La verdadera Agenda 2030 pasa por ‘reconstitucionalizar’ España

La verdadera Agenda 2030 pasa por ‘reconstitucionalizar’ España

La verdadera Agenda 2030 que necesita España -y no esa matraca pachanguera que busca alcanzar la prosperidad del planeta comiendo menos carne para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero-  pasa por acometer con carácter de urgencia un plan integral de ‘reconstitucionalización’ del Estado. Y para lograr que el espíritu del 78 emerja del sótano donde lo recluyó la izquierda, lo primero es llamar a la puerta del PSOE y preguntar si hay alguien dispuesto a decir a voz en grito que eso que dijo Pedro Sánchez en noviembre de 2020 de que «Bildu y ERC representan la España democrática» es una indecencia clamorosa.  No se trata de abrazarse a la Constitución de Cádiz -aunque, llegado el caso, no estaría de más darle un repaso-, sino de hacer que la Constitución de 1978 se convierta en la piedra angular de este país en el que la izquierda se ha esforzado en diluir el concepto de patriotismo para convertirlo en una mera referencia casposa.

Estamos como estamos -en franca decadencia- por no saber lo que somos. Y, mal que les pese a algunos, somos hijos de aquella España que hace ya cuatro décadas marcó uno de los goles más decisivos de su historia, con permiso de Iniesta, al meter en la prórroga el tanto que iluminó el marcador electrónico de nuestra democracia. Ahí es nada: un gol fruto del tiqui-taca entre la izquierda y la derecha del que, con el tiempo, empezaron a renegar los sectores de la zurda, hasta el punto de que décadas después, con Zapatero, el socialismo terminó pidiendo el VAR para revisar la jugada.

Las dudas en la izquierda sobre la legalidad de aquel gol histórico -con permiso de Iniesta- provocaron la irrupción del separatismo y el milagro de la Transición fue impugnado de forma gradual hasta que el socialismo terminó por decretar que el tanto de la Constitución de 1978 había sido en fuera de juego. El PSOE pensó que así se ganaría el favor de los nacionalistas, pero lo único que logró es que impugnaran la Constitución, la Transición y la propia España democrática para echarse al monte bajo un cielo de esteladas. De modo que se impone volver a los orígenes y reafirmar que la Nación, sujeto máximo de la soberanía nacional, no es otra que la nación en que se fundamenta la Constitución y que expresa la voluntad de los ciudadanos. O sea España, por las buenas o por las malas. Esa es la auténtica Memoria Democrática. Pese a quien pese. La labor es de aúpa, porque el tiqui-taca lo practican ahora los enemigos de España y el Gobierno de España, con el consiguiente riesgo de que nos metan en cualquier momento un gol en propia puerta y no haya VAR ni Cristo que lo fundó -Tribunal Constitucional incluido- que se atreva a anular la jugada.

Así que la verdadera Agenda 2030 que tenemos por delante es esa: ‘reconstitucionalizar’ España de la cruz a la raya, empezando por obligar, por las buenas o las malas, a que se impartan clases en español, lengua oficial del Estado, en cualquier parte del territorio nacional. Contra el sectarismo, castellano en vena. No queda otra. Y a partir de ahí, poco a poco, ir fortaleciendo el espíritu del 78, que no es otra cosa que volver a situar a España en los raíles de aquella España que venció a la ira y al rencor. No será fácil, pero entre perder el tiempo con la Agenda 2030 de la izquierda y esta Agenda 2030 no hay color.

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