Puigdemont aplaca el debate interno para no debilitar la posición de Junts en la negociación con Sánchez
La lealtad hacia Carles Puigdemont es lo único que une a día de hoy a todas las familias de Junts
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Carles Puigdemont no tiene ningún cargo orgánico en Junts per Catalunya. Pero es el que manda. El que fija todas y cada una de las posiciones del partido separatista desde su retiro en Waterloo. «El president esconde las diferencias porque es difícil que alguien le lleve la contraria», asegura un dirigente territorial de la formación, resumiendo en qué punto está el debate interno entre las familias de JxCat. Puigdemont, que lidera las negociaciones para la investidura, ha aplacado cualquier intento de mostrar las diferencias entre los distintos sectores que conforman Junts para no debilitar su posición negociadora frente al PSOE de Pedro Sánchez.
Con los focos puestos en Madrid, el ruidoso debate interno sobre el rumbo del partido y su organización queda en un segundo plano. Aunque existe y seguirá existiendo por la amalgama de dirigentes y afiliados que comparten las siglas y que proceden de lugares tan dispares como la extinta Convergencia, Iniciativa o incluso el PSC. De ahí que más allá del objetivo principal de la independencia, la forma sobre cómo encarar la implementación territorial de la organización o la vuelta o no al Govern de Pera Aragonés, tras la ruptura protagonizada el año pasado, estén creando tensiones internas.
A grandes rasgos, en JxCat cohabitan dos grandes corrientes organizadas con otros grupos más pequeños que oscilan entre una y otra: por un lado está el sector pragmático, formado por cuadros y dirigentes con pasado en la antigua Convergencia, y, por otro, un sector unilateralista, politizado a raíz del 1-O, que hace bandera de la confrontación. Los primeros, que abogan por seguir los pasos del PNV para rentabilizar su papel decisivo en la política española, tienen como referentes al ex president Artur Mas y al ex alcalde de Barcelona Xavier Trias, con el apoyo puntual del secretario general Jordi Turull, y los segundos a la presidenta del partido, Laura Borràs, al ex president Carles Puigdemont y a diputados con mucho peso orgánico que marcan la hoja de ruta de la formación.
Entre los pragmáticos de JxCat empezaba a surgir un cierto malestar por la gestión de los pactos de las municipales y, en concreto, por quedar fuera del gobierno de las Diputaciones de Barcelona, Tarragona y Lérida por el ‘no’ de la cúpula -principalmente de Borràs- a pactos con el PSC. Sin embargo, de cara a la conformación de la Mesa del Congreso y la eventual investidura de Sánchez, la propia Laura Borràs fue la primera en dar el volantazo al conocer el cambio de opinión del PSOE respecto a la amnistía y que ella mima podía verse beneficiada por la medida de gracia. Siendo esta la única manera que tiene, a día de hoy, de librarse de entrar en prisión.
En el sector más unilateral, debilitado tras la condena a Borràs, tratan de evitar que el partido vire hacia posiciones de la antigua Convergencia, un giro a la moderación que no se ha acabado de materializar a pesar de la victoria de Trias en Barcelona en las pasadas elecciones municipales, que no le sirvió para ser alcalde por el pacto que alcanzó el PSC con los Comuns de Ada Colau y el Partido Popular de Daniel Sirera.
Lealtad a Puigdemont
Aunque defienden modelos de partido y estrategias políticas opuestas, a los dos sectores mayoritarios dentro de Junts les une la lealtad hacia Carles Puigdemont. Unos y otros, en ambos sectores, coinciden en señalar que el hecho de que sea el president quien negocie con los socialistas les da «tranquilidad». Ajeno a la vida de partido, Puigdemont es la argamasa que une a las diferentes familias de JxCat, desde los independientes sin afiliación previa, que se agruparon alrededor de su figura en las primeras elecciones autonómicas tras el 1-O, hasta las diferentes familias de la histórica Convergencia.
El hecho de no identificarse claramente con ninguna de ellas -ni se le consideraba afín a Josep Rull ni a Jordi Turull-, ha permitido a Carles Puigdemont ejercer como bisagra entre grupos que se disputaron el poder en la antigua CDC, a lo que hay que sumar su sintonía con alcaldes y cuadros territoriales. Lejos del día a día del partido, nadie pone en duda el liderazgo de Puigdemont en Junts, ni tampoco su capacidad de influencia: en el sector pragmático recuerdan a menudo cómo decantó la votación sobre la continuidad en el Govern con un solo retuit.