Tode por la Matria, Margarita
Cuando no es al diccionario es a la Constitución. Ya no sé cuál de los dos recibe más patadas de este Gobierno.
Parece que, cesada Calvo (a pesar de su “expertitud”, que diría ella) y sustituida la portavoz Montero (para feliz descanso auditivo en las ruedas de prensa), de las patadas a la lengua española se va a encargar el lado morado del Gobierno, que quizá reformulen el lema de la Guardia Civil: “Tode por la Matria”. Son capaces.
Pero, con permiso de la RAE, me preocupan más las patadas a la Constitución. En pocos días hemos sabido de tres: la del nombramiento de Pablo Iglesias en el CNI, idem de Rosa María Matero en RTVE y, como colofón, la del estado de alarma; y esperen, que seguiremos.
Pero no pasa nada, son elucubraciones doctrinales, nos dice Margarita. Aún no había digerido la magistrada en excedencia el sapo de los indultos cuando ha tenido que sentir la vergüenza de ver como el Tribunal Constitucional le decía lo que ya sabía.
El PSOE se agarró a una referencia no jurídica sobre un testigo para montar una moción de censura, pero cuando el Tribunal Constitucional sentencia que te has pasado, solo son elucubraciones doctrinales. ¿Se imaginan a los ‘indepes’ condenados diciendo que sus sentencias eran elucubraciones doctrinales?, ¿o qué la diferencia entre rebelión y sedición era solo una disquisición?, ¿o qué un destarifado dijera que diferenciar sobre abuso sexual o violación es elucubrar?… Eso son razonamientos previos al fallo en una sentencia, es decir, su motivación. Nunca pensé que hubiera que explicárselo a una magistrada.
Y peor es cuando nos dicen que el Tribunal tiene que tener “sentido de Estado”. Lo que tiene que tener, pero el Gobierno, es respeto por el Derecho. Lo de que un juez supedite los criterios de legalidad a los de oportunidad es de república bananera, que es a lo que nos lleva este Gobierno con frases como esas.
Hace casi tres años, en la apertura del año judicial, el presidente del CGPJ decía: “Derecho y democracia son dos principios co-originarios. El uno no es posible sin el otro. La democracia no puede definir lo que es la democracia sino es a través del respeto a la ley que expresa la voluntad de la mayoría, como tampoco podemos aceptar como democráticos aquellos actos de poder público que pretenden convalidar la ilegalidad o la ausencia de Derecho”. Y, en referencia a la Constitución, añadía “si arbitrario es lo que no se ajusta a una regla preexistente, la desobediencia a la Constitución es la máxima expresión de la arbitrariedad”.
En aquellos días, la frase iba dirigida a los que Pedro Sánchez llamaba rebeldes, hoy sus aliados. Pero el discurso de Lesmes no ha perdido actualidad y hoy podría repetirse, tal cual, en relación con los indultos (que pretenden convalidar la ilegalidad) y con la sentencia del estado de alarma (expresión de la arbitrariedad). Y ahí está Margarita que se ha tragado los dos sapos. “Tode por la Matria, Margarita”, le habrán dicho sus compañeras.