¡Vade retro, Puigdemont!

Puigdemont

El Papa Francisco ha insistido en numerosas ocasiones para concienciar a los católicos de que «con el diablo no se dialoga». Lo ha hecho en su homilía dominical durante el rezo del Ángelus, comentando el inicio del capítulo cuarto del Evangelio de S. Mateo, donde, en el desierto, Jesús es tentado tres veces por el diablo, pero lo rechaza utilizando la palabra de Dios de las escrituras, sin entrar en diálogo con él ni negociar nada. En una entrevista concedida a la cadena de televisión TV2000 de la Conferencia Episcopal Italiana, Francisco dijo que el demonio no es rojo, no tiene cuernos, ni se parece a un chivo y dio tres pistas para reconocerlo entre nuestros conocidos, porque es educado, charlatán y pesado. La tentación nos invita a retorcer la ley escrita, a darle vueltas para conseguir de forma inmediata unas satisfacciones que nos resultan atractivas. El tentador nos invita a olvidarnos de la ley para conseguir grandes triunfos

Desconozco si Feijóo es católico o no, pero lo que sí se sabe es que el 40% de los católicos practicantes votan a Feijóo, según el barómetro del CIS. Y eso a pesar de que el programa del Partido Popular para las elecciones del 23J sólo planteaba pequeñas reformas en la legislación socialista sobre el aborto y la eutanasia, pero no su derogación. Con todo, teniendo en cuenta las creencias religiosas de sus votantes, Feijóo debería saberse esta lección del Papa Francisco que de tanta utilidad le sería en estos momentos en los que está pensando en sentarse a negociar con los de Puigdemont, ese señor educado, charlatán y muy pesado que se esconde en Waterloo. Con Puigdemont no se dialoga, se le rechaza con lo escrito en la Constitución.

Puigdemont es el líder de los que se ciscan en la ley de leyes. Ni es rojo, ni tiene cuernos, ni se parece a un chivo, más bien parece un oso perezoso con gafas; pero pertenece al mismo partido nacionalista de extrema derecha, racista, xenófobo y supremacista, cuyo anterior líder describe a los no nacionalistas como «carroñeros, víboras, hienas, bestias con forma humana, sin embargo, que destilan odio»; dice que: «España, esencialmente, ha sido un país exportador de miseria, material y espiritualmente hablando»; y define a los independentistas como «gente que ya se ha olvidado de mirar al sur y vuelve a mirar al norte, donde la gente es limpia, noble, libre y culta». Puigdemont pertenece a lo más parecido a un partido nazi que existe hoy en España y con los nazis, igual que con el demonio, no se dialoga, se les rechaza con la Constitución en la mano.

A pesar de las advertencias del hasta hoy líder de los populares catalanes, Alejandro Fernández, quien recuerda a Feijóo el «acoso» sufrido por los constitucionalistas en Cataluña por parte del separatismo para rechazar cualquier acercamiento de los de la calle Génova a la formación del fugado Puigdemont; la cúpula del Partido Popular defiende que el diálogo con Junts se enmarca dentro de la «ronda institucional, lógica y razonable que un candidato a presidir el Gobierno tiene que cumplir» y que, por tanto, el PP va a convocar a todas las fuerzas políticas, excepto a Bildu, cuyos 6 votos dan por inalcanzables, mientras que los 7 de Junts, aún les deben parecer asequibles. Hoy la Mesa del Senado, con mayoría del PP, en vez de rechazar de pleno la pretensión de Junts, PNV e Izquierda Confederal para tener grupo propio, en contra de lo previsto en su Reglamento, ha solicitado un informe jurídico que alargará esta decisión, quizá incluso hasta después de que se lleven a cabo las conversaciones para la investidura. No todo vale, la Constitución son las escrituras de los demócratas y con ella en la mano, Feijóo debe gritar: ¡Vade retro, Puigdemont!

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