La razón por la que los conductores están cubriendo los espejos del coche con bolsas de plástico
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Conducir y mantener un coche en buen estado implica estar atento a muchos más detalles de los que podríamos pensar. Últimamente, en distintos lugares (especialmente en zonas rurales o naturales) es habitual ver coches aparcados con bolsas de plástico cubriendo los espejos laterales. Aunque a pueda parecer una medida extraña o sin sentido, ésta curiosa práctica tiene un trasfondo bastante lógico que muchos conductores han adoptado para proteger sus vehículos.
Lo que parece un simple gesto de cubrir los retrovisores encierra una estrategia muy efectiva para combatir un problema bastante molesto, pero que muchos ignoran hasta que lo sufren. Las aves, en especial durante ciertas épocas del año, se comportan de forma territorial y agresiva, y este comportamiento tiene consecuencias inesperadas para los vehículos.
¿Cubrir los espejos del coche con bolsas de plástico?
Durante la primavera y el inicio del verano, muchas especies de aves entran en su ciclo de reproducción. En esta etapa, su instinto territorial se intensifica. Las aves machos, principalmente, se vuelven más agresivas y protectoras respecto a su territorio. Este comportamiento es totalmente natural y responde a su necesidad de defender un espacio propio donde puedan atraer a una pareja y reproducirse. Sin embargo, lo que para ellas es una reacción instintiva, para los propietarios de vehículos puede convertirse en un problema muy molesto.
Los espejos laterales de los coches actúan como superficies reflectantes, y cuando un pájaro ve su reflejo, lo interpreta como un intruso: otro macho que amenaza su territorio. Esta confusión hace que el ave comience a atacar el espejo, lanzando picotazos y aleteos. Aunque puede parecer inofensivo, estas acciones repetidas provocan arañazos, golpes, e incluso pueden llegar a aflojar el espejo si el ataque es insistente y prolongado.
Daños visibles y ocultos:
El primer problema evidente es el daño físico que los pájaros causan al espejo retrovisor. Con sus picos y garras, pueden arañar el cristal, dañar la carcasa del espejo o incluso desencajar alguna pieza si el ataque se repite durante varios días. Pero más allá de esto, existe un segundo tipo de daño, más discreto, pero igual de perjudicial: el excremento de las aves.
El excremento de los pájaros contiene ácidos, especialmente úrico, que resulta muy corrosivo para la pintura y el barniz del vehículo. Si no se limpia rápido tras la deposición, puede provocar manchas permanentes, deteriorar la capa superficial del coche y, en casos más extremos, hacer que la pintura comience a desprenderse. Los espejos, al sobresalir del chasis, son uno de los primeros lugares donde los pájaros se posan, lo que los convierte en blanco frecuente tanto de ataques como de deposiciones.
La solución más sencilla
Frente a este problema, muchos podrían pensar en productos repelentes, fundas especiales para el coche, o incluso aparatos que emitan sonidos para ahuyentar aves. Sin embargo, una de las técnicas más eficaces y económicas que han adoptado muchos conductores es tan simple como práctica: cubrir los espejos del coche con bolsas de plástico.
La clave está en eliminar el reflejo que provoca la reacción territorial del ave. Al cubrir el espejo, el pájaro ya no ve una imagen que perciba como una amenaza, por lo que no siente la necesidad de atacar.
Para que esta estrategia funcione adecuadamente, no basta con colocar una bolsa sobre el retrovisor y dejarla allí. Es importante asegurarla bien para que no se vuele con el viento. La mayoría de personas utiliza bolsas de supermercado o fundas plásticas reutilizables, las cuales sujetan con una goma, pinza, cinta adhesiva o incluso un nudo simple. La clave es que queden bien ajustadas y cubran completamente la superficie del espejo.
Cubrir los retrovisores del coche no sólo evita los ataques de aves durante la época de apareamiento, sino que también ofrece ventajas adicionales que muchos conductores han ido notando. Entre ellas, destaca la protección frente a los rayos solares, que con el tiempo pueden provocar la decoloración o el desgaste del material. Asimismo, actúa como escudo frente al polvo, la suciedad del ambiente y la formación de escarcha en los meses fríos. Esta solución, por simple que parezca, demuestra que no siempre es necesario gastar mucho para proteger el vehículo.
Lo que comenzó como un truco casero entre algunos conductores de zonas rurales ha empezado a expandirse en contextos más urbanos, especialmente en ciudades con mucha presencia de aves. Gracias a las redes sociales y a la difusión de consejos prácticos en foros automovilísticos, cada vez más personas adoptan esta medida, al darse cuenta de su utilidad.
De hecho, no es raro ver publicaciones donde conductores comparten imágenes de sus coches con bolsas en los espejos, junto con mensajes que explican el porqué. Esto ha ayudado a que la práctica deje de verse como algo extraño o improvisado, y se entienda como una acción consciente para el cuidado del vehículo.