TV3, la tele de los ‘països catalans’
Esquerra ha fichado al presentador estrella del tiempo de TV3 para las europeas, Tomàs Molina. Tampoco está claro que salga porque va de número dos tras la esposa de Raül Romeva, Diana Riba. La candidatura, según anunciaron antes de Semana Santa, es una coalición entre ERC, Bildu, BNG y Ara Més, un partido minoritario de las Islas Baleares.
Pero que mal deben de estar las perspectivas electorales de los republicanos si fichan a un hombre del tiempo. Aunque sea de TV3. La verdad es que en 1919 ya incorporaron a la esposa de Raül Romeva, Diana Riba, porque su marido estaba en la cárcel por la sentencia del Supremo. Su única experiencia pública conocida hasta entonces era en el ampa de Sant Cugat, la asociación de padres de alumnos.
Tampoco debe estar muy convencido Tomàs Molina del paso realizado porque -en un vídeo de poco más de cuatro minutos colgado en las redes-, expresa sus reticencias sobre la política hasta en varias ocasiones. Me recuerda a Quim Torra, que fue el que tuvo la idea de hacer una lista electoral sin políticos para las elecciones del 2017. Al final lo pusieron de presidente. Iba undécimo en la candidatura. Así nos fue.
En efecto, el ya ex hombre del tiempo asegura tras su paso a la actividad pública que «no soy un político y no lo seré nunca». Luego que hasta ahora ha visto a los eurodiputados «como alguien que se va a Europa y no sabemos qué hacen» y finalmente admite que «la política está muy desprestigiada». Buen comienzo.
Seguro que, si sale elegido, cambiará de opinión. Son casi 8.000 euros mensuales limpios de polvo y paja, más 4.500 en dietas, otros 4.500 en desplazamientos y 28.000 para un asistente. Uno de los mejores sueldos parlamentarios de Europa.
Entre sus intenciones está luchar contra «el cambio climático». Ojo, que ha dicho «cambio climático». No la República Catalana, con lo que ya se ve que lo de la independencia va para largo. «Aunque no tengamos todavía Estado», ha matizado más adelante para disimular.
A continuación, buenas intenciones. Quedar bien con todo el mundo. En eso aprende rápido. También con los payeses, que se quejan de las trabas burocráticas que les pone Bruselas con el argumento precisamente de la lucha contra el cambio climático.
Sin olvidar que la Generalitat tiene competencias en la materia. Incluso una consejería a la que ERC rebautizó. En vez de Agricultura, Ganadería y Pesca -que es como se había llamado toda la vida-, le cambiaron el nombre por la de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural. Todo muy happy. Ya se veía por donde iban los tiros. De lo poco que han conseguido los payeses es revertir el nombre.
Tomàs Molina se mete también con los poderosos, deben habérselo recomendado en el partido, porque asegura que «no es normal que haya ultramegarricos». Igual se cree que ha fichado por Sumar en vez de por Esquerra.
E incluso con el turismo porque, en su opinión, no puede ser que haya «tantos aviones». Como se enteren los hoteleros de la Costa Brava. Los pobres están con la sequía -tienen que pagarse de su bolsillo las desalinizadoras-, sin playas por el último temporal y ya sólo faltaba Tomàs Molina metiéndose con los turistas que vienen con Ryanair.
A continuación pide un poco de todo, «ciudades más seguras», «que se viva mejor» o luchar contra «los incendios forestales». No quiero amargarle, pero estoy convencido de que cualquier candidato de Vox coincidirá con él en tan venerables propósitos.
Finalmente, se compromete a aportar «sentido común», que es lo único que le falta a su partido tras diez años de proceso. También a «escuchar» y a responder de manera «personal» a sus votantes. Acaba diciendo que «se compromete» y que cuando «me comprometo, me comprometo de verdad». Solo faltaría que fuera de mentira.
En fin, lo de poner un hombre del tiempo de TV3 en las listas de ERC no es baladí. Ahora entiendo el mapa del tiempo de la cadena pública. Siempre empiezan por Cataluña, luego los Països Catalans y finalmente Europa. España no existe.
La hispanofobia ha empezado siempre por TV3. Hablan más de Carlos III, aunque esté aquejado de un cáncer, que de Felipe VI, al que no perdonan aquel discurso del 3 de octubre: «La Corona …». Los Reyes y sus hijas acudiendo a una procesión en Madrid como ciudadanos normales y corrientes creo que ni salió.
Yo siempre digo que los Països Catalans no existen. Bueno, es evidente que hay lazos históricos, e incluso culturales. Pero no veo ni a valencianos ni a mallorquines por la labor. No en vano, socialistas y populares se han turnado en ambas comunidades autónomas, a veces con mayorías absolutas.
Las opciones catalanistas han sido siempre muy minoritarias. Hace años ERC tuvo un diputado en el Congreso, Agustí Cerdà (2004-2008). Sin embargo, creo que fue elegido por la circunscripción de Barcelona.
Mientras que la CUP tiene, en teoría, una «asamblea territorial» en Valencia pero su implantación es sobre todo en algunas comarcas catalanas. En las últimas primarias para elegir la cabeza de lista -salió Laia Estrada- votaron 542 militantes, que tampoco es mucho.
La culpa es de Jaime I, que paradójicamente ha pasado a la historia como el Conquistador. El hombre pudo acometer la conquista de las Baleares solo con apoyo catalán. Pero para Valencia necesitó a los nobles aragoneses. Además, convirtió el territorio conquistado en un reino independiente. Y, a su muerte, repartió los diferentes reinos entre dos de sus vástagos, que se enzarzaron en guerras civiles.
Hace poco vino a Barcelona el presidente valenciano, Carlos Mazón, y entrevistado por la presentadora de TV3, Ariadna Oltra, tuvo que recordarle que el nombre oficial era «Comunidad Valenciana». La presentadora, para hacer méritos –»ahora te vas a enterar», debió pensar- había utilizado el de País Valenciano.
Por eso, el mapa del tiempo de los Països Catalans de TV3 es, en el fondo, el sueño húmedo del independentismo catalán: la Cataluña que pudo ser y no fue. Conscientes, sin duda, de que con mayor extensión territorial habría tenido más opciones de convertirse en un estado independiente a lo largo de la historia.
El propio Oriol Junqueras, en la presentación de Tomàs Molina, este martes lo ha vuelto a soñar: «Cataluña y los Països Catalans se merecen siempre lo mejor», ha afirmado en alusión al fichaje estrella de su partido.
Y, de hecho, hemos acogido aquí a no sé cuántos valencianos: un ex rector de la UAB que llegó a consejero de Universidades, Carles Solà; un ex presidente de la CCMA, Brauli Duart; un ex director de TV3, Vicent Sanchis; o el director de un medio digital indepe, Vicent Partal, por citar sólo algunos.
Estoy convencido de que, en su comunidad de origen, no habrían realizado ni la mitad de la mitad de la carrera profesional que han hecho en Cataluña. Los catalanes somos así de generosos.
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