Subir salarios sólo incrementará la inflación
Llevábamos varios años sin una inflación elevada, pese a haber contado con ejercicios de importante crecimiento económico y una política monetaria extremadamente laxa, heterodoxa incluso, podríamos decir, con el precio oficial del dinero en el 0% y los interbancarios, las facilidades marginales de depósito y los tipos de financiación de gran parte del endeudamiento soberano en negativo.
Todo ello, respondía a una situación anómala, que se correspondía con una política monetaria terriblemente expansiva iniciada en uno de los momentos más graves de la anterior crisis. La gran mayoría de bancos centrales asumieron esa expansión monetaria. Recordemos, aquí, en la eurozona, la famosa frase de Draghi “whatever it takes”, con la que aseguraba una inundación de liquidez temporal, pero con la advertencia de que por sí sola no podría hacer nada si los gobiernos no realizaban reformas estructurales profundas, cosa que no sucedió en una gran mayoría de países.
Pues bien, todavía hoy seguimos con dicha política monetaria expansiva. Hubo un conato de vuelta a la ortodoxia, pero la pandemia llegó y el mercado se inundó de más liquidez. Ahora, el BCE ha vuelto a aplazar las subidas de tipos en 2022, aunque la Fed parece más decidida a empezar con la retirada de liquidez.
Todo ello, ha generado una financiación que anestesia a la economía, haciéndola vivir muy por encima de sus posibilidades, con la banca, por un lado, con respiración asistida en cuanto a la abundante financiación y, por otro, con sus márgenes constreñidos por los nulos tipos, que le impiden contar con un buen margen de financiación, que unido a la sobrerregulación que se le impone ahora está acabando con dicho sector, al menos, tal y como lo hemos conocido.
La baja inflación se ha acabado, cosa que, antes o después, con esta política monetaria, tenía que terminar sucediendo, por mucho que el comercio electrónico haya disminuido costes. Esa liquidez casi ilimitada está financiando los distintos cuellos de botella que se están produciendo. Ahora que estamos teniendo un problema de abastecimiento, con la disminución de la oferta, que nos lleva a subida de precios, que el coste energético se dispara por la disparatada política energética en la que se ha metido el mundo, retirando fuentes de energía y no apostando por la nuclear sin un sistema alternativo, y con el aumento de costes de transporte, esa liquidez ilimitada está financiando esos cuellos de botella, que hace que los precios no bajen, por no permitir que los mercados se vacíen y baje el precio en unos de ellos al subir en otros, pues el dinero es finito. Como se imprime dinero abundante, no se produce dicho ajuste, sino que la demanda sigue presionando al alza.
Ahora, se señala que mientras el indicador adelantado de la inflación se sitúa en el 5,6% interanual, los salarios apenas suben y que los trabajadores perderán, así, poder adquisitivo. Sería un grave error que se produjese un movimiento de intensas subidas salariales generalizadas, pues mantendrían artificialmente la demanda, subirían más los precios que las subidas salariales, perderían, por tanto, más poder adquisitivo que ahora los trabajadores, y entraríamos en una espiral precios-salarios que terminaría por llevarnos a una estanflación.
La solución no es subir salarios, sino aplicar una política monetaria que permita volver a la ortodoxia y acabar con la financiación de esos cuellos de botella que están generando el crecimiento de los precios, empobreciendo a los ciudadanos y lastrando a la economía. Es obvio que esa retirada de liquidez hay que planearla bien, poco a poco, para no causar un colapso en la economía, pero hay que empezar ya a hacerlo o las consecuencias serán mucho peores.