Los siete pecados digitales

Pecados digitales

Una de las primeras condiciones que nos hace ser profundamente humanos es la capacidad casi ilimitada que tenemos para ser contradictorios, imprevisibles, confusos, y caer muchas veces en el mismo error. Y por suerte lo seguimos siendo. De lo contario, seríamos máquinas. Sin embargo, esas características, que nos hacen tan humanos, fluctúan entre polos opuestos, y lo que una actitud que en algún momento dado podría llegar a ser una virtud, en otro contexto, puede tornarse en un vicio, sin que tengamos la menor conciencia de ello. Esta complejidad la entendió el Papa Gregorio Magno en el siglo VI d.C, y por ello publicó en Roma Los pecados capitales, de forma que las personas pudieran estar más atentas a sus acciones. Sin embargo, después de 16 siglos de historia, en los que tan sólo en los últimos 50 años hemos avanzado más que en toda la historia de la humanidad, los pecados capitales necesitan de una pequeña actualización para acercarse a nuestra realidad digital. Por ello, y con profundo respeto, me gustaría hacer una propuesta sobre cómo tenemos que interpretar hoy estos nuevos ‘pecados digitales’:

Soberbia: hoy ego. Te gusta el reconocimiento, y quieres que la gente se dé cuenta de tu valía. Quieres likes, comentarios y sueñas con tener tu propio podcast. Sin embargo, en un medio tan competitivo como el de los influencers, necesitas sobresalir a cualquier precio. Y para ello maquillas tu propio ser, creando una versión de ti mismo más cool, más guay, que a la vez has copiado de influencers, quienes a su vez han creado una versión de ellos mismos. Penitencia: aprende que la valía debe venir de los que eres realmente en tu interior, sin filtros, sin poses. Destaca por lo que eres.

Avaricia: hoy compras compulsivas. Te declaras vegetariano. Reciclas. Utilizas el transporte público y mientras lo haces, pides compras desde el móvil: la leche, la comida para el perro, el jersey verde que tagueó tu influencer, unas babuchas, unas lámparas de mesita, un aceite de oliva en spray, etc. Llegas a tu estación, te bajas, y te diriges a casa donde vuelves a conectarte, pides un glovo, y sigues comprando cosas molonas e inútiles, que te ha recomendado el algoritmo de tu red social.  Penitencia: Compra únicamente aquello que realmente necesites. Apoya a los establecimientos vecinos comprando todo lo que puedas, habla con el vendedor, saluda al ayudante. Sal del ‘cómodo’ bucle digital, de comprar sin moverte.

Lujuria: hoy sexo digital.  Estás inscrito en 7 Apps de citas, y cada día dedicas un buen par de horas en ellas. Das likes a todos los que puedes, entablas una conversación y por tu experiencia ya tienes una estrategia para que te envíen fotos subiditas de tono. Vives en un estado de completa excitación a lo largo del día, tan sólo de pensar en lo que harás esta noche con ‘el/la de turno’. Si llegas finalmente a verte con alguien, después de la tercera salida no le vuelves a contestar. Penitencia: Las personas no son un medio para satisfacer tus necesidades fisiológicas. No engañes a las personas, si lo único que te interesa es tener sexo, sé claro y honesto desde el principio. No juegues con los sentimientos de los demás.

Ira: hoy trolear. No soportas a ese cantante de reguetón o a ese político, pero, sin embargo, los sigues y estás pendiente de todo lo que hacen. No hay nada en ellos que te guste, por ello cada foto o comentario que hacen es una afrenta directamente a tu ser y ello te da la suficiente superioridad moral para juzgar, insultar y denigrar de alguien, sintiéndote una mejor persona por hacerlo. El mundo tiene la obligación de saber lo que piensas. Penitencia: Deja de pensar que el mundo y las personas están en tu contra por no pesar como tú. Así que vive y vivir tranquilamente a las personas, incluso a las que odias. Además: recuerda que todo lo que haces en redes forma parte de tu huella digital, y nunca sabes cómo esos comentarios soeces se pueden volver en contra tuyo.

Gula: hoy apps de comida. Teletrabajas. Te despiertas y pides un café de tamaño familiar para recoger. Hace frío. A media mañana te apetecen churros, los pides. Al mediodía quieres comer sano para contrarrestar la mañana, y pides al sitio eco, bio, healthy, una mega ensalada, con postre sano. ¿Qué tal una merienda a las 18:00 horas? Te pides un combo. Ya es tarde, vas a la nevera que tiene algunas cosas, pero quieres salir a cenar, pasas por un restaurante y al verlo no es tan gran instragrameable. Regresas y gracias a una estupenda producción fotográfica, te pides una pizza superapetecible. Al llegar la pizza es ultra grasienta y además te regalan una segunda pizza (que te comes). Penitencia: Después de la pandemia, las Apps de comida han mejorado muchísimo, y pedir dentro de éstas algo es realmente muy fácil. Por otro lado, los restaurantes entendieron la necesidad de incorporarse a estas plataformas, pero muchos pequeños restaurantes no tienen los medios para conseguir unas buenas fotos o unas redes sociales con buen contenido digital. Así que trata de pedir menos a sitios muy conocidos y dale la oportunidad a los nuevos. También trata de salir a la calle a comer, y de cocinar tú mismo de vez en cuando.

Envidia: hoy sigue siendo envidia.
No puedes con tu compañero al que siempre felicitan los jefes. Tu hermana y su familia perfecta te parecen empalagosos. No soportas que a ese influencer que sólo hace imbecilidades le vaya tan bien. Cuando oyes hablar a un filósofo -por ejemplo- siempre crees saber mucho más que éste. Puedes despreciar a alguien en cuestión de minutos. Y todo esto ocurre mientras dolorosamente estás comiendo solo en un restaurante. La envidia es un sentimiento que a la larga le causa autodestrucción a aquel que la sufre, y muchas ocasiones, esos sentimientos terminan degenerando en alguna una enfermedad. La envidia es un sentimiento que te hace repudiar algo que no tienes, aunque no seas consiente de ello.
Penitencia: En cada caso, descubre que es exactamente lo que te molesta de esa persona, y analiza porque te ofende. Cuando sientas odio, cambia inmediatamente ese sentimiento por otro que sea más positivo para tu alma, deja de ser reactivo. Cultívate como persona, busca que puedes mejorar de ti, practica la bondad y la empatía con los que te rodean, pero sobre todo, contigo mismo.

Pereza: hoy distanciamiento social.
Tu madre cumple años, le compras unas flores con descuento en una APP y le envías una nota de voz. A tu amigo le dan un reconocimiento, y le envías un whatsApp, dos semanas después. Tu hermana tiene un hijo y le felicitas con un gif en el chat de la familia, pides foto del bebé. El sábado, cancelas una cena de amigos tres horas antes, prefieres quedarte en casa con una pizza y series de asesinos en serie. Cuando alguien te llama, nunca contestas el móvil, aunque lo tengas cerca. No devuelves las llamadas. Penitencia: Los teléfonos se hicieron para llamar y hablar con la gente, aunque tú no te hayas enterado. Así que llama a la gente, aunque no tengas nada importante que decir, visita a tu familia, habla con personas que no conoces, y oblígate a salir con amigos, practica las relaciones sociales presenciales.

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