Unas lecturas necesarias para el presidente del Gobierno

Sánchez
Unas lecturas necesarias para el presidente del Gobierno

El presidente Sánchez ha entrado en una deriva muy peligrosa, con claras señales de autoritarismo, al tratar de menoscabar la separación de poderes y eliminar, así, los contrapesos que ello supone. Su afán por controlarlo todo le está llevando a traspasar límites inimaginables, espoleado, además, por el cambalache con los independentistas a cambio de recibir sus votos para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado y poder concluir la legislatura, que parece que es su intención, para, así, completar su álbum de fotos e incluir en él, junto a las de la cumbre de la OTAN, las de la jura de la princesa de Asturias por su mayoría de edad y el semestre rotatorio de presidencia europea que le corresponde España, ambos acontecimientos en el segundo semestre de 2023. Como hemos venido viendo, Sánchez ha desplegado toda su artillería, de manera que todos los socialistas, todos, han arremetido contra el Tribunal Constitucional por defender, precisamente, la separación de poderes, al recordarle al Ejecutivo que todos tenemos que cumplir la ley y realizar los cambios que pretenda conforme al ordenamiento jurídico. A la cabeza de estos ataques, además del propio Sánchez, se sitúan de manera destacada el ministro Bolaños, la presidenta del Congreso, Batet, y el presidente del Senado, Gil. Este último intentó, en una maniobra postrera, pedirle al Tribunal Constitucional que levantase la suspensión para que el Senado pudiese debatir y aprobar la reforma judicial de Sánchez, con el objeto de que la Fiscalía de nuestro tribunal de garantías constitucionales pudiese elevar un informe que parecía copiado de los argumentarios de La Moncloa y de Ferraz, al solicitar la recusación de dos magistrados por estar prorrogados. No les salió bien, pero ello indica hasta qué punto está Sánchez dispuesto a llegar para ganar tiempo. 

Paralelamente, como antes, otros personajes que avanzaron hacia el autoritarismo -alguno, incluso, hacia el totalitarismo- culpa de todo lo sucedido a la oposición, haciendo ver que es la que está socavando la democracia, porque, según él, la Justicia no respeta la soberanía popular, nuevo concepto, pues la Constitución habla de la soberanía nacional. Tanto revisar el rencor del 36 le hace adoptar un lenguaje y unas maneras poco recomendables, propios del tenebroso régimen en el que acabó convertida la II República.

Sánchez se equivoca. Le recomiendo que lea, porque, sin duda, lo necesita, En busca de Montesquieu. La democracia en peligro, de Pedro Schwartz (ediciones Encuentro, 2006). En este fantástico libro, que desarrolla su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, el profesor Schwartz habla de la necesaria división de poderes y de la confusión de poderes. Así, nos dice Schwartz, la separación de poderes no quiere decir que sean compartimentos estancos, sino la división del trabajo y necesaria colaboración entre ellos para tomar decisiones colectivas. La esencia de la doctrina Montesquieu estriba en que un único poder no pueda tomar decisiones colectivas sin la colaboración, apoyo, refrendo o revisión de otro. Nos recuerda el maestro Schwartz que no es un arreglo de compartimentos estancos, sino un sistema de ‘autoridad concordante’, como lo llamó Gordon Tullock, cuyas obras también debería leer el presidente Sánchez.

Por tanto, además de lo grotesco que resulta la imputación a la oposición, aparte de la prensa y a cualquiera que no le dé la razón, de desestabilizar la democracia, es falso. El Tribunal Constitucional lo que hace es defender la separación de poderes para que se mantengan los contrapesos, frente al intento gubernamental y de toda su coalición de la moción de censura para controlar la Justicia. Por tanto, quienes desestabilizan no son los que defienden la democracia actual, sino quienes tratan de atacar uno de sus pilares básicos como es la división de poderes. Quizás el presidente del Gobierno pueda dedicar algunas horas de estas navidades a leer este libro, los de Tullock y alguno más, que le permita aprender la esencia de la separación de poderes como base de un sistema democrático, alejado de maneras autoritarias. Le sería útil incluso para él a nivel personal, porque, si no, la Historia sí que lo recordará, pero con un juicio muy negativo no ya sólo de su gestión económica, que ya no parece que tenga remedio, sino de su comportamiento frente a la democracia. Mientras tanto, les deseo a todos los lectores una muy feliz Navidad.

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