Tic-tac, Vox; tic-tac, Ciudadanos; tic-tac, PP

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El espectáculo circense que están ofreciendo los partidos llamados a conformar una mayoría de centro-derecha en Madrid y que nos fuerzan a presenciar a diario es una gran decepción. Los madrileños que acudieron a las urnas el pasado 26 de mayo y votaron a cualquiera de los partidos concernidos en las negociaciones lo hicieron con dos objetivos: que Madrid no perdiera el signo liberal del que nos hemos beneficiado en términos de libertad y prosperidad; y que el Ayuntamiento dejara de ser el trampolín y la coartada de la extrema izquierda. Sólo eso, así de simple. Bajo esta premisa, la única pregunta que debieran hacerse los responsables políticos es: ¿Cómo podemos nosotros ayudar y contribuir a este fin?

Según los resultados de las urnas, en el Ayuntamiento de Madrid, la formación verde  ha obtenido cuatro concejales, 11 Ciudadanos y 15 el Partido Popular. En la Comunidad de Madrid, Voz ha obtenido 12 escaños, frente a los 26 de Ciudadanos y 30 del Partido Popular. Estos resultados obligan a las tres formaciones políticas a entenderse para construir un proyecto que conjugue eficacia en la gestión y estable en el tiempo. Pues no hay manera.

Por un lado, Ciudadanos, aquejado de un trastorno de personalidad múltiple, ha decidido desenvolverse en una realidad paralela donde Vox no existe. Resulta infantil y desternillante. Por otro lado, las rabietas diarias de Vox están sirviendo a la izquierda como un espectáculo estimulante para seguir engordando el terror verde. Con un concepto decimonónico de la honra y el honor, los de Abascal -entre órdagos, insultos, provocaciones y estridencias varias- están contribuyendo de forma hiperactiva a que el sol no se ponga para la izquierda.

Si Vox quiere irse a la oposición dando a Ciudadanos una patada en la espinilla del Partido Popular, se equivocará. Si Ciudadanos sigue negándose a reconocer que van a formar parte de gobiernos gracias a Vox (formación política tan legítima y constitucional como ellos), se equivocarán también. También sería recomendable que el PP abandone ya esa actitud de padres todocomprensivos y dialogantes, den un golpe en la mesa  y terminen con esta pérdida absurda de tiempo y credibilidad. Aquí solo hay tres opciones: o un gobierno de centro-derecha; un gobierno de PSOE y Podemos; o nuevas elecciones. Decídanse, pero prívennos de este bochorno.

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