio para no dar pasos en falso. Que la UCO de la Guardia Civil tiene volcada ya la información de los tres teléfonos de Koldo y de los ordenadores, ipads y teléfonos del resto de detenidos. Que Francia ha dado información al CNI sobre el espionaje de Pegasus. Y que la Audiencia Nacional ha reabierto el caso y, de nuevo, pedirá a Israel que colabore. La otra vez no lo hizo y por eso se cerró. ¿Qué hará Israel ahora? Sánchez lleva insultando a Israel desde los atentados de Hamás del 7 de octubre.

Por eso, con todo, Sánchez sigue en su laberinto. Begoña es su punto débil y lo lleva escrito en la cara.

Los ciudadanos exigimos explicaciones. Queremos saber si la mujer del presidente del Gobierno se ha beneficiado de su posición y quién se enriqueció durante el Covid a costa de nuestro confinamiento, nuestro dolor y nuestros muertos. Tan sencillo como esto.

La comparecencia de Sánchez ha sido sin periodistas. Aún no se ha sometido a una rueda de prensa con preguntas libres, espontáneas y sin límite para explicar lo de su mujer.

En la noche de este lunes, Sánchez ha buscado refugio en TVE, mientras el CIS lo elevaba a los altares de las encuestas y lo ponía 10 puntos por encima del PP en un auténtico milagro demoscópico sólo al alcance de Tezanos. Y eso que apenas 10.000 personas el sábado (como mucho) y 5.000 yayoflautas el domingo salieron a la calle a dar la cara por el amado líder.

Fue un fracaso rotundo que habrá herido su ego y por el que hará rodar cabezas en el PSOE. Dictadorzuelos como Sánchez usan este tipo de esperpentos para ver quién de los suyos flaquea en la «adhesión inquebrantable» pensando que se va de verdad y purgarlo. Es de manual de 1º de sátrapa.

Sánchez llama, con todo, a la movilización callejera de la «mayoría social», ha dicho. Traducido: acoso a jueces, periodistas libres y líderes de la oposición, como en Cuba o Venezuela. Más jarabe democrático. Átense los machos. En el siglo XXI, los golpes de estado se dan lentamente. Son un proceso.

El 29 de abril ya se fue. Sánchez se queda. Acabada la farsa de cinco días, Pedro, Begoña y las niñas se disponen a coger el Falcon para pasar el puente de mayo en Las Marismillas.

Mientras tanto, España camina por la pendiente de una dictadura que, de no estar en 2024, nos llevaría, como quiere la izquierda, a otra guerra civil. Simplemente, aún no han aceptado que la perdieron y buscan la revancha.

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