¿Todo en venta?

Ana Obregón

82 dólares por noche por una celda más cómoda dentro de la prisión de Santa Ana (California), vientres de alquiler de mujeres indias por 6.250 dólares (menos de un tercio de lo que se paga en Estados Unidos), 150.000 dólares por el derecho a cazar un rinoceronte negro en peligro de extinción, hacer de cobaya humana para la industria farmacéutica o combatir en Somalia para una compañía militar privada. Son ejemplos que pone Michael Sandel en Lo que el dinero no puede comprar (2013) para cuestionar los límites morales del mercado.

Si no ha leído a Sandel, no se preocupe. Aquí tenemos a Ana Obregón cuyo ejemplo nos sirve para reflexionar sobre el todo en venta o, quizá deberíamos decir, alquiler con opción a compra. Y a este debate nos anima Cuca, la del PP, que hace unos días criticaba la moción de censura porque nos despistaba de las felonías de Sánchez, y hoy nos invita a hablar de la gestación subrogada. Se ve que una cosa despista y la otra no…

Y, si lo dice Cuca, yo entro al trapo y me pregunto: ¿Puede el dinero comprarlo todo? ¿Todo deseo constituye un derecho? ¿Es suficiente la voluntad del vendedor -gestante en este caso- y del comprador? Si decimos que no, ¿dónde queda la libertad? Y si decimos que sí, ¿dónde queda la dignidad? Y, en cualquier caso, ¿dónde está el límite? Si sólo es una cuestión cultural y hoy ya aceptamos contratar la gestación de una persona, ¿vendrá mañana la subasta de órganos y, pasado mañana, la legalización del incesto o la zoofilia? No me malinterpreten, no estoy comparando unas cosas con otras; sólo el uso del argumento que, si sirve para unos deseos, ¿por qué no para otros? ¿Dónde está el dichoso límite?

Ya desde el Derecho Romano existen las res extra commercium, bienes o servicios que se sacan del tráfico mercantil, como las drogas, la mano de obra infantil, los órganos humanos, la nacionalidad, los votos electorales, y también, en España, los vientres de alquiler. Ello responde, en muchos casos, a razones morales y de dignidad humana, y es ese concepto, el de dignidad, el que complica la respuesta. Su significado, a la luz de las creencias o del respeto que uno tenga por sí mismo, difiere de unas culturas a otras, pero, si en algo podemos estar de acuerdo, es que una persona pierde su dignidad si es instrumentalizada, manipulada, menospreciada o se deja utilizar por los demás (aunque sea mediante contraprestación).

¿Contratar la gestación de un ser humano es utilizar a otra persona? ¿El mero hecho de hacerlo voluntariamente valida esa utilización? ¿Atenta la gestación subrogada a la dignidad humana? Yo lo tengo claro, así que, con permiso de Cuca, mañana vuelvo a hablarles de Sánchez y espero que ella también.

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